Ricardo Valenzuela
El presidente Trump finalmente ha sido absuelto de las acusaciones de los demócratas que, después de haber fracasado en dos intentos, volvían a la carga con el tercero en su demente obsesión para destituirlo que iniciaran el mismo día de su elección. Tres irresponsables ataques que le han costado a los ciudadanos cerca de $50 millones, y han servido para verter más gasolina a la hoguera que representa la gran división provocada entre los americanos.
Anoche, Trump presentaba su informe anual a la nación listando sus increíbles logros en estos tres años. A espaldas del presidente se podía observar a Nancy Pelosi quien, sin poder ocultar su odio y frustración, se dedicó a mostrarlos con infinidad de rudezas que culminaran cuando al final, en un acto de megalomanía e insolencia, rompía el informe escrito que le hubiera entregado el presidente a su llegada al recinto, un insulto al pueblo estadounidense.
El equipo de abogados del presidente había enfrentado las acusaciones de los demócratas las que—tomaran una semana para presentar—en solo un par de días de brillantes argumentaciones hicieran pedazos. Pero el golpe letal para los acusadores sería ejecutado por Alan Dershowitz, profesor de la escuela de derecho en Harvard y el más joven que ha ocupado esa prestigiada posición, hombre de izquierda, demócrata que confiesa haber votado por Obama y Hillary Clinton, considerado la mente legal más brillante en la historia de EU, aceptaba participar por el amor que tiene de la ley y, en especial, por la constitución que era atacada en este juicio. La exposición del Prof. Dershowitz se asemejaba a la regañada de un profesor a sus alumnos tramposos y perezosos.
Mucha gente no entendía cómo los demócratas, en medio de una economía boyante, iniciaran una aventura que siempre se perfiló como imposible. La historia y la tradición política nos indican que el mejor escudo y la mejor arma de un presidente es una economía con crecimiento agresivo e incluyente, y el mejor ejemplo es el de Bill Clinton. Y en estos momentos la economía de EU está en el mejor punto de su historia. Hay más empleos que trabajadores. Los sueldos en todos los grupos han estado aumentando más rápido que los precios. Y lo mejor de esta tendencia, es que los sueldos de las capas de menores ingresos y escasas habilidades suben de forma más agresiva. Pero uno de los demócratas lo explicaba afirmando: “Si no lo destituimos se va a reelegir”.
Para su propósito los demócratas fingían estar observando otra película.
El ex vicepresidente Joe Biden declara, "la clase media está siendo
aplastada y la clase trabajadora no tiene forma de prosperar". El senador
Bernie Sanders afirma que las políticas del presidente Trump han traído "soporte
para multimillonarios y hambre para los pobres". El alcalde Pete Buttigieg
eleva su queja de que muchas familias están luchando financieramente, tanto que
no tienen forma de "pagar por un apartamento de dos habitaciones". El
Washington Post dice que los estadounidenses están inundados con deudas que no
pueden pagar.
Si las cosas están tan mal, ¿cómo es que una nueva encuesta de CNN, una red que
no es precisamente admiradora de Trump, se ha encontrado con la sorpresa de que
tres de cada cuatro estadounidenses califican la economía como realmente buena?
Los americanos se han vuelto tan ricos como nación que incluso la mayoría de
las familias pobres pueden comprar muñecas tecnológicas para sus niñas, guantes
de béisbol, tenis Nike de basketball de $100 para los niños, teléfonos
celulares con más poder de cómputo que cualquier computadora utilizada en
vuelos espaciales.
No se puede afirmar responsablemente que los pobres y la clase media están peor
que hace 20, 30 o 50 años. Si vamos a cualquier vecindario de Walmart o Target
veremos gente promedio e incluso de bajos ingresos: negros, blancos, hispanos,
asiáticos, adolescentes, madres con hijos y personas de la tercera edad, abarrotando
la tienda a veces con dos o tres carritos de compras desbordados con todo tipo
de artículos desde ropa, electrónicos, juegos de video y sin cesar usan sus
teléfonos celulares para comunicarse.
Por supuesto que los ricos están mejor. La riqueza de los EU como nación ahora
ha superado los $120 trillones y, claro, los ricos mantienen una buena porción
de ella. Pero, cuando sube la marea levanta todos los botes, 190 millones de
estadounidenses son inversionistas que tienen acciones y bonos a través de
planes 401k y otros sistemas de ahorros para la jubilación. Cuando el Dow Jones
aumenta 10,000 puntos en tres años, no solo los super millonarios sienten el
efecto de la creación de esa riqueza, lo siente todo mundo y en todas las
regiones.
El año pasado, el ingreso familiar promedio ajustado por inflación, por primera
vez alcanzó $68,000 dólares. En el 90 por ciento de países del mundo, alguien
con un ingreso de $68,000 sería calificado como rico. El ingreso familiar
promedio en China, principal desafío de EU para la supremacía mundial es
inferior a $ 15,000. Eso es menos de un cuarto del nivel en Estados Unidos. El
desempleo de 3.5% es un récord histórico, se han creado 8 millones de empleos y
el total de la fuerza de trabajo llega a otro récord con 170 millones. Hay un
viejo dicho que es más cierto hoy que nunca: “No es lo mismo ser pobre en
Somalia que en EU o, en su caso, ser pobre en México”.
A pesar de los reclamos con supuestamente salarios estancados para la clase
media desde 1970, el hogar de ingresos promedio hoy día tiene amplio acceso a
tecnología, entretenimiento, electrodomésticos y atención médica que los ricos
no podían adquirir en la década de 1960. La Heritage Foundation ha detectado
que incluso las familias pobres de hoy día tienen más acceso a bienes como aire
acondicionado, lavadoras, televisores, automóviles y computadoras portátiles
que las familias de clase media hace 50 años. Los visionarios cada día crean
nuevas necesidades para el mercado y ese mercado cada día tiene más capacidad
de compra para satisfacerlas. Estos son los dividendos de una economía
capitalista de libre mercado como la de EU.
La gente no trabaja para pagar impuestos. Trabajan y obtienen ingresos para
poder comprar bienes, productos y servicios para ellos y para sus familias, y
para tener una mejor vida. Los americanos están haciendo exactamente eso. Se acaba
de presentar el informe del resultado de otra exitosa temporada de compras
navideñas. Y a pesar de tanta evidencia, las aves de mal agüero han gritado durante
tres años la avenida de una recesión. Todos estamos gastando más, porque
tenemos más.
A pesar de estos admirables logros, el TDS (Trump Derangement Syndrome) continúa
dominando la conciencia algunos americanos y también de muchos mexicanos que siguen
presentando síntomas de avanzado
retraso mental, conductas ilógicas, modorra ética, pereza intelectual y
oportunismo civil. El abandono de la facultad de pensar, no conjugan palabras
con los hechos, cuestionan la retórica que hace las veces de pensamiento y, más
grave, se les inocula el otro inmisericorde virus, el de la destrucción. Y
hacia allá se dirige México.
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