EFICIENCIA, EFECTIVIDAD E INEPTITUD DE GOBIERNOS
Ricardo Valenzuela
En aquel histórico
noviembre de 1989, todos los noticieros del mundo transmitían las increíbles escenas
de grupos de alemanes orientales y occidentales, armados con grandes marros
derribando el tristemente famoso muro de Berlin. Llamaba la atención que esos
futuros empresarios guardaban pedazos del muro derribado que, con ese novedoso espíritu
empresarial, los anunciaran en periódicos y los venderían por todo el mundo. Se
abría una compuerta para millones aspirantes a emprendedores congelados en
Alemania Oriental.
Los que
compraban esos pedazos tendrían en sus manos un tesoro y la memoria de un
evento superior al colapso del comunismo ya en agonía. Los escombros del muro
de Berlin representaban la más importante pila de material histórico desde la caída
de las murallas de san Giovanni que habían sido destruidas cinco siglos antes
en aquel Febrero de 1495. La destrucción de san Giovanni habia sido ejecutada
por el rey francés Carlos VIII y sería la primera explosión de la revolucion de
la pólvora que cambiaria ese arte de la guerra.
Un hecho histórico importante que marcaría también el fin de la era feudal y la emergencia del industrialismo. Pero, la destrucción del muro de Berlin marcaría no solo ese gran punto histórico, sino un parteaguas que permitiría ese pasaje de la era industrial hacia la nueva era de la información. Nunca se habia atestiguado un símbolo más grande del triunfo de la eficiencia contra el poder. Cuando las paredes de San Giovanni se derrumbaron, caían en medio de una demostración mundial de que los retornos económicos de la violencia habían aumentado de forma dramática. La caída del muro de Berlin tendría un significado muy diferente. Los retornos de la violencia estaban también derrumbándose con él.
EL muro de
Berlin probaría haber sido mucho más simbólico de toda la era de las naciones-estado
industriales que lo que aquellas multitudes en el muro o los millones observando
en la distancia no entendían su magnitud. El muro de Berlin se habia construido
con un propósito diferente que el de San Giovanni, edificado para evitar que la
gente del interior pudieran escapar hacia la libertad, en lugar de prevenir que
depredadores externos entraran. Solo ese hecho sería el gran indicador del
desmedido crecimiento del poder del Estado desde el siglo 15 a la fecha
presente que ya era algo insoportable.
Durante
siglos la Nación—Estado provocaría
que todos los muros exteriores fueran redundantes e innecesarios. El nivel monopólico
de la coerción que el Estado ejercía en todas aquellas áreas fue donde primero
se establecieran haciéndolas más pacificas internamente y más formidables
militarmente que cualquier otra soberanía que el mundo hubiere atestiguado. El
Estado usaba recursos extraídos de poblaciones desarmadas para, supuestamente,
cazar depredadores de menor escala. Así, la nación-estado se convirtió en el
instrumento más exitoso para apoderarse de los recursos de la gente, que cada día
crecía sin medida. Y ese éxito se basaría en una habilidad superior para
extraer la riqueza de sus ciudadanos so penas terribles.
Antes que la transición
de nación-estado a la nueva soberanía de la era de la información se terminara,
miles de residentes de las naciones más grandes y poderosas de occidente, como
sus contrapartes de Berlin en 1989, estarían conspirando para abandonarlas.
Solo una pista de lo que se esperaba, el presidente de EU en 1989 proponía un
impuesto de salida, un muro de Berlin para el capital que requeriría a los
ricos pagar un rescate para escapar con parte de su dinero. El rescate-extorción
de Clinton no solo nos hacía recordar la vieja Alemania Oriental tratando a los
ciudadanos como sus activos, sino también al Imperio Romano en declive tratando
de succionar dinero de los ricos. Pero ¿era realmente Clinton quien se atrevía?
Y la pregunta debería ser ¿Por qué la Guerra Fría que surgió después del sistema de las Grandes Potencias y enfrentó como sus contendientes finales a las dictaduras comunistas contra las democracias del estado de bienestar? ¿Por qué tantos otros sistemas de soberanía se desgastaron hasta su insignificancia mientras la gran lucha por el poder global vio a las democracias derrochadoras alinearse contra los sistemas socialistas de Estado?
Ambos sistemas se
enfrentaron por los recursos. Pero, la equivocación sería efectividad (producción
total) no eficiencia (la relación producción-insumo) En los siglos anteriores se
habían necesitado gobiernos que pudieran allegarse todos esos recursos
necesitados para hacer guerra. En cierto momento se parecían. Ambos facilitaban
control de recursos sin impedimentos de parte del gobierno. La gran diferencia
fue las democracias ubicaban aún más recursos en manos del Estado que los
socialistas. Aquí se provocaba un interesante fenómeno. Menos para ser Más. Las
democracias permitieron individuos fueran propietarios y acumularan riqueza. Ya
que habían acumulado riqueza, con impuestos les expropiaban buena parte. De
nuevo, Menos para ser Más.
Para qué
expropiar y dar el manejo de negocios, riqueza, a las manos ineptas y corruptas
de la burocracia. Estarían mil veces mejor en las manos de profesionales que
las formaron, mejor me convierto en socio pasivo y les doy la libertad para que
continúen creando riqueza de la cual, yo siempre me llevo una buena parte. Fue
el secreto de Hitler quien, con una Alemania destrozada, endeudada y cercenada por
la primera guerra mundial y, sobre todo, en medio de la Gran Depresión, surgió rugiendo
su economía en lo que se consideró un milagro porque él habia decidido no matar
a la gallina de los huevos de oro. Y quienes lo llevaron al liderazgo fueron
los oligarcas del Deutsche Bank, de Mercedes Benz, Rothschild, el Vaticano, BMW,
Farben, y los de EU Rockefeller, Prescott Bush, JP Morgan, Henry Ford.
Comparado con el comunismo, el estado de bienestar fue siempre un sistema más eficiente. Pero, comparado con el Laissez-faire de Hong Kong, el estado de bienestar muestra su ineficiencia. Y es el gran indicador de la potencia de una economía libre que ya no la permiten. Sin embargo, lejos de afirmar que la democracia del bienestar será el sistema triunfante, como muchos han asumido, ha sido más parecido a un gemelo fraternal del socialismo. Y la misma revolución mega política que mató al comunismo, será también quien socave y destruya el estado democrático del bienestar como lo hemos conocido. Si no hacemos algo para evitarlo.
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