Ricardo Valenzuela
La civilización occidental en muchas formas es griega. Y las dos grandes tradiciones filosóficas de la antigua Grecia, que cincelaría la mente de nuestros países, serían la de Aristóteles y la de su gran maestro Platón. Tanto que siempre se ha dicho que cada hombre, en lo profundo de su ser, es aristotélico o platónico. Pero, más importante, todos los gobiernos occidentales tienen sus raíces en las ideas de estos filósofos. Y, para entender nuestra realidad actual y, en mi caso, la religión católica ante la economía, debemos de tener una idea de tal herencia. Con la advertencia que es un profundo laberinto que, muchas veces, solo se entiende descifrando códigos no escritos.
Como afirmara Rothbard, todo se iniciaba con los griegos, pues era claro había sido la primera civilización que utilizaría la razón para establecer ese nuevo pensamiento sistemático acerca del mundo que los rodeaba. Ellos fueron los primeros pensadores de la humanidad que, a través de la filosofía, buscaran adquirir la elusiva sabiduría. Ellos fueron los primeros en combinar la razón y el comando de la lógica para investigar y aprender acerca de su mundo. Y, al hacerlo, gradualmente iniciaron el abandono de sus miedos provocado por los caprichos de sus dioses para investigar entidades reales.







