Ricardo Valenzuela
Después de
solo unas semanas transcurridas desde la elección del nuevo Papa, siento
podemos respirar con un poco de tranquilidad pues, a pesar de que no hay
publicado una poderosa encíclica de miles de páginas, con las pocas palabras
que han salido de la boca de Leon XIV, para mi es muy claro que se trata de un
Papa muy especial. Un Papa que, en mi opinión, está ya enviando las primeras
señales previas a las acciones que muchos católicos hemos esperado durante
tanto tiempo. Y tal vez pecando de optimismo, yo lo siento como su aviso y advertencia
de iniciar el regreso de la iglesia a sus bases y curar la confusión provocada
durante los últimos años.
Creo que el nuevo Papa se dispone, entre otras cosas, a recuperar aquello tan valioso como es la claridad en el mensaje de la iglesia que se ha estado agrediendo durante siglos. Un Papa que apunta hacia el rumbo que debe ser, no lo que otros han pretendido que sea, tratando de cambiar su rumbo y destino alejado de lo que Jesucristo habia señalado y del cual la iglesia se ha estado alejando. Una iglesia que debe regresar a un solo mensaje, el verdadero, no esa infinidad señales diferentes en bocas de tantos aspirantes a celestiales mensajeros alrededor del mundo que han estado enviando para solo causar una gran confusión.