Ricardo Valenzuela
Para agregar otro remache al cuadro que nos ayude con esas indescifrables conductas, más difíciles de entender que las pinturas que dejaran los neandertales en sus cavernas, debemos de pasar a la búsqueda del misterioso origen de mentes de esa naturaleza, la de los talibertarios. Desde los presocráticos, grandes filósofos han definido al cuerpo humano como una creación que opera en un campo electromagnético universal como el receptor. Y, cuando se contamina la conexión, se contamina todo el ser humano.
Y uno de los altos costos de la tecnología, es la factura que representa, como lo avalara el gran Tesla, el haber podido desconectar al ser humano del ritmo de la vibración del universo. Y esa desconexión, utilizando esa nueva tecnología, ha provocado la toma de control de sus conductas convenientes para los aspirantes a ser amos del mundo. Así, logran lo que se conoce como la pérdida de su resonancia global. Porque el cerebro humano opera a base de vibraciones magnéticas impulsadas con los mensajes que recibe, para así provocar conductas positivas o negativas.