Ricardo Valenzuela
Cuando, Barry
Goldwater debutaba en el senado de EU, habiendo presentado solo credenciales de
solo haber sido un exitoso emprendedor miembro de una prestigiada familia de
Arizona, pero sin experiencia política, sus enemigos queriéndolo ofender burlonamente
preguntaban ¿Quién es Barry Goldwater? él les respondía de esta forma:
No soy un “yo también” republicano
No soy un “Fair Deal” republicano
Soy un republicano que cree que todos, republicanos y demócratas, debemos practicar en nuestras vidas personales y de los negocios principios como el de honestidad, integridad, moralidad, devoción, justicia, algo que todos nosotros queremos ver reestablecidos en nuestro gobierno que dese hace tiempo se han estado perdiendo. Y debo dejar muy claro, me refiero por igual a quienes se llaman políticos y los que son hombres de negocios.
Soy un republicano que cree en ese hombre libre, y libremente todos trabajando juntos, libres de la coerción de la burocracia federal y de la compulsión de sus asesinos impuestos, de sus regulaciones y mandatos, podemos y debemos trabajar coordinados para lograr nuestra propia salvación y con ella fabricar un mejor país. Un pais donde se construya la filosofía con la cual se puedan evaluar los logros de esa libertad y los rotundos fracasos del estatismo. Alguien por ahí ha dicho: “El verdadero capitalismo solo ocurre si no hay nada que lo detenga. El socialismo tiene que ser construido”.
Soy un republicano que profundamente respeta y admira los principios de responsabilidad individual, la libertad del hombre, la limitación del poder del gobierno central expresado por Thomas Jefferson y en la constitución que los fundadores publicaran, y ahora cada vez más ignorados por todos los New Dealers y los Fair Dealers.
Soy un
republicano que piensa nuestra herencia de libertad en
estos momentos está amenazada, entre otras cosas, por nuestro fracaso para
identificar y, con toda claridad, enunciar y promover esos principios. Los hemos
dejado vulnerables a los asaltos socialistas y, muchas veces, también de los conservadores.
Y en estos momentos, cuando las economías mundiales flotan en el mar de la
desesperación, aunque parezca increíble se incrementan las indignantes llamadas
para expandir el control gubernamental.
Soy un
republicano que cree la libertad del hombre es sagrada porque es un regalo de
Dios, que el hombre posee de forma natural integridad humana y un alma
inmortal. Que con acciones del gobierno se ha estado tratando de neutralizar hasta
destruirlas, para luego afianzar nuestra dependencia atacando de la misma forma
los valores y la moralidad de los ciudadanos.
Soy un republicano que se opone al gigantesco superestado que se ha desarrollado por tantos años, al totalitarismo de una autoridad central, ya sea administrado por demócratas o republicanos. Ese superestado que hace unos 40 años disponía de menos del 10% del PIB, y en estos momentos llega a un 45% y la tendencia es creciente.
Soy un
republicano ferozmente opuesto al comunismo y especialmente a esos
simpatizantes comunistas disfrazados, a creadores de políticas simpatizantes
comunistas y su deseosos compañeros siempre listos para actuar. Especialmente
esos que pretenden esconder con camuflajes esas políticas socialistas. que
tanto les han redituado, pero lleva al pais a un infierno que conocemos Cuando la gente no tiene idea clara de lo que es bueno o malo,
cuando creen que todo es relativo, el resultado es un caos ideológico que
provoca una gradual desintegración de la fábrica social. Entonces ¿Qué es lo
que necesitamos y no tenemos? Necesitamos principios. Los principios no son
legislados o inventados. Los principios son descubiertos.
“Los apóstoles
del estado de bienestar, algunos republicanos, y definitivamente todos los demócratas,
lentamente han ido transformando a ese viejo señor severo con el sombrero de
copa, el saco a la medida y los pantalones rojos, blancos y azules, en el
símbolo de la dignidad, la libertad y la justicia para todos los ciudadanos, en
una irresponsable nodriza nacional dispensando una especie de medicina
patentada, torcida y etiquetada como, “todo por nada”, repartiendo ese mágico jarabe,
sonajas y calmantes a cambio de votos agradecidos por esos regalos sin valor en
el día de las elecciones”.
“Estados Unidos
se ha ablandado perdiendo su orgullo y dignidad. Estas personas, al igual que
los tutores indulgentes que gastan la herencia futura del niño para satisfacer
los caprichos y deseos presentes de estos adolescentes tan mal educados, ahora
están estúpidamente asombrados de lo que ha producido su exceso de indulgencia,
de lo cual nunca aceptan alguna responsabilidad y se mantienen en el pozo de
las tinieblas”.
“Ellos dicen que
el gobierno tiene el derecho, el deber, de interferir en todas las áreas de la
vida de sus ciudadanos para ayudarlo. Por todas partes he oído hablar algo
sobre los derechos perdidos del pueblo estadounidense. Yo hago la pregunta.
¿Qué derechos hemos perdido? Permítanme nombrar un derecho que hemos perdido.
Hemos perdido el derecho a decidir por nosotros mismos cómo gastar alrededor
del 40% de nuestros ingresos porque eso es lo que enviamos al gobierno federal en
impuestos para sostener su burocracia asesina”.
“Debemos ya de iniciar esa larga marcha hacia la restauración del derecho de todos los estadounidenses que se han sumergido bajo estos escandalosos programas de gasto federal y otros entregados al Complexo Militar Industrial con nuevas guerras. Tengo la ferviente esperanza de que algún día, algún presidente, y algunos miembros del congreso reflexionen seria y profundamente sobre esta grave problemática. Es posible que ninguno de nosotros estemos aquí para presenciar las consecuencias finales al no haber detenido esta tendencia, pero la historia no olvidará que el nuestro fue el gran desafío perdido porque miserablemente habremos fallado”.
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