¿Cómo llegó Marx a EU… y a México? (I)

 Ricardo Valenzuela

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¿Cómo es posible que en EU el marxismo controle uno de los dos partidos políticos importantes?

“Yo nunca permití que la escuela interfiriera en mi educación”. “Adulación y educación no son masacres repentinas, lo que destruyen ocurre en el largo plazo”. Mark Twain

¿Cómo es posible que en EU el marxismo controle uno de los dos partidos políticos importantes? Es posible porque la antorcha de libertad que fueran los EU ha sufrido la infiltración, primero, con pies de gato y, en años recientes, ya de manera abierta por ideas marxistas básicamente anidadas en escuelas y universidades públicas. Ello ha provocado que hoy en EU haya billonarios, empresarios, actores, periodistas y todo tipo de caracteres que han abrazado el marxismo destructor y luchan con ferocidad para que sea establecido, mientras Jefferson y Jackson se estremecen en sus tumbas.

A finales del siglo 19 EU era ya el país más rico del mundo y se presentaba una gran paradoja. No era la de Henry George con su libro, “Progreso y Pobreza”. El afirmaba que el progreso de los EU no era una tendencia para aliviar la pobreza. Sin embargo, las evidencias no sostenían su afirmación. La paradoja era que, aunque surgían grandes avances materiales, científicos, políticos y sociales, especialmente en EU y Europa Occidental se presentaba una creciente ola de intentos para promover cambios drásticos. Era un hecho que había grandes diferencias entre la riqueza y el ingreso de la gente. El que unos eran ricos mientras otros eran pobres, el que no todos participaban de la misma forma en los beneficios de esos avances y había situaciones que se tenían que atender. ¡Era un sistema recién nacido! 

 

Pero también era un hecho que esas condiciones estaban mejorando de forma nunca vista. Infinidad de productos por primera vez estaban disponibles en grandes cantidades, de buena calidad, y precios declinando que los establecía al alcance de mucha más gente. El vapor y la electricidad estaban remplazando el esfuerzo humano y animal en producción y transportación. Surgían escritores exponiendo su admiración por el novedoso proceso y lo atribuían al trabajo incesante, ahorro e inversión. Pero había otros con visiones diferentes. La creación de empleos la definían como la explotación de los trabajadores. La propalación de prosperidad era un descenso a la más aberrante pobreza, la esclavitud del hombre por la máquina. Que el fruto del azaroso trabajo de millones era robado para construir las fortunas de unos cuantos. Que en el mismo vientre de la injusticia se había estado gestando dos clases; vagabundos y millonarios.

Estas ideas, importadas de Europa, eran ya banderas de pensadores americanos como Henry George. La importación llegaba vía lo que se conocería como los “nuevos inmigrantes” arribando al final del siglo 19 y principios del 20, cuyas ideas diferían totalmente de los inmigrantes originales. Los originales eran ingleses protestantes, libertarios que habían leído a John Locke y Adam Smith. Los nuevos eran del sur de Europa y países eslavos católicos que leían a Marx, Hegel, y eran admiradores de la Sociedad Fabiana que penetrara Inglaterra para formar el “Partido del Trabajo” en su ruta al socialismo con pies de gato. Cuando los fabianistas ingleses trataran de instalarlo en EU tuvieron dificultades y abandonaron su esfuerzo. Sin embargo, la semilla estaba sembrada y germinaba en el progresismo que invadiera al partido demócrata.

Había ya eventos mostrando un desarrollo intelectual que le daba un impulso especial al movimiento buscando esa reforma. Uno de ellos era la filosofía ya producto de las mentes de los americanos. El término “progresismo” había sido acuñado por Charles Sanders Pierce, un oscuro pensador que había recibido su educación en Harvard para después iniciar el avance de sus ideas en John Hopkins, el mismo Harvard y Lowell Institute. William James, profesor de Harvard, publicitaba agresivamente el pragmatismo y John Dewey, profesor en Columbia, avalaba la idea y se sumaba al batallón. Utilizaban explicaciones que confundían a los más iluminados desenfundando el mensaje de un mundo que, archivando las viejas ideas, se mantuviera en un cambio permanente y olvidando la vieja filosofía, la nueva estaría libre para enfrentar los graves sus defectos sociales y morales que sufría la humanidad.

El primer objetivo: Los niños y los jóvenes.

El instrumento más importante de estos reformadores sería el sistema educativo tomando las escuelas como una importante herramienta para la transformación de la sociedad. Uno de sus miembros más importantes, Albion Small, declaraba al inicio de 1890; “La sociología no tiene medios más radicales para reformar la sociedad que aquellos que los maestros poseen con una gran ventaja”. Es decir, este movimiento se adueñaba de la educación y las escuelas deberían ser un mecanismo para transformar la rebelde e independiente sociedad colonial, considerando que las escuelas eran las únicas instituciones educativas que la sociedad, en su capacidad colectiva, tenía el poder de controlar para hacer posible un tipo de educación que procediera a establecer el concepto de una sociedad enferma en reconstrucción. Bajo el liderazgo de John Dewey establecían su cuartel general en Columbia y el Teachers College, convirtiéndolos en el centro de difusión de esas ideas socialistas por todo el país y en México.

Su propósito fundamental lo definían así: “Los niños y jóvenes deben ser entrenados para que puedan ajustarse a los cambios. Y ellos requieren ayuda para desarrollar una actitud favorable hacia la transformación social”. Se trataba, en su propio lenguaje, de socializar a la niñez y a la juventud. Para lograrlo enfatizaban la importancia de lo que llamaron “educación centrada en el niño y en el joven”, una educación centrándose en los valores y deseos de esos niños y jóvenes, y evitar recibieran valores tradicionales que portaban los adultos. De esa forma serían capaces de cambiar la instrucción primaria y profesional, moldear esa materia prima para luego enviarlos a que cambiaran el mundo. Tendrían luego una gran influencia en México durante y al final de la revolución, y sería la principal influencia en la elaboración de la constitución de 1917.

La participación de niños y jóvenes en clase era fundamental para enseñarles a concordar unos con otros, serían socializados y moldeados de acuerdo con los deseos del grupo, no el suyo. Con ello pretendían eliminar cualquier rasgo de individualidad para identificarse con el grupo ya con tintes de manada buscando caponera. La palabra que Dewey decidió usar para identificar el programa que nacía fue “democracia”, un término que los ciudadanos, a pesar de las advertencias de los padres fundadores, empezaban a aceptar como su “sistema político” que luego lo usaba para hechizar a la sociedad civil más independiente. Para él democracia era (summun bonum) “el bien último”, lo más importante y vital sobre todas las cosas”. Y así, aprisionaron las mentes de niños y jóvenes. 

Ahora los EU están empezando a sufrir las verdaderas consecuencias.

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