Desde que el mundo abandonara la edad media para iniciar el renacimiento, las nuevas pinceladas sobre la tela creando una pintura diferente de las nuevas sociedades del mundo, y se levantarían infinidad de tabús para seres humanos que, durante siglos, no se les permitiera expulsar la fuerza de sus ambiciones. De inmediato surgía una importante aclaración. La riqueza no era un almacén inmutable y solo se adquiría por herencia o lo tradicional, con fuerza y violencia para arrebatarla. La riqueza también se podría crear y nacía la virtud del trabajo.
Ante ese hermoso panorama solo faltaba resolver un problema. El cristianismo se habia apoderado del mundo con dos versiones, una con su visión acusatoria de la riqueza, y con la reformada se establecían dos versiones diferentes. La versión católica se mostraba firme en su tradición de lo pecaminoso de la riqueza. La versión del protestantismo y sus varias ramas, con la emergencia de pensadores como Adam Smith, John Locke, Cobden, se les complicaba la tarea y buscarían rendijas a través de las cuales se pudiera penetrar ese olimpo.