Ricardo Valenzuela
Hace unos dias tuve el placer de recibir una nota de parte de un buen amigo argentino, Diego Molina de Castro, que me hizo comprender yo no era el único mortal sufriendo el destructor ataque de un nuevo virus. Esa ola de barbaridades autoría de esos supuestos libertarios que se distinguen, no por sus ataques a los verdaderos enemigos de la libertad, sino, permaneciendo en su único oficio ruidosos de gritones por la libertad, toman sus rusticas herramientas para enfrentar los fantasmas del enemigo que ellos han inventado
Estos talibertarios que, en lugar de identificar a esa escasa clase especial de guerreros ejecutando acciones por la causa de libertad y reconocer su lucha, se dedican a criticarlos mientras esos héroes se baten en los campos de batalla en donde sí se logran los verdaderos cambios del destino de la humanidad.
Y, más triste, presos de sus impulsos para tener algo que publicar en Facebook, han identificado un nuevo blanco. No es Maduro, ni Petro, Ortega, mucho menos Lula, su nuevo objetivo es Javier Milei. Ese hombre que se encuentra librando una sangrienta batalla tan admirable para los verdaderos libertarios, pero ellos se han identificado como sus enemigos portando argumentos al recitar alguna frase que se han aprendido, similar al de una libertaria de EU que la desenfundara afirmando; “yo no puedo confiar en alguien con ojos azules.”El mensaje del admirado argentino, me hizo recordar una experiencia que tuve cuando me invitaran a dar una charla en el departamento de negocios de una universidad en Arizona. Al arribar a la sala, me encontré un recinto lleno de estudiantes, pero, llamaba mi atención que en primera fila hubiera una gran mesa ocupada por sus profesores similar a un jurado. Al finalizar mi exposición, se iniciaba una tremenda agresión casi linchamiento de parte esos profesores, obviamente provocado por mi mensaje libertario de menos gobierno, menos regulaciones, menos impuestos, menos mandatos, más libertad de elegir etc.
Después de que ellos sonriendo pensaran yo de inmediato saldría corriendo con la cola entre mis piernas, les respondía con una serie de preguntas. ¿Cuántos de ustedes, profesores de negocios, han manejado un negocio? ¿Cuántos de ustedes han tenido que pagar la nomina de empleados cada semana? ¿Cuántos han llevado una empresa a los mercados de capital? ¿Cuántos han tenido que enfrentar problemas financieros en sus negocios, tradicionalmente provocados por el gobierno, para conseguir el apoyo de un banco y lograr una consolidacion? ¿Cuántos han iniciado un nuevo negocio? y, sobre todo, si lo han iniciado ¿por cuantos años ha operado ganando dinero?
Al ver claramente ninguno de ellos lo habían hecho, pasaba solo hacer mi última pregunta ¿Cómo se atreven a enseñar algo que ustedes nunca han hecho? Se supone que ustedes están formando una nueva generacion de emprendedores, y estos muchachos piensan estar recibiendo las verdaderas herramientas para salir a este campo de batalla tan complicado como son los negocios. Y realmente me dan pena porque, con lo que les están dando, van a sufrir una gran decepción. Porque ustedes lo único que están haciendo es dictándoles la receta del fracaso. Yo quisiera que estos muchachos expresaran lo que piensan de mi mensaje.
Porque ellos al salir de esta casa de estudios, van a enfrentar una encrucijada en donde la ruta se divide en dos caminos diferentes. Uno es el más difícil, el de la libertad de los negocios que no dependen del gobierno, sino de sus habilidades en una verdadera economía libre con un estado de derecho. El otro es el fácil, el del juego del estatismo en los negocios, de las ganancias artificiales que, el gobierno con sus aliados en Wall Street, diariamente las están produciendo. De los que se suman para pegarse a la ubre de esas fraudulentas organizaciones como USAID. Esos negocios que, deshonestamente manejados, nunca quiebran.
El otro, el difícil, es de los que se atreven a volar con sus propias alas y, si llega ese momento que definía Schumpeter, “la creativa destrucción de los mercados” lo reciben. Porque los verdaderos mercados libres se autocorrigen, los negocios mal manejados quiebran y los verdaderos emprendedores, tragan la purga y aprenden para seguir adelante. Porque los que tomaran ese camino, lo hicieron porque tienen integridad, valores. Son esos que tal vez se hayan inspirados por los principios de padres que les enseñaran el valor de la integridad, de los granes propósitos, de la virtud. Pero, esos gobiernos intrusos que ustedes promueven provocan solo caos y, esas situaciones, también tienen fecha de caducidad y siempre les llega.
Pero, de todas formas, gracias por haberme invitado y espero no haber causado algún tipo de decepción con la verdad y la realidad. Y solo les recuerdo la sabia afirmación de Margaret Thatcher; “quiero ver a Britania con más negocios exitosos y más quiebras.” En esos momentos se iniciaba un estruendoso aplauso de parte de esos chamacos de no más de veinte años y partía pensando, este mundo todavía tiene solución, mientras una gran cantidad de estudiantes me acompañaban hasta mi carro y abandonaba ese recinto donde trataran de lincharme.
Y esto es lo mismo que esta sucediendo con los Talibertarios, pues, sin ser la intención, se han sumado a esos empresarios disfrazados de libertarios que, en la mañana publican sus artículos supurando más bella libertad económica y empresarial, y en la tarde están en las oficinas del gobierno consiguiendo contratos. O consiguiendo algún favor para mantener sus monopolios, algún subsidio para su defectuosa producción. Esos billonarios mexicanos surgidos con las privatizaciones fraudulentas y monopólicas.
Pero, esos “empresarios” disfrazados a imagen y semejanza de Adam Smith, Rothbard, Bastiat yo los pudiera entender, nunca justificar, porque son impulsados por la famosa frase del alazán tostado; “moral es un árbol que da moras.” O del economista aquel definiendo la libertad de comercio; “entre menos burros más olotes.”
Lo que no puedo entender, son esos talibertarios agrediendo a un Milei porque tiene ojos azules. Esos talibertarios que, si regresa Jesucristo con sus mensajes de libertad, de inmediato desenfundarían el mismo defecto, pues también llegaría con sus ojos azules. Y yo preguntaría ¿Quiénes hacen más daño a la verdadera causa de la libertad? O ¿Quiénes son los más pendejos? Porque los talibinegociantes de perdida ganan mucho dinero.
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