HACIA EL FINAL DE MI BIOGRAFÍA

 Ricardo Valenzuela Torres

 No photo description available.

“Los soñadores son los que salvarán el mundo. Así como el mundo físico es sostenido por lo invisible, los hombres, a través de sus huellas, sus rastros, pecados y sórdidas vocaciones, son siempre nutridos por las bellas visiones de los soñadores solitarios. La humanidad no debe olvidarlos, no debe permitir que sus ideales mueran, porque viven en ellos, son las realidades que algún día encontrarán. Sueña grande y sublime, alimenta tus ideales, la música oculta en tu corazón, la belleza que dibuja tu mente, el amor de tus pensamientos, porque de ellos crecerán tus condiciones, el celestial ambiente, y con ellos tu mundo será finalmente construido”. 

                                      James Allen 

 Inicié la escritura de esta obra hace ya muchos años, pero, al llegar a ciertos capítulos de mi vida que me provocaban gran sufrimiento, abandonaba mi propósito con la cobarde actitud de no recordarlos creyendo que desaparecerían, pero llegaba el momento en el que pude entender que el sufrimiento tiene su función y es la de purificar, quemar lo que es inútil e impuro. También aprendí cómo el éxito es capaz de arruinar muchas vidas. Y esos que hipócritamente se autodefinen como hombres morales, son quienes no se atreven a viajar hacia su interior porque saben que, para hacerlo, deben siempre ir bien armados para enfrentar tantos demonios.

 Así he llegado al final de esta historia de la cual, siento he sido bendecido con tantas cosas que la mayoría de los hombres solo han soñado, y le doy gracias a Dios por ellas. El haber nacido en mi querido estado de Sonora en el seno de una familia de clase alta. El haber recibido la mejor educación siempre en las instituciones privadas como el Tec de Monterrey y el IPADE. El haberme dado un físico que, como muchas mujeres describieran, con el sello de actor que los años me lo expropiaran, no lo digo por vanidad ni con superficialidad, lo hago porque sería un arma de dos filos y un elemento importante en mis conductas no muy admirables. Tres hijas maravillosas que han sido el faro de mi vida y agradezco a su madre por la cooperación. Ocho nietos igualmente maravillosos con los que ellas me bendijeron. Me dio la oportunidad de conocer todo el mundo y vivir experiencias para muchos increíbles.

 Y, aunque siento todavía tengo bastantes años por vivir, creo es hora de darle final a esta narración esperando que, entre otras cosas, sea una llamada de atención para la humanidad (lo digo con humildad) de la forma en que nos estamos encaminando a lo que puede ser nuestra expulsión de este paraíso terrenal. Un hermoso paraíso y de abundancia que Dios nos entregara y nos encargara protegerlo para vivir en paz, pero, en estos momentos, me duele profundamente darme cuenta de que no hemos cumplido con ese mandato y, lejos de protegerlo, lo hemos estado destruyendo. Y, no me refiero solo a la multitud de activos físicos, sino también a su principal elemento, el alma de los seres humanos que velozmente se han estado depreciando.

 Se supone que una obra como la que pretendo ofrecer debería concluir echando las campanas del optimismo a volar de felicidad. Un ritual similar al de los niños cuando van a la cama cada noche, siempre son acompañados por su madre con el mensaje que no le teman a la noche, que no se preocupen por nada, duerman bien y, al despertar, todo estará bien en un mundo que los estará esperando con infinidad de parabienes. Yo no puedo hacer lo mismo porque no quiero ser irresponsable ignorando las realidades feroces que nos amenazan, y aun quienes creen conocerlas, no tienen idea de su magnitud. Y, a pesar de los esfuerzos de ciertas fuerzas oscuras para ocultarlas y lo han logrado, a mi no me han engañado con las agresiones de la media mercenaria que ellos controlan en sociedad con esos nuevos diabólicos debutantes, las redes sociales.

 Y, al arribar a este punto de mi esfuerzo, debo acudir a las palabras de Gilberto Valenzuela en su despedida como miembro de la Suprema Corte de Justicia Mexicana, corolario de una vida admirable: “Tengo para mi que el cumplimiento del deber, dentro de los cánones del honor, de la moral y de la ley, es y debe ser para siempre una religión de las almas puras. Devoto fiel de ese postulado filosófico y de ética pura, nunca he vacilado en actuar, en todas las situaciones de mi vida, de acuerdo exclusivamente con mi criterio, mis convicciones y mi conciencia, sin preocuparme de si, al proceder de esta manera, voy hacia el triunfo o la derrota. El hombre nos está obligado a triunfar siempre, pero si debe estar obligado a ser leal, ante todo y sobre todo, con sus convicciones y su conciencia”.

 “Pero, todavía existen en México funcionarios públicos que sustentan la tesis de aquel Coronel revolucionario que afirmaba: “De que me sirve ser Coronel si no he de cometer ningún abuso; todavía existen funcionarios públicos que consideran licito aprovechar su investidura para enriquecerse, enriquecer a sus amigos y aduladores; esos funcionarios públicos que consideran lícito y plausible impedir que el pueblo manifieste libremente su voluntad soberana para nombrar sus mandatarios  y burlar, en su caso, esa voluntad con engaños, mistificaciones y fraudes; todavía existen en México autoridades que se niegan a cumplir su misión trascendental de mantener el orden social en armonía con la libertad y derechos individuales, castigando serna, pero legalmente los delitos que se cometan, ya sea por estudiantes, agitadores, millonarios o mendigos. Y, precisa recordar a los agitadores que, entre las naciones, como entre los individuos, el respeto al derecho ajeno es la paz y la prosperidad”.

 Porque, yo también, como don Gilberto, ante el final del mensaje en mi libro, veo un mundo peor del que él describía. Y, lo más grave, caminando hacia un entorno peor, porque, cuando se pierde la moral y el respeto por la ley y actuamos contrariamente a los mandatos de ese ser que nos ubicara en este paraíso de plenitud, en lugar de multiplicar esa sagrada plenitud para benéfico de todos, lo hemos estado destruyendo por la enfermiza ambición y codicia de unos cuantos que han monopolizado esos recursos entregados para todos, sin impórtales el resto de la humanidad. Y, así como don Gilberto que, con el valor y gran asertividad de su mensaje, fue también una advertencia ignorada.

 Pero, tampoco quiero ser un ave de malagüero pidiendo los santos oleos para un moribundo. Porque, sin ignorar esta oscura realidad, estoy seguro de que todavía podemos salvar este regalo divino, el paraíso terrenal que se nos entregara con ciertas advertencias, pero, no como lo hemos estado haciendo ante esa irresponsable ceguera en mucho provocada por el miedo que siempre da vida a la mediocridad. Y, consciente que nuestro enemigo es muy poderoso, es la misma lucha de David contra Goliat, también estoy seguro de que nosotros tenemos armas aun más poderosas, la justicia, la verdad y la razón.

 Y, ahora acudo a las palabras de aquel legendario hombre a quien tuve la fortuna de conocer. Barry Goldwater: “Debo recordarles a todos que extremismo en defensa de la libertad no es un vicio. Y, también, con más fuerza, que moderación en la persecución de justicia no es una virtud”                   

No comments:

Post a Comment

GANANCIAS A BASE DE ASIENTOS CONTABLES

  Ricardo Valenzuela   No hay duda de que Goldman Sachs es uno de los jugadores mas importantes en la operación que la Kabal ha estado e...