RICARDO VALENZUELA
En mi nota
anterior con toda claridad afirmaba que, desde la muerte de Kennedy, el único presidente
que se ha enfrentado la gran amenaza mundial de la oligarquia global ha sido
Donald Trump. Y he partido de esa fecha por una simple razón, porque Kennedy
fue el primero en el inicio de una era en que ya surgían enfrentamientos que le
costaran la vida a su padrino político, James Forrestal, cuando, siendo un
hombre de gran integridad, amenazaba con dar a conocer lo que ya sucedía. Pero,
antes de su muerte, no solo enteraría a Kennedy, le advertía del peligro.
“Enfrentamos en el mundo una poderosa conspiración monolítica sin límites que basa sus operaciones secretas para expandir su influencia—con infiltración en lugar de invasiones, con subversiones en lugar de elecciones, con intimidación en lugar de libertad para elegir, con guerrillas operando en la oscuridad en lugar de ejércitos combatiendo de día. Un sistema que ha acumulado vastos recursos materiales y humanos para construir una maquinaria altamente eficiente que combina operaciones militares, diplomáticas, de inteligencia, económicas, científicas y políticas. Sus preparativos se ocultan, nunca son publicados. Sus errores son enterrados, no publicados. Sus disidentes son silenciados, no elogiados. Ningún gasto es cuestionado, ningún rumor es impreso, ningún secreto es revelado.”