La envidia tornada legítima (I)

 Ricardo Valenzuela

Reflecciones Cristianas - la envidia es tu peor enemigo así que no la  busques publicando tu felicidad !! | Facebook

La iglesia tiene que reencontrar la verdad y requiere una fuerza excepcional que rescate la fe y así renazca la esperanza de encontrar la verdad, pero no con la ayuda de clérigos modernos y menos con el Papa Francisco.

“La envidia es uno de los pecados capitales. Pero las vociferadas opiniones de clérigos modernos la han dotado de legitimidad moral y respetabilidad intelectual. Los resultados han sido desastrosos”.

Mucho se ha discutido la ideología económica del Papa Francisco que muchos definen como marxismo, una nueva ráfaga del viento que empuja las velas de católicos en su travesía abandonando su iglesia. Dese que Francisco llegara al papado, casi 5 millones de católicos estadounidenses han abandonado la iglesia. Hace unos días recibí un par de notas que exploran el tema con profundidad. La primera es autoría de Thomas Di Lorenzo, economista y profesor en la Universidad de Loyola quien procede a destrozar un reporte del Papa sobre “el presente sistema económico financiero”. Un pronunciamiento que de inmediato delata a la burocracia de la iglesia como su autora. Ambas notas desnudan a sus autores y al mismo Papa, como verdaderos ignorantes de conceptos económicos.

El título del reporte es “Oeconomicae et pecuniaria quaestiones”. La publicación expresa alarma acerca de la creciente influencia de los mercados financieros en el bienestar material de la humanidad, y procede luego con una serie de exigencias absurdas: Más intervención gubernamental, más regulaciones, más política, más free lunch, más planeación central, más impuestos y menos libertad. Al leer esta parte me parecía estar revisando una declaratoria de Marx, Lenin o Stalin. Pasan luego a liberar su agresión en contra del individuo en oposición al gran Hayek, el gran enemigo de los promotores de la manada.

Manejan el concepto de “utilidad” como algo ilegítimo puesto que, según ellos, no promueve la humanidad de la persona. Sugieren que el bienestar debería ser medido con un criterio diferente al PIB, más humano y espiritual. Llegaba a mi mente una entrevista a Milton Friedman cuando le preguntaban ¿Cuál es la responsabilidad social de la empresa? Sin titubear él responde; “generar utilidades”. Al ver la cara del público prosigue. “Generar utilidades porque si no las genera, no puede contratar empleados bien remunerados, no puede ofrecer nada en el mercado, no paga impuestos, no puede pagar a sus proveedores, sin utilidades va a la quiebra y desaparece”. Le faltó al maestro agregar que, si la gente no tiene ingresos, tampoco habrá para las limosnas en la misa dominguera.  

Pensaba luego en la frase de Adam Smith: “No es por la benevolencia del carnicero, del panadero, o el cervecero, es que tengo la cena sobre mi mesa. Sino por su ambición de obtener una ganancia y, en la persecución de un objetivo tan personal, sin proponérselo, está promoviendo el bienestar de la comunidad siempre guiados por una mano invisible”. Ahora, es muy importante distinguir la diferencia entre ganar dinero y crear valor. Porque se puede ganar dinero sin crear valor (asaltantes, ladrones, algunos políticos), pero la forma más ética de obtener una ganancia es creando bienes y servicios que tengan valor en un mercado competitivo.

La segunda nota fue publicada por el director del Acton Institute, Kishore Jayabalan, quien analiza la obra producida por dos periodistas italianos asentados en el Vaticano bien conectados con el Papa, en la cual hacen una defensa de las ideas económicas de Francisco en su nota; Papa Francisco: Questa Economia Uccide (esta economía mata) en la cual los autores, con vestimenta de porristas, se vuelcan con un cargamento de alabanzas a las ideas del Papa argentino, pero con argumentos tal vez aprendidos en la universidad del Peje.

Inician con el subtítulo “Los ataques contra el Papa marxista” en donde proceden con una agresiva carga a una publicación que cuestiona por qué los obispos como el de Chicago, Blase Cupich, y el cardenal Oscar Rodríguez Madariaga, tienen una visión tan confusa y equivocada de la economía de mercado, como lo evidenciaron en la Conferencia Catolicismo y Libertarianismo. La nota continúa afirmando que, es muy claro el nombramiento de Cupich se debe al efecto Francisco, cuando, como es obvio, ambos favorecen la lucha contra la pobreza y el tráfico humano ignorando la lucha contra el aborto y la homosexualidad, preguntando luego si la causa de esta dicotomía es más secular progresista que cristianismo ortodoxo.

Rush Limbaugh diariamente describe la filosofía económica del Papa como “Marxismo puro” frente a sus casi 20 millones de radio escuchas; Sara Palin afirma que Francisco en su retórica suena claramente como socialista; el congresista Paul Ryan argumenta: “El hombre es de Argentina donde nunca han conocido el capitalismo. Lo que han tenido es capitalismo crony. No conocen el verdadero sistema de libre empresa, sino el clásico arreglo que Mises describiera como intervencionismo”. Y esa es una de las defensas que usan los dos periodistas autores. Argentina es sin duda un país donde esa sociedad gobierno-empresarios es lo que ha regido durante siglos. A Juan Pablo II le tomó tiempo entenderlo, pero finalmente lo hizo.

Es muy claro que esta obra es una defensa y reafirmación de las enseñanzas católicas sociales, armas contra sus enemigos capitalistas americanos. Además de citar las críticas de Pio XI al mercado financiero mundial, acuden también a las ideas socialistas de Leon XIII quien abogaba por la sumisión de los derechos de propiedad privada para promover el bien común, y la forma en que condenaba la autonomía de los mercados de cualquier tipo. Pasan luego a citar a Benedicto XVI y su Caritas in Veritate para demostrar que no solamente un Papa argentino tiene mala opinión del capitalismo democrático.

Pero lo que no hicieron fue acudir al escrito del gran economista Peter Bauer criticando la obra de Paulo VI Populorum Progressio y Octagesima Adveniens, titulado: “Economía Eclesiástica: Envidia Legitimada”, destruyendo todos los argumentos de las dos obras y esa tendencia general de la iglesia, y proseguía: “El espíritu de estos documentos es contrario a los elementos de la vieja tradición católica. No son ni siquiera cristianos. Son utopías, ideologías chiliasticas, combinadas con una gran preocupación por las diferencias económicas, es una amalgama de ideas sectarias milenarias, de las demandas de los primeros americanos promotores de la ayuda externa, y de un mesiánico componente de Marxismo-Leninismo”.

“Estos son documentos e ideas inmorales en varios niveles. Inmorales porque están incompletos. Su falta de reflexión y compromiso ideológico los lleva a proponer y promover ideas que se contradicen con los principios originales de la iglesia. Son también inmorales porque le dan color a la noción de que la envidia es legítima, y propagan confusión del concepto de caridad”. Los clérigos contemporáneos han perdido su camino arribando a niveles extraños para ellos. Sus preocupaciones reflejan una reacción de pánico ante el temor de perder su clientela. La aceptación de ideas evidentes en discordia con la realidad es un reflejo de la credulidad de la gente, incluyendo clérigos, que han perdido su fe, y cuando el hombre deja de creer en una divinidad, simplemente no cree en nada. La iglesia tiene que reencontrar la verdad y requiere una fuerza excepcional que rescate la fe y así renazca la esperanza de encontrar la verdad, pero no con la ayuda de clérigos modernos y menos con el Papa Francisco.

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