Durante ya
cerca de tres meses me he levantado todos esos dias esperando que, al encender
mi computadora, me iluminara algún mensaje informando la caída del sindicato
criminal que ha abusado de Venezuela durante un cuarto de siglo. Porque, desde
la fecha en que la oposición emergiera victoriosa en la elección, el tiempo que
ha transcurrido parece algo similar a una película de Federico Fellini que
nadie las entendía. Yo no entiendo como es posible que, con tantas evidencias,
no se haya activado un mecanismo internacional con autoridad para hacer lo que
se cumpla el mandato de la gente.
En estos dias que han transcurrido, no han faltado esas mulas espantadas tratando de comparar a Maduro-Chavez con Pinochet y el resultado de las dos tiranías, algo que, después de meditarlo, me ha parecido un ejercicio interesante para llevar a cabo. Entonces, iniciemos tal confrontación, pero, no con odas vacías como lo han estado haciendo los chavistas cuando no tienen datos duros, sino con esas evidencias firmes. Primero, la situación de Chile que motivara el golpe de Pinochet. Segundo, los resultados tan diferentes que ambas dictaduras produjeran. Tercero, cuales fueran las situaciones económicas de ambos al llegar la dictadura. Cuarto, cómo manejarían ambos paises el rescate de las dictaduras y sus resultados económicos.
Chile habia caído en manos del más recalcitrante marxista que fuera Salvador Allende. Así, a través de su programa Vía Chilena hacia el socialismo, inició una ola de draconianos impuestos, expropiaciones, nacionalizaciones de las actividades claves de la economía. Los gastos del gobierno se incrementaron 60%. Se expropiaron las propiedades agrícolas superiores a 8 hectáreas. La inflación se disparaba a casi un 500%. Se estableció el control de precios resultando en escases, se llevó a cabo una política monetaria suicida desembocando en una hiperinflación que hizo imposible el funcionamiento normal de la economía y el pais hervía en medio de la desesperación.
En la
avenida principal de Santiago ya se estaba construyendo el edificio que sería
sede del partido comunista de Alemania Oriental. Así Chile descendía al mundo
de las tinieblas.
Pinochet, a
diferencia de Chavez y Maduro, no se sentiría tan sabio para enfrentar sin
armas la grave problemática. Por gracia de Dios ya habían arribado los Chicago
Boys. Un grupo de chilenos que habían obtenido sus doctorados en economía en la
Universidad de Chicago. Después que Pinochet rechazara las clásicas recetas
mercantilistas, le presentarían un plan que esos Chicago Boys habían elaborado
como un ejercicio académico. El proyecto se le llegó a conocer como "El
Ladrillo". En el inter, uno de los miembros del grupo establecía contacto
con los altos mandos de la Armada Nacional. Fue de esa forma que el documento
llegara a la junta de gobierno militar y lo contemplara como posible solución a
la grave problemática.
El documento demostraba que sus ideas tenían fuerza. Ideas que deberían debatirse y convencer; la fuerza de estas ideas era lo que impulsaría el desarrollo del país; que esta tarea era de todos, y el compromiso genuino de estos ideales libertarios era lo único que permitiría transitar el umbral de la ilusión hacia la realidad. Muchos se extrañaron de que el gobierno militar aplicara un programa libertario tan ajeno a los conceptos de centralización con lo que todos los ejércitos operan. Ello se debió a la visión y el pragmatismo de que hicieron gala los comandantes de cada una de las instituciones armadas. Pensaban con lógica y veían la realidad.
El modelo de libertad económica propuesto tenía coherencia lógica y ofrecía una posibilidad real para rescatar el país de ese infierno y así darle su nueva libertad. Los militares lo entendieron. Me afirmaba mi buen amigo Rolf Luders, ex ministro de hacienda, uno miembro de los Chicago Boys, que el mismo Pinochet finalmente afirmara: “Ya hemos tratado todo y nada ha funcionado, no perderemos nada tratando con este”.
Chile sería el primer experimento de la aplicación de esas reglas de economía ortodoxa en un país subdesarrollado. Un laboratorio donde se probarían las teorías liberales en el tercer mundo, algo nunca intentado. También sería ejemplo del fracaso socialista latinoamericano. El comercio internacional fue liberalizado, los precios fueron dejados a las leyes de oferta y demanda, las empresas estatales fueron privatizadas, el sector financiero desregulado, las emisiones de dinero controladas, se rescató el sagrado principio de respeto a la propiedad privada y las funciones del estado fueron drásticamente reducidas.
Chile se había convertido en el oasis de prosperidad del continente latinoamericano que se ha distinguido, y, sigue distinguiéndose, por tantos fracasos económicos. ¡Y Chile no tenía petróleo!
Rolf Luders, Chicago Boy y ex Ministro de Economía en la era de Pinochet, afirma hay dos Américas Latinas muy diferentes. La vieja que permanece atrapada la retórica marxista e incluye Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Honduras, ahora Mexico. La otra nueva, demócrata y orientada al mercado libre e incluye; Chile, Argentina, rescatada por Milei, Costa Rica, Paraguay, Uruguay, El Salvador, rescatado por Bukele. Pero Chile, dio ejemplo como el país más próspero y estable del grupo reportando crecimientos de casi 7% durante años, con el ingreso per cápita más alto de América Latina. Todo ello debido a las acciones que tomaron los Chicago Boys en su momento y, en especial, a quien hiciera posible su nacimiento, Alito.
De forma contundente Chile demostró que los mercados libres sí funcionan para generar sociedades libres". La junta fue un gobierno militar que había llegado al poder mediante un golpe de Estado, y terminó después de que un plebiscito democrático que perdiera y aceptara Augusto Pinochet, y dejar la presidencia.
Sin embargo, primero Chavez y luego Maduro, ambos presos de un amor enfermizo del viejo comunista Fidel Castro, procedían a ejecutar la misma receta que había llevado a Chile a su infierno. Y, esto, amigos queriendo hacer comparaciones, es la realidad en donde Pinochet abandonara el poder al perder en una votación. Pero, los chavistas, ante la realidad de la furia de un pueblo agraviado, de una forma que ya parece una comedia barata se niegan a cumplir el mandato que los venezolanos democráticamente les ordenaron.
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