Ricardo Valenzuela
La humanidad desde tiempos inmemoriales ha atestiguado y sufrido una lucha permanente. Un eterno enfrentamiento entre el poder esclavizante y la libertad de la ley natural. Y todo empezaría con los griegos ancestrales, aquellos pensadores que fueran los primeros en usar la razón para pensar sistemáticamente acerca del mundo que los rodeaba. Atenas era la cuna de esos filósofos—amantes de la verdad y la sabiduria—y serían los primeros en pensar con profundidad y encontrar la forma de verificar las verdades ocultas del mundo.
Otras gentes habían atentado atribuir eventos naturales a los caprichos arbitrarios de sus Dioses. Una violenta tempestad, se atribuía a lo que había irritado a esos dioses. Así, para lograr la necesaria lluvia o neutralizar las violentas tempestades, se debía encontrar los actos del hombre que satisfacían a los dioses para controlaran esos fenómenos. Ellos consideraban locuras el tratar de encontrar las causas naturales de esos eventos de origen divino, y ciegos continuarían caminando en oscura superstición y después la fe ciega.
Sin embargo, los griegos, en contraste, estaban decididos a usar la razón—su sensitiva observación y su comando de la lógica—para investigar y aprender acerca de su mundo. En ese proceso dejarían de preocuparse acerca de la irritación de los dioses para investigar los verdaderos hechos a su alrededor. Ello se derivaría en lo que el gran filósofo ateniense, Aristóteles, desarrollara como la teoría y el método del razonamiento y la ciencia que se llegara a conocer como Ley Natural, que a futuro le daba bases al racionalismo de Espinoza.
La iglesia que, a su nacimiento, formara sociedad con el emperador Constantino para controlar el mundo, al correr de los siglos, tomaría todo ese poder que mantendría a través de la culpa y el miedo. El evento que les diera ese poder fue haber sacado de la ecuación a los gnósticos que eran los que, si habían conocido a Jesus, a quien describían de forma totalmente diferente al que habían inventado en el concilio de Nicea, donde naciera esa iglesia monopólica del poder. Y esas cadenas durarían durante los siguientes 1,200 años, que se distinguieran por una supresión total del conocimiento que temían.
Sería hasta el siglo 17 que aparecería su gran amenaza. Un filósofo rebelde que haría temblar los cientos arenosos de la iglesia. Los Gnósticos habían desaparecido misteriosamente y con ellos la verdad. Un filosofo que, como el gran experto de aquella Ley Natural, declaraba que el dios de la iglesia era un engaño pues el Dios verdadero era la naturaleza, que era todo, y, nosotros, como parte de ese todo, éramos parte de Dios. Y al desarrollar sus ideas con su Magna obra, Ética, derrumbaba también las amenazantes teorías de la iglesia. Dios no era ese ser acusador, castigador, amenazador, con una lista de pecados para condenar.
Y, lo más peligroso, Espinoza habia logrado encontrar a ese Dios diferente a través de una fórmula matemática que, casi 300 años después, fuera el arma del genio Einstein que declaraba; “yo solo creo en el Dios de Espinoza.” En su ética mostraría una proyección geométrica con la que nos unía a Dios. Si todo lo que existe es una materia divine e infinita, y esa materia es Dios, nosotros somos parte de esa divinidad, parte de esa conciencia cósmica. Por supuesto que de inmediato se convertía en el gran enemigo de la iglesia para eliminar. Pero, también despertaba mentes inquietas.
Uno de sus admiradores lo llevaría a la Royal Society of London invitado por el presidente. Antes de aceptar, les previno de lo radical que se consideraban sus ideas. Se presentaría en su comandancia y, en una de sus reuniones, le pedían exponer sus ideas. Procedía a presentar de forma asertiva su pensamiento que tanto asustaba. De inmediato se provocaba el horror de tan distinguidos miembros, lo que provocaba lo enfrentaran con Francis Bacon a quien se consideraba uno de los hombres más grandes de la era. Bacon agobiado por las ideas de Espinoza se defendía afirmando que, tanto el conocimiento divino, el natural y el de Espinoza, no tenían cabida para el uso de la razón. Pues, según él, era insensato y empírico.
Espinoza lo destruía describiéndolo como el profeta de un empirismo primitivo e inocente, el gran gurú de la acumulación de datos que repetía sin cesar creyendo así se aceptarían. Algo muy similar a los moderno libertarios que se aprenden un par de frases de Mises, y con ellas sienten cargar potentes armas para enfrentar a otros igualmente superficiales. Espinoza había utilizado las enseñanzas de Sócrates para moldear sus complicadas ideas y fueran entendibles. Aplicando lógica y razón sus ideas atraían a Leibnitz, Descartes, Newton, Voltaire. Era la liberación del pensamiento humano de la tiranía de la iglesia. Como muchas veces sucede, solo después de la muerte de los genios se aprecian sus obras.
Los economistas liberales/libertarios admiraban sus estudios matemáticos del fenómeno psicosocial, guía de los paises y su liberalismo en el siglo 18. Los seguidores de Espinoza construirían la ciencia universal cuantitativa, la Pantométrica, el Universo Mathesis con sus ramas como Psicométrica, Econométrica, Sociometría, para de esa forma estudiar fenómenos utilizando la geometría y la física mecánica. Demostraron verdades se encuentran a través de mediciones. Y, sin las matemáticas, los seres humanos viviríamos como bestias.
Muchos de los grandes filósofos de los siglos posteriores, afirmaban que ser espinosista era el inicio de la ruta descubridora de lo que todos ellos habían intuido. Destruía el miedo, la culpa, obediencia absoluta, para ubicar gobiernos. Heredaba una visión positiva y constructiva para establecer las estructuras y sustituir las que estaba destruyendo. Kant, afirmaba las preguntas de Espinoza era la invitación a la sabiduria. Nietzsche reconoció habia proporcionado la base sólida para un futuro de libertad. Freud era uno de sus grandes admiradores y se basaba en sus ideas. Einstein afirmaba le dio marco para sus teorías. Una vida de profunda vivencia con herramientas espirituales para guiar nuestra ruta.
Pero, como también sucede con genios rebeldes, moriría solo y perseguido por todas las religiones, pero dejando un invaluable legado que muy pocos han conocido.
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