Ricardo Valenzuela
“Deshonestidad, cobardía, duplicidad no son simplemente impulsos”. Esta frase claramente describe los atributos que han adoptado la mayoría de las sociedades del mundo. Deshonestidad de la clase política servida por los pueblos que la aceptan. Cobardía, al no tener el coraje y permitir se nos sigua despojando del activo más grande que tenemos, libertad. Hipocresia para alabar y aceptar algo en lo que no creemos. También, Edmund Burke afirmaba; “para el triunfo del mal, solo se requiere que los hombres buenos no hagan nada”.
El costo de la libertad es alto, pero los valientes siempre lo han pagado combatiendo por ella. Pero, nosotros hemos elegido ese vergonsozo camino de la rendición y la derrota. Solo porque tomamos una cobarde decisión; “el no hacer nada”.
El periodista Milton Mayer, visitaba Alemania tratando encontrar algo para entender qué fue lo que cegara a los alemanes para servilmente seguir el Nazismo. Encontró un académico para compartir su historia. Mayer consideró podría ser una llamada de atención para lo que sucede hoy día en EU y en el mundo ante una sociedad paralizada por el temor.El académico afirmaba que en 1933 nadie pudo notar la brecha que se abría entre gobierno y la gente. Era un proceso que se operaba gradualmente, con pies de gato, y cada paso se identificaba como una medida temporal para alguna emergencia asociada con un verdadero propósito social. Las crisis y reformas mantenían a la gente tan ocupada que, en los subterráneos del país, no pudieron ver la lenta pero potente moción de todo ese proceso creciendo cada día más alejado de la gente.
El profesor afirma fue consumido con reuniones, conferencias, entrevistas, ceremonias y, sobre todo, documentación que se debía de elaborar, reportes, bibliografías, cuestionarios.
“Pero era solo un complicado laberinto intencional, pero me consumía grandes cantidades de energía además del trabajo que realmente quería y debía hacer. Me di cuenta de lo fácil que fue evitar pensar en cosas fundamentales. No había tiempo. La dictadura con el proceso de su desarrollo, al inicio lo consideramos muy divertido. A mucha gente le dio una excusa para no pensar porque no querían pensar. Inconscientemente, supongo, estábamos agradecidos. ¿Quién quiere pensar?”
Afirmaba que vivir este proceso requería no darse cuenta. Cada paso era tan pequeño, tan inconsecuente, bien disfrazado, no resentido, que, a menos que uno se hubiera separado totalmente del proceso desde su inicio, o, que entendiera lo que realmente era, con todas estas pequeñas medidas ningún alemán patriótico podría resentir si algún día lo pudiera identificar como alguien que nunca había entendido al ver, día a día, algo tan intrascendente como el agricultor ve en su campo el crecimiento del maíz.
Un pastor recriminaba: “Primero vinieron por los comunistas, yo no era comunista, así que no hablé. Luego vinieron por los socialistas y sindicalistas, yo no era miembro de ninguna de las dos, así que no hablé. Luego vinieron por los judíos, pero yo no era judío, tampoco hablé. Y cuando vinieron por mí, no quedaba nadie para hablar a mi favor”. Pero la indecisión para resistir la invasión del fascismo no era miedo, era la gran incertidumbre de que solo unos cuantos vieran las cosas como él las veía. En la Alemania nazi, quien cuestionaba las políticas gubernamentales era considerado alarmista. En los Estados Unidos, con ayuda de toda la media, hoy en día se les llama conspiradores.
La gente se paralizaba. Quienes estaban conscientes de la realidad, de repente miraban un mundo diferente. El mundo donde habían vivido, su país, su gente—no era el mismo. Las formas ahí estaban intocables, casas, comercios, trabajo, el cine. Pero el espíritu, algo que nunca se dieron cuenta porque cometieran el error de identificarse con las formas, había cambiado radicalmente. Ahora vivían en un mundo de odio, temor, y la gente que odia y teme nunca llegan a conocerse ellos mismos; y cuando se supone todo mundo se ha transformado, nadie se transformó. De repente, todo se derrumbaba. Es cuando vieron lo que realmente eran, lo que habían hecho y, sobre todo, lo que no habían hecho—porque era todo lo requerido de nosotros; “que no hiciéramos nada”.
Y la gente de Alemania que, al iniciar la guerra, todavía pensaban en resistir, apostaban a favor de la derrota alemana. Pero esa fue una apuesta irreflexiva. No muchos la hicieron. La preocupación que deberían tener los americanos observando el avance de la agenda fascista es ¿Quién vendrá a rescatarlos? Al final de la guerra, Europa ocupada por los nazis y hasta los alemanes esperaban ser liberados por los aliados. Si EU, todavía el país más poderoso del mundo cae bajo la dominación de ese fascismo ¿Hacia dónde podrán voltear los americanos por ayuda?
Porque en EU se ha llevado a cabo el mismo asesinato de la sociedad civil que ocurrió en Alemania. Algo que iniciara John D. Rockefeller con la creación del General Education Board en 1917, y anunciaba sus intenciones con las palabras de su presidente, Frederick Gates, una carta dirigida a Rockefeller:
“Tenemos recursos ilimitados y gente que se entrega con perfecta docilidad ante nuestras manos moldeadoras. Las convenciones educativas actuales se desvanecen de sus mentes y, sin el impedimento tradicional, trabajaremos con nuestra buena voluntad sobre la gente rural agradecida y receptiva. No intentaremos convertirlos, ni a sus hijos, en filósofos, hombres eruditos, ni de ciencia. No buscaremos entre ellos autores, editores, poetas o literatos. No buscaremos embriones de grandes artistas, abogados, médicos, políticos, estadistas, de los que disponemos en abundancia”.
“Esa es la tarea que ejecutaremos: las encontramos y capacitaremos a estas personas para una vida ideal, pero, en donde se encuentran. Entonces, en los hogares, en tiendas y en fincas, organizaremos a sus hijos para enseñarles cómo hacer de manera perfecta las cosas que sus padres y madres han estado haciendo de manera imperfecta”.
Así, el dinero de Rockefeller iniciaba su toma para control social y global a través de la economía, fundaciones, la ONU, universidades, la banca, la industria, medicina y, por supuesto, la educación, la psicología y la psiquiatría. Era el nacimiento del monopolio para controlar la mente e instalar (premeditadas) ideas e institucionarlas en la fábrica de la sociedad para que su conducta fuera eso, “no hacer nada”….aceptar sus cadenas.
Después sería el turno de las armas, drogas, eugenics, luego religión todo con propaganda.
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