Ricardo Valenzuela
Durante años estuve sin entender cómo fue posible que Bergoglio llegara al papado y, sobre todo, que de inmediato se sumara a las causas del progresismo avanzando de forma tan asertiva por el mundo, y la iglesia abrazándolas. Sin embargo, cuando un buen amigo me informaba que las fuerzas más potentes que acudieran para ubicarlo en el papado no eran las tradicionales, sino que habían sido elementos educados por los jesuitas en EU y sus cómplices. Y el líder de ese grupo era Bill Clinton, educado en la Universidad Georgetown, con su escudero, John Podesta, también educado por jesuitas en Universidad Georgetown.
Y tratando de entender que un expresidente, no católico, habia sido pieza clave para elegir a Bergoglio. Y, sobre todo, sabiendo Francisco era jesuita concentrado, decidí seguir la pista de su filiación más importante, la Compañía de Jesus, y así se iniciaría la desaparición de mi ignorancia. Una organización religiosa fundada en 1534 por un exsoldado español que se convertiría en San Ignacio de Loyola, y seria aprobada por el Papa Paulo III.