Ricardo Valenzuela
Al haber identificado el surgimiento de los filósofos y teólogos rebeldes como el gran peligro para los planes colectivistas de los nuevos amos, el toque final para la programación de los seres humanos—ya muy adelantada—se llevaría a cabo tomando control total del sistema educativo para, de una vez por todas, declarar terminado el proceso que dio vida la virtud del rebaño y, con su aplicación, darle su dimensión correspondiente a la moral del esclavo. El primer blanco de sus ataques sería ese hombre superior, capitán de su propia nave, su propio mapa, su propia brújula y destino diferente.
Así los gobiernos desertaban el único papel tan bien definido en los documentos que le dieran vida a EU, protector de los derechos individuales, para iniciar su marcha que los llevaría a convertirse en el monopolista de todo y, especialmente, el único repartidor de todo lo que incluiría su monopolio. Con tristeza nos hemos dado cuenta se había ignorado aquel consejo que Jefferson expresara con su frase: “El precio de la libertad es la eterna vigilancia.”