LA MORAL YA NO EXISTE EN LOS MERCADOS NI EN FAMILIAS

 Ricardo Valenzuela

100 frases para gente hipócrita, de doble cara y falsa

“EU es un país libre, rico y próspero porque sus habitantes son hombres morales. Pero, si algún día abandonan esa moralidad, también los abandonará ese libertad, riqueza y su prosperidad.” 

                                                   Alexis de Tocqueville.

 El mensaje de Tocqueville fue escuchado y los EU con su libertad y moralidad surgieran como el milagro del siglo 19 desplazando al Imperio Británico del lugar ocupado. Una moral que ya no existe víctima de nuevos destructores. Esta larga nota fue motivada por mi búsqueda de las raíces que impulsan a esos verdugos de la libertad y de las economías libres para destruirlas. Porque, desgraciadamente, en mi transitar por los sangrientos campos de batalla en que ellos han convertido esas economías donde los valores originales se han archivado, he sufrido muchas agresiones, pero, cuatro de ellas me han provocado una dolorosa herida. Ya a estas alturas de mi vida, como obligación moral, debo denunciarlos .

 Las agresiones más grandes que he sufrido en mi vida profesional han sido de parte, no de competidores, ni de gobiernos, ni enemigos personales, sino de tres cercanos familiares y, sobre todo, de ese sapo Coppel criminal a quien yo llegué a considerar como uno de mis cercanos amigos. Dos de ellos, uno primo hermano, y mi hermano, han sido más fácil de analizar e interpretar porque ambos siempre habían exhibido conductas psicópatas bordeando en lo criminal.

 Los otros dos fue tarea, no solo difícil, fue una de esas lacerantes sorpresas que, hasta la fecha, no he podido entender y estoy ya seguro de que jamás las entenderé. Porque, a estos dos criminales en sus conductas jamás les habia identificado alguna pista de su inmoralidad, todo lo contrario, ellos siempre habían fingido conductas piadosas, un exagerado cumplimiento de sus principios religiosos (misas, comuniones, rosarios, su falsa afirmación de fidelidad matrimonial, ofreciendo consejos a descarriados para una vida de pureza) Siendo que los verdaderos descarriados son ellos y grandes representantes de la hipocresía. 

Todos portadores de la mejor educación profesional, miembros de familias que supuestamente deberían garantizar una buena formación ética. Los dos primeros, creo que, si se pudiera considerar válido, puedo afirmar que tal vez lo que les provocaría esas horribles conductas es algo que sé con seguridad. Ambos han sido portadores de graves enfermedades mentales. Condiciones que los hicieran especialmente peligrosos con sus explosiones para ejecutar acciones que provocaran la destrucción de quienes las sufrían. Y ambos portadores de algo increíble, totalmente inconscientes de su enfermedad y, sobre todo, de los daños irreparables que causaran. 

De mi primo Arcadio Valenzuela, por respeto no me voy a extender puesto que ya ha fallecido. Solo diré que habiendo sido un empresario exitoso, banquero, líder empresarial y, por supuesto, muy religioso y miembro del Opus Dei, cuando renuncié, nunca me despidió, a la dirección general de nuestro banco, le provocó un odio hacia mí y por todos los medios a disposición de un hombre tan poderoso como él, trató de destruirme, lo que nunca pude entender. De mi hermano tampoco me voy a explayar, solo puedo decir fue una maldición para mí el haberlo tenido como hermano, un verdadero psicópata, aunque no tuvo la desvergüenza de actuar como virtuoso. 

Con el tercero, otro primo llamado Carlos Acedo Valenzuela, un general del opus dei y comunión diaria, puedo decir ha sido la peor experiencia de mi vida. Totalmente sin bases, después de un negocio frustrado, por su incumplimiento, me exigió el pago de una cantidad inmerecida. Fue tan ridícula su exigencia que, al llevarme a un juicio, se lo gané ante un juez que nunca entendió que el caso se hubiera presentado. Pero durante dos años me hostigaría, demandaría a mi exesposa siendo que teníamos años divorciados. Junto con su hermano, abogado, preparaban pruebas falsas, testigos falsos. Su abogado en dos ocasiones me amenazara, también utilizaría a uno de sus amigos que se aparecía en mi casa con mensajes amenazadores. 

El hombre más fuera de la realidad, inmoral, que hubiera conocido. Lleno de una hipocresía que provocaba vomitar, me atacaba con un cinismo difícil de conectar con aquel hombre 12 años mayor que yo, quien, en un punto de mi niñez, lo consideraba mi héroe y mi padre, hermano de su madre, me lo señalaba como un ejemplo a seguir. Era tan Fellinesca tan situación que otro de nuestros primos, riendo me decía. “Que te extraña, para ese falso persignado el único pecado en su menú es la fornicación.” Fue tal el impacto que me causaría, que se convertiría en la causa de mi abandono de la iglesia.  

Y, finalmente, mi socio y amigo de toda la vida Luis Coppel. Desde que iniciamos la sociedad, me di cuenta él había llegado sin nada y, aun así, se había endeudado con una casa, dos autos financiados y su ritmo de gastos no era algo para lo cual nunca tuviera capacidad. Así es que, desde el primer mes empezaron sus solicitudes para que le prestara dinero puesto que siempre estaba en déficit. Desgraciadamente, tardé mucho tiempo en darme cuenta de que este ladrón me había manipulado para traerme y le sirviera de cajero automático. 

En esa época, ese ladrón, ya me debía en lo personal $180,000 dólares prestados para que saliera de sus ya graves problemas financieros personales. Su deshonestidad llegaba a que los cheques sin fondos que emitiera su mujer, a mis espaldas hablaba con la gerente del banco, y le pedía que me los cargaran a mi cuenta. En la oficina del Banco en Nogales, llevaba documentos que él fabricaba para que se los descontaran, y cuando los documentos se vencían, le pedía al gerente lo mismo, que los cargaran a mi cuenta. Eso solamente lo hacen, no hombres en apuros que necesitan llevar comida a su casa. Lo hacen hombres sin honor, sin dignidad, ladrones sin integridad. 

Un buen día, solicitado por él, yo le había prestado a la nuestra compañía $250,000 dólares. Pero, días después me informaba que, a mis espaldas, él ya había formado otra sociedad y salía corriendo con mi dinero y yo sin documentos. Es decir, con cinismo me decía me estaba robando $450,000 dólares en una traición que había preparado durante mucho tiempo. Y esos $450,000, que eran de mis hijas, a valores presentes se cotizarían en $1,500,000 de dólares. Eso fue lo que me robó este criminal llamado Luis Coppel que finge ser un hombre de moral. 

Sufriendo esas tres experiencias, me daba cuenta de que ellos son la representación de la inmoralidad que ahora rige los mercados. Así, la afirmación del gran Mises: “El mercado no puede evitar lleguen a él hombres de corazón corrupto, pero si el mercado es moral, siempre se encarga de expulsarlos.” Era la amarga lección que me afirmaría que ya no hay mercados morales y esos ladrones siguen operando.

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