Ricardo Valenzuela
La elección del nuevo papa como líder de la iglesia católica, tiene un significado mayor del que muchos puedan imaginar en medio de un mundo que vive, sin duda alguna, la era más dramática de su historia. Y para ubicarnos, debemos revisar lo que ha sucedido en la iglesia desde la muerte de Juan Pablo I, con claros matices de un cruel asesinato por su rebeldía, un intento contra Juan Pablo II, el retiro forzoso de Benedicto XVI, hasta la emergencia de Francisco el papa representante de la Teoría de la Liberación, avanzando a la iglesia hacia orillas de su precipicio, y ahora Leon XIV que, sin conocerlo, ya despide un gran aire de gran preocupación.
Y este es uno de esos casos que el legendario J Edgar Hoover, director del FBI, definía de la siguiente manera: “Los seres humanos son inmovilizados cuando se enfrentan cara a cara con una situación tan monstruosa, que simplemente deciden considerar es algo que no existe.” Y pienso que estamos ante una situación así, monstruosa. La iglesia católica desde hace mucho tiempo ha estado infiltrada por esas fuerzas del mal, fuerzas mucho más poderosas que lo que provocara su separación de la Iglesia Ortodoxa hace mas de mil años, o la rebelión de Martin Lutero que le diera vida al protestantismo.