Hermosillo, Sonora
Diciembre 23, 2003-
Estimados Amigos:
Ante la grave paralización
del país y el extravío de nuestros líderes, más que sentir optimismo, debemos seriamente
preocuparnos por este 2004 que ya nos asecha amenazante. Pienso ha llegado la
hora de seriamente revisar nuestra triste historia…para cambiarla.
Uno de los hombres
que yo más he admirado fue mi tío Gilberto Valenzuela, el número dos en la
lista de 16 hermanos sahuaripeños en la cual mi padre era el 15. Siendo unos 20
años mayor que mi padre, durante toda su vida fungió como el símbolo que
forjara sus valores, su personalidad y su conducta. Ello me afectaría directamente
pues la responsabilidad de ser su hijo, en muchas ocasiones se convirtió en una
carga demasiado pesada la cual, con humildad acepto, a veces no pude sostener.
Recién graduado del Tec de Monterrey, decidí iniciar mi vida profesional en la ciudad de México lo cual me daría la oportunidad de vivir una experiencia que, hasta hoy, ya en el camino hacia esa etapa vital de profunda reflexión, realmente la he llegado a entender y apreciar. En los años que estuve en la capital del país, tuve la fortuna de establecer una relación especial con mi tío que me llevó a reunirme con él cada vez que había oportunidad y siendo un hombre generoso, lo fue también con su tiempo para conmigo.
Las reuniones se
iniciaron como un especie de obligación impuesta por mi padre de visitar al tío,
cuando también me aconsejaba algo que el principio me parecía tedioso—el tomar
notas de todos los temas tratados en esos encuentros. Sin embargo, después del
primero y a medida que avanzaban, más increíble me parecía la aventura al
escuchar a este hombre tan sabio. Nos reuníamos en de su casa cada semana y los
encuentros se extenderían por un periodo de casi tres años. Los temas que se
exponían iban desde la propia vida del tío, que se asemejaba a una película,
pasando por la historia, sociología, filosofía, politica y, un tema que mi tío
dominaba como el mejor y a mi me apasionaba; economía.
Dejé la ciudad de México a mediados de los años 70 cargado con decenas de hojas manuscritas producto de nuestras reuniones. Pero luego me sumergía en un mundo diferente, el de logros materiales, los títulos, los aplausos y las hojas con el material del tío Gilberto quedaban archivadas en algún mueble del rincón de los olvidos. Pero como dijo el poeta; avive el alma y despierte, hace un par de años inquieto me di a la búsqueda de las preciadas minutas y al encontrarme con la frustración de no dar con ellas, llegué a pensar que las había extraviado al igual que muchos otros tesoros perdidos durante mi azarosa vida.
Hace unos meses creo haberme
sentido igual que Colon cuando descubriera el nuevo mundo. En el almacén de una
casa deshabitada, luego de absorber el polvo de tantos años, encontraba tan
preciado tesoro. Después de casi 30 años de nuevo estaban ante mí las notas
emanadas del pensamiento de Gilberto Valenzuela. Luego de extraer los
documentos e iniciar su lectura, me parecía imposible aceptar que fuera algo producido
por mí. A medida que avanzaba mi rencuentro con Don Gilberto, su contenido
producía algo semejante a bellas notas musicales que me arrullaban, pero también
avivaban mi conciencia y sentía se corría un nebuloso velo de mi vista.
Me ha tomado tiempo de nuevo leer y asimilar los viejos apuntes, pero, hoy puedo entender infinidad de cosas que me han obsesionado durante toda mi vida, han provocado grandes frustraciones y, sobre todo, me han impedido hacer aportaciones cuando me inmovilizaban. Entiendo mejor la historia de México y cómo hemos llegado al destino que hoy día nos zarandea. Entiendo en qué parte del camino se desrieló la cultura libertaria que invadía nuestro país en el siglo XIX. Cultura que, promovía Hidalgo fuera lector de Locke, Rousseau, Montesquieu, Jefferson y demás liberales del pasado. Por ello, la ejecución de Miguel Hidalgo no solo cegaba su vida, cegaba también la verdadera independencia de Mexico tanto que, se paría la caricatura de un imperio y se gestaba nuestro calvario de los últimos casi 200 años.
Entiendo mejor la
lucha de conservadores contra liberales; entiendo cómo se modificó el
liberalismo de Porfirio Diaz a su imagen y semejanza y, sobre todo, por qué.
Entiendo donde quedaron tirados los principios liberales de Madero y Obregón.
Entiendo que, aun cuando Zapata despreciara el ejido, se instalara como el
símbolo más insultante de su fallida y deforme revolución. Pero, sobre todo,
ahora con gran claridad veo la infame telaraña que tejieron los revolucionarios
para mantener al país secuestrado y más entiendo que mi tío Gilberto, habiendo
sido el autor del Plan de Agua Prieta, nunca hubiera aceptado ser miembro del
PRI en su colapso con Calles.
Ahora entiendo el que
un hombre de la mente, de los logros y de la limpieza de Gilberto Valenzuela,
se le ignore, no sólo en la historia de Mexico, sino en la de su propio estado,
que en fin, fue el gran “enemigo de la revolución” al rebelarse contra Calles
en su Plan Hermosillo y, aun cuando fracasara en su intento de rescatar la
patria de la ruta que nos llevó a ésta encrucijada, con esa visión profética
que lo caracterizaba muy claramente dibujó el futuro de Mexico….que hoy se ha
convertido en nuestro devorador presente y lo mas triste, no se mira algún
mecánico que destrabe la oxidada maquinaria.
Intento compartir estos
viejos apuntes con mis amigos en una serie de escritos que, debelarán el
pensamiento de uno de los grandes liberales sonorenses; Gilberto Valenzuela. Hoy
sólo les entrego un anticipo con la entrada del Plan Hermosillo que, en mis notas
aparece como una de las frases favoritas de Don Gilberto:
“Tengo que exhibir las ruindades, los crímenes que
han regido el programa del gobierno, para que estas verdades pasen lista en las
filas de quienes propugnamos por una era mejor. Una era sin un agrarismo a lo
Calles que ha matado la agricultura, un laborismo que sólo es holgazanería y
afán insaciable de enriquecimiento, un laborismo que ha asesinado la industria,
sin una política económica que consista únicamente en reducción de sueldos de
míseros empleados, que permitan amasar fortunas que se convierten a la postre
en posesiones como Soledad de la Mota, y residencias palaciegas para cortesanas
impúdicas en Anzures y en el fraccionamiento Hipódromo.”
"Seguiremos en esta cruzada por la salvación
de la Patria que nos hemos impuesto y terminaré anunciando dentro de pocos
días, allí en Huatabampo, junto a las cenizas aún calientes de Alvaro Obregón,
traicionado por quienes le dieron el fatídico beso de Judas, jurándole ser el
mejor y más leal de sus discípulos, declararé con voz alta a la faz de la
nación, cómo el cobarde, el asesino, el Borgia de la época actual, Plutarco
Elías Calles, fraguó y llevó a cabo el
proditorio asesinato del jefe de la Revolución.”
¡Abajo el dominio de Plutarco Elías Calles! ¡Abajo la
imposición! ¡Queremos construir un pueblo libre para pensar, libre para
obrar de acuerdo con nuestras leyes conquistadas a costa de tantos sacrificios!
Hermosillo, Son., febrero de 1929.
Por un nuevo año finalmente, en la libertad
Ricardo Valenzuela
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