Ricardo Valenzuela
Al inicio de
su primera administración Trump cometía un grave pecado cuando, ante la crema y
nata de los destructores agrupados en la fatal ONU, les mostraba su gran preocupación
por los avances del socialismo por todo el mundo. Pero, lo que provocaba la
histeria de tan selecta concurrencia, fue cuando les comunicara que él iniciaría
una lucha especial y sin límites cuyo plazo sería dictado solo por la victoria,
para que ese socialismo, ya presente en EU, fuera derrotado y recuperar los
valores que estaba destruyendo.
Pero a esa multitud la denuncia de Trump no era algo que los sorprendiera. No, porque ellos eran los soldados que ya participaban en esa invasión. La sorpresa sería para la mayoría de la gente en EU porque, por infinidad de circunstancias, no tenían idea de que EU hace mucho tiempo ya califica como socialista. Y uno de los motivos es porque, desgraciadamente, es la único que han conocido, y no tiene la fisonomía con lo que ellos identifican esa filosofía de guerra, expropiaciones ilegales etc. Además, sus políticos siempre han estado gritando su lucha por la libertad, democracia y hasta se atreven a incluir mercados libres, pero desde hace mucho tiempo ellos mismos han estado instalando ese socialismo disfrazado y avanzan.
Los generales más exitosos de la historia siempre afirmaban que, en la guerra, hay que conocer bien al enemigo. Muchos americanos se quedarían sorprendidos de que este proceso ha tenido una potente fuerza que lo ha impulsado a este increíble nivel. Los mismos poderes financieros que nacieran con el capitalismo puro del siglo 19 y elevaran EU a la grandeza, son también los que crearon el comunismo. Iniciaron apoyando a Marx, ya residiendo en Londres, para que publicara su Manifiesto Comunista, la plaga mundial.
Los mismos
que, ante la revolucion rusa de 1905 abortada, sus dos revolucionarios, Lenin y
Trotsky, tuvieran que huir para ser bien recibidos en Inglaterra y EU, hasta
que los agentes británicos fueran enviados a Moscu para preparar el regreso y
asegurar el triunfo de la sangrienta revolucion bolchevique. Trotsky había
estado viviendo en Nueva York donde, cortesía de la Estándar Oil de Rockefeller,
todas sus necesidades fueran cubiertas. A Lenin tampoco le fue mal y, entre
Suiza e Inglaterra, tuvo todo lo necesario para sus planes.
Pero sucedía algo interesante pues, en la estadía de Trotsky en Nueva York, se dio cuenta que los mismos grandes banqueros de Wall Street estaban dispuestos a financiar su revolucion. El primero que habló fuerte fue Jacob Schiff cuya familia era muy cercana a la de los Rothschild desde que viviera en Frankfort. De acuerdo con uno de sus nietos, John Schiff, su abuelo habia aportado $30 millones de dolares para la causa revolucionaria. Al parecer era su oficio pues también habia financiado en 1904 la guerra rusojaponesa por el control de Manchuria.
Para evaluar la dimensión de esta fuerza apoyando el comunismo, veríamos que se sumaba al grupo el senador Elihu Root. Abogado republicano que fuera Secretario de Guerra y también Secretario de Estado de este país. Root era considerado el prototipo del "hombre sabio" asesorando a los presidentes sobre una variedad de asuntos. También fue senador de los EU por Nueva York y recibió el Premio Nobel de la Paz en 1912. Aportaba $30 millones para la causa.
En el apoyo a la revolucion bolchevique listamos a los hombres mas ricos y poderosos del mundo, curiosamente financiando ese movimiento cuya existencia se basa en el concepto de quitarles esa riqueza. Hombres como los Rothschild, Rockefeller, Morgan etcétera. Pero, era muy obvio que ellos nunca le habían temido al comunismo internacional. Entonces, es muy lógico asumir que, si ellos los financiaban y no les temían, es porque ellos mismos los controlaban. No podía haber otra explicación razonable.
La fabricada animosidad entre las democracias del Oeste y el comunismo del Este produjo grandes tensiones durante todo el siglo 20. Pero cuando ese peligro se sale de control, como sucedió con la amenaza mundial del comunismo, provocó que esos globalistas acudieran a los alemanes nacionalistas. Financiaron la emergencia del Socialismo Nacional de Alemania porque vieron una Alemania armada podía ser la barrera del comunismo en Europa, hasta que Hitler se les saliera de control. Una amenaza que no les permitiría maximizar las ganancias y el control. Decidían que Alemania debía perder.
Sin embargo, les habia gustado el socialismo nazi y decidieron implantarlo en la nueva Union Europea como su laboratorio con buenos resultados. Luego lo llevarían muy retocado a EU, porque los propietarios del Nuevo Orden Mundial se dieron cuenta que cualquier programa de control social requería una autoridad central. Y ellos sabían muy bien que, con su inmensa riqueza y poder, podían también controlar la autoridad central. A lo largo de los años, han marcado el avance del socialismo con los disfraces que oculten su realidad.
Ellos pensaron que finalmente podían subyugar a EU si lo convertían a la imagen del 4th Reich. Un concepto ideal para que la gente no se diera cuenta de la realidad, pues aquellos superficiales no podrían ver más allá de la propaganda, el bombo y la diabólica desinformación que vierten diariamente a través de esa media corporativa, cuyos propietarios son los mismos que apoyaron la creación Nazi de la guerra. Y si eso lo acompañaban con los lavados de cerebro del sistema educativo, propaganda directa, y políticos demagogos rezando en el falso altar de libertad y democracia. El éxito se aseguraría.
Ya en EU, iniciaron empleando partidos políticos, consignas y clásicas situaciones sociales para distraer a las masas. La elite global comercia sólo con un producto, el poder. Ellos siempre han querido ganar y mantener el control total del poder que surge con su gran riqueza, usualmente lograda a través del monopolio de la propiedad de recursos más importantes de las economías. Ese deseo desmedido de riqueza, con el poder y el control que conlleva, es lo único que impulsa todas sus acciones. Ellos no tienen patria, ni religión, son fríos, sin escrúpulos, no conocen moral ni justicia, jamás se conforman con lo que han amasado. Nunca dan la cara.
Ellos son los que han tomado control de EU para desangrarlo hasta dejarlo seco, y casi lo han logrado. Ellos son también los que Trump ha jurado detener, son los que, en aquel mensaje a la ONU, también juró derrotarlos para recuperar el país. Esta es la nueva batalla que estará librando y necesita ayuda.
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