TIERRA NECESITADA DE MARTIRES ¿TIERRA MALDITA?

Ricardo Valenzuela

 A dos dias del asesinato de Charlie Kirk, debo complementar la afirmación que hice describiendo la emergencia de EU como un país diferente. Porque, a solo dos dias, veo que su muerte está provocando la emergencia de un mundo diferente puesto que, lo que Charlie representaba, por lo que luchaba, es algo que representa la esperanza del mundo entero y ahora quieren luchar por ello. Así, toda Europa, Australia etcétera están despertando de su pesadilla. Porque todos habían observado la forma en que un solo hombre estaba provocando una revolución pacífica, pero potente, con una dedicatoria clara a la juventud. 

Jefferson alguna vez sentenció algo afirmando. “Tierra requerida de mártires, es una tierra condenada.” Sin embargo, nunca se ha entendido bien su verdadero mensaje. De forma subliminal afirmaba que tierras condenadas por sus verdugos, era doloroso se requiriera de mártires para hacerlas reaccionar ante la realidad que las paralizaba. Porque, cuando una tierra tiene que pagar el precio de su libertad con el sacrificio de alguno de sus hijos, lo menos que debía producir era el despertar de sociedades paralizadas.

Sin embargo, no siempre ese pago reditúa algo valioso para la gente y EU tiene muchos ejemplos; Lincoln, Martin Luther King, el Gral Patton, que tendrían consecuencias diferentes a las que esos mártires perseguían. Porque Jefferson, en su sabiduría, había leído las letras pequeñas en el mensaje emanando del alma de esas sociedades, y la vida de muchos mártires tristemente se perdían en vano ante tantas esperanzas muertas. 

Y Mexico es uno de los mejores ejemplos. La muerte de Obregon fue el clásico tratamiento de su naciente grupo esclavizador para evitar Obregon interrumpiera ese proceso. Años antes, la muerte de Madero permitiría que las órdenes del fatal embajador de EU, Wilson, se siguieran al pie de la letra. La muerte de Iturbide permitiría surgiera la tiranía de Juarez, ese dictador protegido por la historia que lo adornaría con el vergonzoso título de salvador y, para asegurar su fechoría, fusilarían a Maximiliano cuando, en medio de su inocencia, regresara de su exilio. Los revolucionarios, para consolidar su movimiento cobraban las vidas de Villa y Zapata. 

La muerte de Colosio, sin lugar a duda, fue para no permitir el cambio que, con esa misma inocencia, había anunciado con su discurso pronunciado solo días antes de su asesinato. Un discurso que parecía inspirado por las palabras de Gilberto Valenzuela a su retiro de la Suprema Corte de Justicia: 

“Yo he dedicado mi vida a una lucha por la dignidad del hombre sin preocuparme si voy al triunfo o la derreota, pero todavía existen en Mexico funcionarios que sustentan la tesis de aquel revolucionario que afirmaba; de que me sirve ser coronel si no he de cometer ningún abuso. Funcionarios que consideran lícito aprovechar su investidura para enriquecerse y enriquecer amigos. Funcionarios que consideran lícito impedir el pueblo manifieste libremente su voluntad soberana para nombrar sus líderes, y burlar esa voluntad con fraudes y engaños, que se niegan a cumplir el mandato del orden social en armonía con la libertad individual castigando esos crímenes.” 

Y a más de cien años del sacrificio de Madero, el sacrificio de Obregon, y más de 30 años del sacrificio de Colosio, el pago por esas vidas ha redituado solo ilusiones destrozadas, esperanzas muertas, calles con sus nombres y, sobre todo, un país que ha caído en manos de la peor escoria política que lo ha entregado al narcotráfico, que lo han sumado al grupo que santificó a Fidel Castro que cubre ya todo el continente latinoamericano. Y, si en estos momentos pudiéramos hacer la misma pregunta que haría Reagan. ¿Estamos mejor que cuando asesinaran a Obregon y a Colosio? Dos sonorenses sacrificados en vano. 

Nos enfrentaríamos a la realidad de un Mexico que ha destruido las vidas de tantas generaciones y, como afirmara Milton Friedman en su debate con un funcionario del gobierno mexicano, “ellos han mantenido a Mexico en esa eterna mediocridad.” Pero, todavía más grave, como me lo pronosticara Felix Gallardo, ante la destrucción del país, estos criminales decidieron seguir el ejemplo de Cuba y Venezuela estableciendo sus gobiernos como organizaciones de narcotráfico. Esos criminales que, además de Colosio, asesinaron al Maquillo Clouthier. Y al final debemos responder esa pregunta pero no nos atrevemos porque, en el fondo, algo nos grita nuestra culpabilidad. 

Porque amamos a los santos, mártires y reformadores del pasado, y queremos que sigan apareciendo porque son la única luz que distinguimos y, si no, los inventamos. Escribiremos sus biografías, reverenciaremos sus memorias, enmarcaremos sus epitafios y construiremos sus monumentos. Haremos cualquier cosa menos imitarlos para consolidar sus obras. Atesoramos la última gota de su sangre, pero cuidamos con esmero la primera gota de la nuestra. Y esa fue la gran advertencia de Jefferson ante la nula rentabilidad de esas muertes. 

Pero una idea no no se convierte en verdad porque un hombre muera por ella. El tirano muere y su reinado termina, pero cuando el verdadero mártir muere logrando sus ideales, es cuando comienza a rendir los verdaderos frutos de su verdad. No debemos permitir que la tinta del erudito sea más sagrada que la sangre de aquel mártir al que nunca seguimos. Porque lo que construye a los verdaderos mártires con toda su trascendencia, es la consumación de una obra que sus ejércitos no pudieran enfrentar, que con sus criminales ideas nunca pudieran rebatir, no una inútil muerte venerada pero vacía de logros.

A Charlie lo asesinaron, no porque se había hecho tan famoso con un resplandor sin origen. Lo asesinaron porque él no se ubicaba en cada esquina a gritar las maldades de esos demonios. Sino porque estaba haciendo realidad su propósito armado con lo que no tienen esos cobardes. Ese coraje para invitar a esa juventud programada y, mediante diálogos abiertos, trataran de demostrar que él no tenía la razón. Y, lo más aterrador para sus verdugos, estaba seduciendo a esa juventud que ellos, ante los fracasos de sus ideas, decidieran programarla. Charlie, no solo la seducía con ideas, estaba formando un movimiento con el cual los estaba exhibiendo como lo que son, criminales y cobardes.  

Pero la muerte de Charlie no será en vano

              

 

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