Ricardo Valenzuela
Durante años estuve sin entender cómo fue posible que Bergoglio llegara al papado y, sobre todo, que de inmediato se sumara a las causas del progresismo avanzando de forma tan asertiva por el mundo, y la iglesia abrazándolas. Sin embargo, cuando un buen amigo me informaba que las fuerzas más potentes que acudieran para ubicarlo en el papado no eran las tradicionales, sino que habían sido elementos educados por los jesuitas en EU y sus cómplices. Y el líder de ese grupo era Bill Clinton, educado en la Universidad Georgetown, con su escudero, John Podesta, también educado por jesuitas en Universidad Georgetown.
Y tratando de entender que un expresidente, no católico, habia sido pieza clave para elegir a Bergoglio. Y, sobre todo, sabiendo Francisco era jesuita concentrado, decidí seguir la pista de su filiación más importante, la Compañía de Jesus, y así se iniciaría la desaparición de mi ignorancia. Una organización religiosa fundada en 1534 por un exsoldado español que se convertiría en San Ignacio de Loyola, y seria aprobada por el Papa Paulo III.
Así se iniciaba una de las historias más impresionantes y desconocidas del mundo. En menos de un siglo habían ya formado cerca de 1,000 instituciones regadas por todos los continentes. En Europa se convertían en los educadores de la realeza y aristocracia y, en el Nuevo Mundo, en domadores de los indígenas en una masiva obra de conversión al catolicismo. Pero, en las ricas colonias de lo que hoy día es Brasil, Perú, México, Argentina mostraban su faceta de exitosos emprendedores con proyectos de gran escala en agricultura, ganadería, minería, comercio.
Uno de los antepasados españoles de mi familia en el siglo 18, Diego de Valenzuela, se haría famoso cuando, contratado por uno de esos curas emprendedores, lideraría una partida de ganado de varios miles desde la región de la sierra en Sonora hasta el puerto de Guaymas para luego ser exportado. En esa zona de mi estado, este jesuita habia construido un verdadero imperio agrícola, ganadero, minero que provocaba esa región se convirtiera en nido de emprendedores.
Esas actividades tan exitosas de los jesuitas con su impresionante creación de riqueza amenazaban con rivalizar la riqueza de los Imperios de Europa. Pero, además, rivalizaban también con la riqueza de los diferentes virreinatos en el Nuevo Mundo, provocando la preocupación de los monarcas muy promovidas por sus celosos consejeros. Pero el factor más importante de su preocupación era que se trataba de un movimiento del cual los monarcas tuvieran poco control. Y se prendían los focos rojos principalmente en Francia y Portugal, que mutaran en pretexto para su caída. El absolutismo de los monarcas no permitiría esa peligrosa competencia.
En 1750 se firmaba el Tratado de Madrid donde se le cedía a Portugal una región amazónica controlada por jesuitas. Portugal estaba en desacuerdo con los jesuitas y los acusaran de estar formando su propio reino. Con la fuerza de un Voltaire gran promotor de la separación de la iglesia y el Estado, y crítico de la Iglesia católica, del cristianismo, del islam y del judaísmo. Provocaría un ambiente hostil contra los jesuitas en toda Europa acusándolos de estar programando a la juventud con su monopolio de educación. El intento de asesinato del Rey José I de Portugal fue el pretexto para iniciar la destrucción jesuita. Los acusaban de rebeldes, traidores y de una campaña infernal incitando revoluciones. De inmediato se iniciaba su expulsión a los Estados Pontificios.
Seguirían el ejemplo Francia y España, pero, con un rey manejado por su amante, madame Pompadour, quien odiaba a la iglesia, convencía al rey Luis XIV y sería Francia quien diera el golpe final expropiando su 84 colegios, sus bibliotecas, sus templos. Carlos III de España, después de su dictamen, los declaraba culpables de agitar y expropiaba también todos sus activos expulsando más de 3,000 miembros. Para 1768, los jesuitas habían sido expulsados de todos los reinos que ocupaban los Borbones y prohibían se mantuviera algún contacto con ellos.
Las comunidades jesuitas fueron disueltas, las bibliotecas confiscadas y las propiedades saqueadas. Presionado por el embajador español José Moñino, Lorenzo Ricci, ultimo de sus lideres, fue encarcelado en el Castillo de Sant'Angelo, Roma, donde sufrió aún más humillaciones y malos tratos. La supresión de la Compañía de Jesús supuso la expulsión de todos los miembros de la mayor parte de Europa Occidental y sus colonias a partir de 1759, junto con la abolición de la orden por la Santa Sede en 1773. Es decir, en Europa se habia destruido su causa y nunca permitirían reviviera
Y aquí es donde la historia se convierte en algo verdaderamente interesante. Habían destruido sus activos materiales, pero no su justa espiritual. Si les cerraban las puertas del mundo ¿A dónde podrían ir buscando libertad para seguir adelante? Pues, era sencillo, a ese altar de la libertad que se habia edificado en el nuevo mundo. Pero, antes de discutir su llegada a EU y cómo se han venido relacionando con elementos como los Clinton, Podesta y hasta George Soros, quiero brevemente tocar una experiencia en mi pais y en mi Alma Mater porque la considero especialmente importante.
Porque el Papa jesuita vino con ajustes de cuentas para México, y al inicio de los 70s se dio un encontronazo entre jesuitas infiltrados en el Tecnológico de Monterrey y el gran empresario y fundador del instituto, Eugenio Garza Sada. La disputa ideológica trató de sumergir al Tecnológico de Monterrey, influido por jesuitas que lo habían penetrado con pies de gato y entre sombras. Los estudiantes y profesores se confrontaron con el empresariado regiomontano y tras una huelga de hambre, los jesuitas fueron expulsados del Tecnológico y se dispersaron por todo México, incluyendo el Instituto Patria, el enclave jesuita en la Ciudad de México.
De esa confrontación entre el empresariado y los jesuitas se fortalecería la insurgencia de la Liga Comunista 23 de Septiembre, que el 17 de septiembre de 1973 culminó con el asesinato de don Eugenio Garza Sada, en Monterrey, y 18 días después, el de Fernando Aranguren, líder empresarial de Guadalajara. El quiebre de Mexico con jesuitas fue total. Fue en ese año 1973, cuando Bergoglio fue designado Superior Provincial de los Jesuitas en Argentina y vivió de cerca la confrontación con los empresarios en México, en particular con el Tecnológico de Monterrey con gran sonrisa.
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