Ricardo Valenzuela
Durante toda mi vida siempre he escuchado a la gente afirmar; “el mundo está cambiando como nunca”. Sin embargo, los cambios que se deberían ajustar a ese grito amenazante de alerta, yo nunca los había visto hasta la emergencia de Trump quien, al parecer, ha provocado un terremoto político, social, económico mundial. Se ha iniciado una gran revolución que, en su momento, fue una gran amenaza para lo que ya se estaba construyendo. Creo que esa emergencia de Trump fue un grito desesperado de una sociedad que había agotado su paciencia y con ella gran parte de sus esperanzas.
Pero, lo que se iniciara como un verdadero cambio que provocaba revivir la esperanza entre unos, un temor incontrolable sobre otros, se convertiría en un linchamiento para seguir ocultando pecados verdaderamente mortales. La elección de Trump fue respuesta a la política expansionista de EU, para dar un respiro y enfocarse en una agenda doméstica. Pero, ese cambio, de inmediato rompía los vasos comunicantes de muchos actores políticos alterando situaciones contrarias a los intereses de grupos, y que jamás abandonarán sus posiciones porque son la base de la matriz que los sostiene.
Después de que los Rockefeller, los Rothschild y Roma, vía IG Farben financiaron todo ese Némesis del Tercer Reich, a Hitler con su Gestapo, antes, durante y después de la Segunda Guerra Mundial, se extenderían hasta el presente impulsando el Socialismo Democrático del 4th Reich. Con un botín de trillones de dólares bajo la sabia dirección de Martin Bormann con todo el apoyo del Deutsche Bank, los Rothschild, Harriman, Ford, para emigrar a otras tierras y lanzar el 4th Reich. Desde entonces se iniciaba la fuerza que, en estos momentos, sí está provocando el cambio.
Trump llegaba a la presidencia después de un largo periodo de conquista de parte de EU. Y llegaba con un mensaje muy claro, América First. El país necesitaba hacer un alto y reenfocarse, reagrupar sus energías para realinear sus recursos. El enfoque domestico de EU para resolver sus problemas internos, pero a expensas de los accionistas de la globalización. Y esto arreciaba un enfrentamiento que se iniciara al nacer las instituciones modernas que se distinguirían de la historia medieval. Cuando se celebraba el Concilio de Florencia en 1439, emergía el concepto moderno de nación-estado republicano bajo la ley natural. Se establecía responsabilidad de la república de promover el progreso científico y tecnológico.
Pero se iniciaba el feroz conflicto que ha durado casi 600 años, entre las fuerzas representado la cultura e ideas clásicas de Solón, Sócrates y de alguna forma Aristóteles, contra las fuerzas representando el liderazgo diabólico veneciano y lo que ahora también representa el Estado Profundo y sus círculos de elites supranacionales. La tendencia que horroriza al EP es un mundo inquieto que apunta hacia un periodo similar al de la edad media, que hoy día será dominada por zonas económicas corporativas. Estados Corporativos. Estas áreas serán grandes, absorberán países. Era algo que ya Trump tenía en su agenda. Básicamente para iniciar en puertos semiautónomas sin una autoridad central. Pero solo el 10% de la población tendría esa oportunidad de vivir en ellas.
Porque hay tres Américas. La primera es la de Wall Street, la burocracia de Washington, Chicago, Hollywood y Silicon Valley. Son los EU del 1%, de la prensa, de los Fondos Ocultos, Bancos, Cias de Seguros. Ellos venden aire. Es la América que presta a otros; ha sido representada por los Clinton y Obama que luchan para mantener sus secretos. La economía real del mundo, incluyendo el sector de servicios, llega a $90 trillones, mientras que el mercado financiero global es de $900 trillones, y si agregamos derivativos se eleva hasta un medio cuatrillón de un fraude armado con ingeniería financiera. Pero, a futuro alguien tendrá que pagar las consecuencias de estos pecados. Pero, los pecadores esperan no ser ellos y esa es una batalla que vale la pena pelear.
Hay una segunda América, la postindustrial o corporativa. La representa la producción, compañías transnacionales nacidas de la segunda revolución industrial. Trump se convirtió en su vocero. Y, más importante, es el matrimonio de industriales y energía, petróleo y sectores militares en las industrias de los servicios y construcción. Sin embargo, Trump jamás hubiera ganado sin el apoyo de esta tercera América. Esta es la de la alta tecnología, del conocimiento, de trabajadores de cerebro, nueva tecnología y de Información Tecnológica que ha emergido en los últimos 40 años.
En el teatro global Trump se ha convertido en un símbolo y la fuerza demoledora de quienes no van a sacrificar su país por los esquemas globales, y están dispuestos a detenerlos a como dé lugar. Esta visión representa un cambio radical en el balance de fuerzas en la arena global y, por lo mismo, un cambio en la dirección hacia donde la humanidad se dirige. El mundo está entrando a una nueva era. Una era que será marcada por una lucha por la liberación de sociedades separadas por fronteras y aduanas contra un enemigo común: la destructiva dominación de la elite global contra el espejismo de un colapso social provocado por la agresión de los piratas globales en busca de su siguiente saqueo
El espejismo de un mundo multipolar está muy lejos de ser benevolente. Es horroroso y lleno de conflictos muy similar al periodo entre las dos guerras mundiales con su ferocidad y libertad de luchar unos contra todos. Y debemos iniciar un periodo de solución dándonos cuenta de la verdadera amenaza, la inamovible creencia que, para encontrar la verdad y significado, debemos contemplar a los dioses de la media masiva y arrodillarnos como la aspirante comunicación ante el tele altar tecno teátrical de las catedrales, como aprendices de acolito o de hechicero. El hombre moderno no es irreligioso. El solo ha cambiado sus viejos sacerdotes y dioses por los nuevos.
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