Habiendo surgido
el comercio global como el tema perfecto para que los aspirantes a libertarios
agarren monte hacía los mogotes. Regreso a mi pontificado para, primero,
afirmar no se puede elevar el comercio entre naciones como un elemento único y
sagrado de la economía. Una etiqueta que me hace recordar la canción de Pedro
Infante: “yo sigo siendo soltero, la casada es mi mujer.” Una relación en la
cual solo una parte tiene libertad para hacer lo que quiera y la otra aceptar
sin cuestionar. Economía es mucho más que libre comercio.
El problema que ha surgido en comercio global es el enfrentamiento de EU contra el Mundo. Sin abarcar ese universo sin límites como es el mundo, utilizaremos el principal elemento de esta inmensidad de huérfanos globales rondando una sola teta, China. Desde que Nixon visitara China en 1973, marcaria el inicio del fatal programa de Kissinger para la conversión de China en la nueva potencia mundial desplazando a EU. El periodo inicial que, ante los ojos del mundo, se presentaba como una sociedad estratégica benéfica para todos. Sin embargo, de inmediato iniciaría su mutación, pues en realidad estaban creando al nuevo Frankenstein.