Ricardo Valenzuela
“El odio y el
asesinato es la venganza del cobarde intimidado.”
George Bernard Shaw
El día de hoy EU amanece como un pais transformado. El asesinato de Charlie Kirk parece haber sido la llama que ha encendido la mecha de una explosión que ha sacudido al país como muy pocas veces. Porque este asesinato, como el de Kennedy, se llevó a cabo frente al mundo entero, en una universidad frente a esa juventud que Charlie trataba de rescatar del infierno de su programación. Un asesinato que no ha provocado el apocalipsis de los bárbaros de Antifa por la muerte de Boyd, un delincuente que accidentalmente se provocara su muerte, que destruyera ciudades y el saqueo de infinidad de comercios en todo el país
Pero, también, este trágico evento, ha mostrado el horrible rostro de un segmento desbocado del pais. La demencial conducta de algunos celebrando la inmolación de Charlie, que no solo incluye a los orates tradicionales, sino a miembros prominentes de esa ala del partido demócrata que no sorprende, porque ya los conocemos. Y, más dramático fueron las falsas palabras de un Obama cuando, hace pocas semanas, arengaba a sus barbáricas tribus pidiéndoles permanecieran manifestándose al estilo de sus bandas como Antifa; “si ellos portan navajas, nosotros debemos enfrentarlos con rifles.”
Mientras el padre del asesino, un hombre muy lejano de ser figura que inyectara ese odio enfermizo a su hijo que lo llevara a cometer este asesinato, un hombre decente que amargamente exponía su dolorosa queja: “Mi hijo siempre habia sido un buen muchacho sin ningún tipo de odios, hasta que iniciara sus estudios universitarios en donde lo programaron para olvidar los valores que le inculcamos.”
Sin embargo, también ha provocado eventos que hacen recuperar la ilusión de que EU todavía se puede salvar. En los estadios donde se celebraban juegos de beisbol y futbol, ante una afición verdaderamente ofendida se honraba a Charlie guardando ese silencio acusador. Y personalidades como Aaron Judge, Shohei Ohtani, el mismo Musk y muchos otros, han hecho compromisos para garantizar el futuro de sus pequeños hijos. El presidente Trump lloraba amargamente y ordenó las banderas a media asta y notificaba se premiaría con la medalla presidencial al mérito.
Y ya en estos momentos que se ha arrestado al asesino de Charlie, lejos de sentirme mejor, me invade una tristeza aún más grande al ver que el asesino es un joven que, habiendo sido normal, fue convertido en animal rabioso por la programación que había recibido. Y, en medio de esta tormenta interior, lo que me ha rescatado han sido las palabras de hombres como el gobernador de Utah y del vicepresidente Vance, que, lejos de lucir como los clásicos políticos, sus palabras han estado llenas de profunda sabiduria y hermosos mensajes.
En lugar de tantos pidiendo venganza, desde luego otros culpando a Trump, muchos con el clásico, se los dije, estos hombres han mostrado una calidad humana que yo pensaba se había extinguido. Ambos, después de condenar el hecho, invitan a una reflexión, no a una cruzada de ojo por ojo, diente por diente, sino a tener conciencia de que, ante esta maldad, en el país todavía existe la belleza de la integridad, del amor fraternal, de esos valores que fueron cimientos de la estructura única de una nación edificada por gente buena y moral.
“Lo diste todo mi querido amigo,” afirmaría Vance. Las de su ahora viuda y madre de dos pequeños huérfanos que con lágrimas brotando de sus ojos afirmaba; “Los malvados que han asesinado a mi esposo, no tienen idea de lo que han hecho. Pero lo que construyera Charlie no morirá. Nunca fenecerá. Me niego a permitir que eso suceda porque su visión y propósito era mucho más grande que el odio de quienes lo mataron.”
Las del gobernador Cox que con tristeza sentenció que actualmente "la nación está rota" y todos deberíamos encontrar la forma para "dejar de odiar a los compatriotas. Porque este pais ya está regido por el odio de quienes han sido programados. En estos momentos, quisiera poder hablar a los jóvenes de mi estado y en todo el país. Los jóvenes amaban a Charlie, y los jóvenes odiaban a Charlie. Pero Charlie siempre entraría en esos lugares sin importar el peligro. Porque Charlie decía: “Cuando la gente deja de hablar, es cuando surge la violencia.”
“El también afirmaba que los débiles nunca pueden perdonar. Porque el perdón es el atributo de los fuertes y de los grandes. La única forma de salir de cualquier laberinto de sufrimiento es perdonar. Bienvenido sin juicio, amor sin condición, perdonar siempre sin límites. Nada molestaba tanto a los demonios que siempre afirmara había que perdonar a tus enemigos, porque les mojaba la pólvora de sus odios a esos destructores de la humanidad.”
Pero la gran herencia de Charlie es un recordatorio de que podemos elegir un camino diferente. Su generación tenía la oportunidad de construir una cultura muy diferente a la que en estos momentos está destruyendo esta nación. No fingiendo que las diferencias no importan, sino a exponerlas y tener esas conversaciones difíciles con respeto, pero cara a cara. Por eso, Charlie, armado con la mayéutica de Socrates, provocaba ese bendito dialogo donde, más que ofrecer soluciones, lo que buscaba era conocer los pensamientos de otros buscando rutas que conjugaran.
Y Charlie cerraba. “Porque cuando no existe una conexión humana con quienes no estamos de acuerdo, se forma y se fertiliza un campo mucho más fértil para que emerja la violencia. Pero, nuestra responsabilidad como cultura, es proceder a la edificación de un recinto donde se pueda tener un desacuerdo razonable y la violencia nunca deba ser una opción.”
Y con su propósito, la potencia de sus palabras y de sus ideas, su indomable valor para llegar a donde fuera necesario para dialogar, no simplemente desenfundar una avalancha de reglas que, sin participación de los que tuvieran esos desacuerdos, era tirar una gota en un desierto agresivo devorador, pero que él no consideraba mortal. Sus enemigos se dieron cuenta que era ese peligro imparable.
Porque, además, portaba armas mucho más poderosas que las diabólicas de Soros, Obama, Clinton, la verdad, la justicia y la razón. Y como proceden todos los cobardes, entendieron que una gota de pura valentía y asertividad vale más que un océano de cobardía y ahora celebran su asesinato.
No hay comentarios:
Publicar un comentario