Ricardo Valenzuela
Para entender lo que está sucediendo en Venezuela, debemos conocer la historia del proceso que ha creado cavernarios como Maduro por todo el mundo. En especial, America Latina donde hoy moran en Colombia, Nicaragua, Cuba, Brasil etcétera.
En 1947, dos años después del final de la Segunda Guerra mundial, un escritor inventaría la frase “guerra fría,” para describir la hostilidad surgiendo entre los EU y la Unión Soviética. Durante casi 50 años este enfrentamiento entre los dos superpoderes y sus aliados, definieron la geopolítica mundial. Sin embargo, la guerra fría fue más que una confrontación militar. Realmente sería un conflicto total entre el Oeste—la democracia capitalista de EU y el Este—el bloque de la Union Soviética comunista. Con su triunfo, los EU se identificaba como la gran potencia lo que obligaba a una permanente situación de alerta ante peligro de guerra.
Sin embargo, desde el inicio del siglo 20, los EU habían estado sufriendo una serie de ataques con el claro objetivo de modificar su esquema libertario heredado por sus padres fundadores. El primero había sido la activación del Fondo de la Reserva Federal propiedad de 12 bancos extranjeros. El segundo fue la Primera Guerra Mundial pues, como afirmara Jefferson; “siempre que hay guerra, al desaparecer el humo de los cañones, emerge un Estado agigantado y una sociedad menos libre.” En preparación para los siguientes, en 1929 explotaba la Gran Depresión que, con el New Deal, se apretaran las cadenas de la subyugación.
El tercero sería la Segunda Guerra Mundial que provocaría la configuración total del mundo. Y siendo EU el único país que no había sido destruido, se presentara saludable para el inicio de los que sería su primacía global. Así, surgia el cuarto ataque con el acuerdo Bretton Woods. Con eso se entregaba a EU un arma importante como fue un sistema monetario basado en el dólar para consolidar su nuevo papel. Pocos se dieron cuenta que con esos acuerdos se iniciaba algo diabólico. El primer paso para abandonar las monedas respaldadas a favor del dinero fiat.
Y, frente a los nuevos observadores, supuestamente a los EU le permitía desarrollar una economía premier dirigida por los consumidores. Y, según los mismos calificadores, durante esa guerra fría, los EU probaban tener lo necesario y reportarían una prosperidad domestica sin precedentes, mientras construían un establecimiento militar permanente tanto en casa como a nivel global, elemento básico para triunfar ante el reto comunista. En lugar de ser mutualmente exclusiva, la política económica doméstica y la política de seguridad en Guerra Fría, combinada con otro factor, la estructura económica internacional, supuestamente, provocaba la increíble prosperidad de los americanos y del mundo capitalista.
La diplomacia económica creaba la maquinaria del tren que provocaba la tendencia económica y de seguridad del mundo “libre.” Al mismo tiempo fusionaba los EU y otras “naciones capitalistas” hacia una larga ruta para establecer alianzas económicas y militares. Las viejas historias de la Guerra Fría siempre habían demostrado el permanente conflicto abierto y su diplomacia. Era hora de crear una nueva historia. A los factores económicos para sobrevivencia nacional y, sobre todo, del éxito económico, nunca se había dado la importancia requerida. Pero, era un hecho que, sin una base económica sana, la política exterior de las naciones se sentaba sobre bases arenosas.
Al final de la segunda guerra, el Imperio Británico se hundió en los bajíos de su quebrada tesorería. Gorbachev no pudo salvar al Imperio Soviético porque su economía estaba destrozada. Los EU construía su hegemonía durante la Guerra Fría sobre las bases creadas por su milagrosa capacidad de producción. Así, EU convertiría la confrontación geopolítica bipolar en la gasolina que impulsaría su economía doméstica. En una era de guerra masiva, los electores eran seducidos por la sabiduria de las políticas de sus lideres y, sobre todo, la amenaza de la Union Soviética y, en especial, la economía para construir una buena vida.
Porque los americanos rezaban en el altar del individualismo. Y como sociedad, todavía no portaban una ideología basada en la intervención del gobierno en la economía doméstica. Las batallas presupuestales de los 90s mostraban el camino en que este agujero negro ideológico paralizaba al sector público en tiempos de paz. La guerra fría resolvía ese problema americano surtiendo la mejor justificación posible para el gobierno con la expansión de la seguridad nacional, sus ejércitos que, ciudadanos temerosos, demandaban.
Cuando el presidente Eisenhower denunciaba la emergencia del Complejo Militar Industrial como gran peligro para la democracia y para las bases de la república, conquistaba los corazones y mentes. Pero ¿qué fue lo que fallaría? Los dineros del presupuesto de EU surgían con fuerza hacia ese complejo, la expansión de bases en todo el país y a través del mundo y un presupuesto de $1 trillón. Un peligro que el Gral Patton, entre otras cosas que detectara, había amenazado con exponer, al final de la guerra, su corrupción y manipulación de parte de Inglaterra, pero, un día antes de su regreso, fue asesinado.
La mitad americana del mundo bipolar descansaba sobre dos tipos de alianzas. La principal era el sistema económico de Bretton Woods determinando el curso económico del mundo capitalista. Permitía a las naciones occidentales participar de la afluencia que los EU habían establecido en medio de la carnicería de la guerra mundial. Pero siendo un sistema establecido por Keynes y su socio, White, economista miembro del partido comunista de EU, había nacido con una dedicatoria que nadie detectaría. Roosevelt es bien sabido era un socialista lo mismo que su tesorero.
Cuando surgiera la factura que tuvieran que pagar, Nixon decidía abandonarlo para convertir el mundo en el casino global de los oligarcas que siempre habían estado en las sombras. Así, su letal arma, el FED, surgiría como el verdugo internacional que ha dominado al mundo. Era la hora del surgimiento de la etapa final de esa conquista soñada por Mayer Rothschild cuando afirmara: “denme el monopolio de la emisión de monedas, y no me importa quien haga las leyes.” Enviaría a uno de sus hijos a Londres para iniciar su conquista mundial y, la primera víctima, sería el Banco de Inglaterra. Seguirían los EU.
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