La única alternativa que tienen los EU para resolver el problema de sus déficits y renovar su productividad, es abandonar el presente sistema monetario y regresar al patrón oro. Trump lo sabe, y creo que hacia allá se dirige.
En el verano de 1995 asistí a una conferencia en la ciudad de Nueva York patrocinada por Policonomics, empresa consultora en asuntos económicos. El expositor era el Entrepreneur de moda en aquellos años, Donald Trump, y el tema era política fiscal y comercio. En la presentación se develaba un hombre que abrazaba la teoría económica del Supply-Side, mercados libres y, en especial, libre comercio. Exponía la forma en que se había manipulado ese comercio a través de tratados que les daban todo el poder a los gobiernos, y proponía asumir una verdadera libertad de intercambio mundial eliminando totalmente obstáculos como tarifas, subsidios, barreras.
Algo que llamó especialmente mi atención, fue la forma en que agresivamente criticaba las manipulaciones monetarias para incrementar el comercio de los países, y sus objetivos ocultos para fortalecer las reservas de sus bancos centrales. Al final identificaba la fuente del problema comercial más directamente en el sistema monetario internacional que describió como el casino más grande del mundo.
Inglaterra fue el motor del comercio mundial porque, en lugar de negociar acuerdos de intercambio con otros países, aceptaba activos representados en papeles financieros a cambio de productos, y el comercio mundial se expandió de forma explosiva. Gran Bretaña vendía productos terminados a los mercados de materias primas, y ellos pagaban con sus ventas a las naciones industriales de Europa y EU, o “emitiendo bonos para los inversionistas ingleses” ejecutados por los Rothschild. Las naciones industrializadas pagaban los productores primarios y a EU, vendiendo a Inglaterra productos semiterminados. Los EU balanceaban sus cuentas con el flujo de inversiones inglesas.
Para los liberales, libre comercio es la ausencia interventora del gobierno: sin tarifas, sin cuotas, sin subsidios. Pero, para los gobiernos es un complejo entarimado de políticas comerciales manipuladas, y su poder para establecer las reglas. ¿Cuáles importaciones serán grabadas, y qué tanto? ¿Qué exportaciones serán subsidiadas, qué tanto? ¿Cómo se harán respetar las políticas internas como empleo, el medio ambiente? Así los gobiernos deciden, en lugar del consumidor, el flujo que deben de tener los productos en el comercio internacional.
Durante mucho tiempo el establishment mundial gritó pidiendo libre comercio, pero, al mismo tiempo estaban nutriendo bajo la mesa a los opositores de la verdadera libertad de intercambio. El binomio emanado de Bretton Woods, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, iniciaron el apoyo a los nuevos acuerdos mercantilistas que afirmaban las exportaciones es lo que hacen ricos a los países, importaciones los empobrecen. La mayoría de las decisiones en Bretton Woods fueron tomadas bajo el consejo de dos economistas; John Maynard Keynes, héroe de los gobiernos socialistas durante el siglo 20, y Harry Dexter White, economista americano que fuera denunciado como miembro del partido comunista.
Murray Rothbard se oponía al TLC y demostró que etiquetaban acuerdo de Libre Comercio, a lo que era una forma de incrementar el control del gobierno sobre las economías. Había pistas muy evidentes de que, en la trastienda del acuerdo se ocultaban prácticas proteccionistas. Y cerraba; “el genuino libre comercio no requiere de tratados. Los gobiernos nunca renuncian a sus poderes y los tratados genuinos es lo que requieren. Pero al concluir las negociaciones, nos damos cuenta de que los gobiernos han afianzado, no limitado ni compartido su poder”.
Como señalaba Vilfredo Pareto: “Para el proteccionista, los tratados de libre comercio son fundamentales para el futuro económico de un país. Cada vez que se aprueba uno, lo único que se ve es la atenuación de las barreras arancelarias, pero lo que no se ve es la proliferación y armonización de barreras no arancelarias que impiden la libre empresa y crean monopolios internacionales a costa del consumidor”.
¿Por qué las tarifas de Trump?
Desde que el mundo se entregó a las monedas flotantes sin respaldo. El mercado de divisas se ha inflado hasta alcanzar más de 10 trillones de dólares diarios.
La economía es un sistema de información gobernado por el conocimiento empresarial, que debe ser guiado por una divisa sólida [respaldada por oro o plata]. En la nueva economía de la información, el conocimiento y el crecimiento dependen de una moneda que debe transmitir mensajes a través de los precios. Pero cuando el dinero se convierte en un reflejo de las políticas de los bancos centrales, no puede cumplir ese papel ni con el papel necesario en el comercio internacional. Entre los consejeros económicos de Trump está mi buena amiga, Dr. Judy Shelton, gran economista y promotora del Patrón Oro. En mi opinión, Trump quiere regresar al patrón oro y estos son sus preparativos.
“Un antagonismo histérico hacia el patrón oro es algo que unifica a todos los estatistas del mundo”, escribía Alan Greenspan en 1966. “Ellos sienten—más que los defensores de laissez-faire—que el oro y libertad económica son inseparables, porque el patrón oro es un instrumento de laissez-faire que uno implica y requiere del otro”. Afirmaciones que después, en su confirmación como presidente del FED, repudiaría describiendo sus palabras como contemplaciones filosóficas. Es entendible porque el patrón oro haría la responsabilidad del presidente del FED, manipular la economía y redistribuir la riqueza, prácticamente imposible.
Un sistema monetario basado en una divisa reserva es insostenible, porque las reservas extranjeras oficiales en dólares se deben adquirir y se tienen que pagar con mercancías. En otras palabras, el incremento en las reservas oficiales en dólares equivale a las exportaciones netas del resto del mundo, lo que significa que también debe igualar el déficit de pagos internacionales de los Estados Unidos, una situación insostenible. El Fed no debe seguir emitiendo pagarés sin valor.
Afirma Hugo Salinas Price: “El que países como China rematan todos sus productos para provocar superávits y los “horrorosos” déficits de EU, es porque el monto de los superávits va directo a las reservas de su banco central”. En este sistema monetario basado en el dólar requiere a los bancos centrales mantenerlos en sus reservas, y la forma de obtenerlos es forzando esos superávits. Todos los déficits que sufre EU, es por la necesidad de los bancos centrales de acumular sus dólares. La única alternativa que tienen los EU para resolver el problema de sus déficits y renovar su productividad, es abandonar el presente sistema monetario y regresar al patrón oro.
Estados Unidos, el FMI y Alemania tienen tanto oro como el resto del mundo. Trump ha demostrado simpatía por el patrón oro y ha expresado que fue fundamental para que EEUU fuera grande: “teníamos un país realmente sólido porque se basaba en el patrón oro”, señaló durante una entrevista. Y EEUU tiene más oro que el FMI y Alemania juntos. Trump lo sabe mejor que nadie, y creo que hacia allá se dirige ante el pavor y el odio de la mafia financiera mundial que no cesan en su afán para destruirlo.
No comments:
Post a Comment