El Estado Profundo Tercermundista

Ricardo Valenzuela

El Estado Profundo en México

El esquema del Estado Profundo (EP) y su filosofía no es único y nadie tiene registrada su patente puesto que sus actividades no están listadas como derechos especiales. Es más popular de lo que pensamos pues ha sido la lucha histórica del poder contra la libertad y, proporción guardada, tenemos EP tercermundistas que han operado en todo el globo, pero así, como cavernarios tercermundistas. El caso clásico es lo que Vargas Llosa, con su gran sabiduría, bautizara en México como la dictadura perfecta. Se refería al sistema político mexicano controlado por un solo partido donde la democracia, la república, los derechos naturales del hombre, y la ley jamás habían operado.

Un partido que naciera de la mente del hombre que mejor haya representado ese aborto político, Plutarco Elias Calles quien, al igual que Obregon, fuera miembro de la hegemonía sonorense. Y estructuraría el partido a su imagen y conveniencia incluyendo el poder para heredar. Durante muchos años sería la única voz del partido y del país decidiendo, entre otras cosas, quienes ocuparían la presidencia, pero siempre manteniendo ese poder por lo cual, todo y todos dependían de su persona. Cualquier decisión debía de ser consultada y, a través de organizaciones políticas, controlaba todos los segmentos del país. Es decir, un solo hombre era propietario de los tres poderes, ejecutivo, legislativo y judicial.

Era un sistema similar a la dictadura de Porfirio Diaz que reinara durante más de 30 años y contra el cual habían combatido para derrocarlo. La única diferencia sería que el nuevo partido y su propietario eran de una filiación que se orientaba al socialismo, y su principal identificación era falta de respeto por la propiedad privada. Podríamos afirmar que Calles había sido un buen dictador que, bajo su mando y control, ante los ojos del mundo el país prosperaba y estaba en paz. Calles, desde su aparición en política en Sonora, se identificaba como liberal y en algo tenía razón, pues al igual que don Porfirio, tampoco creía en la democracia pura especialmente para un pueblo analfabeta y afirmaba; “el país no se debe dejar en manos de una chusma irresponsable e ignorante llena de odios y rencores que databan de la colonia”. El mejor argumento que utilizaba era la época post independencia cuando el país, durante 60 años, se sumiera en el caos y perdiera la mitad de su territorio.

Él había formado el partido en 1928 después de que con el asesinato de Obregon se resolviera su amenaza y, cuando fuera expulsado del país en 1938, el poder que había monopolizado pasaba a ser propiedad del presidente en turno. Y había dado la primera muestra de ese poder cuando, él mismo al frente del ejército, derrotara la revolución liberal escobarista que se había rebelado tomando las armas. Un poder absoluto sobre todas las avenidas del país que, en pequeñas dosis, lo compartía con su grupo de incondicionales. Poder sobre la economía, la sociedad y, en especial, sobre la educación para formar siervos dependientes del partido y, siendo México un país agrario, a través del ejido, conservando el estado la propiedad de la tierra, controlar esa actividad.

A través de un sistema político tan singular, el país, supuestamente, operaba en una libertad suigéneris con una combinación de monarquía, dictadura, tribu política con miembros muy exclusivos. Pero, como nunca operaría, fue en una democracia, tampoco como república donde la única tiranía debía ser la tiranía de la ley. Así, el partido poco a poco emergía como la representación de la tiranía, el absolutismo, concentración de poder, similar a las monarquías. El partido evolucionaria, pero siempre hacia la dirección equivocada. Así a México se le condenaba a la pobreza, injusticia, opresión, crisis recurrentes. Sin embargo, a partir de los años 50 el esquema parecía funcionar cuando se iniciaba una era conocida como “desarrollo estabilizador”.

Pero era una visión equivocada que nadie se atrevía a señalar, un país que, entre la guerra de independencia, el caos que la seguiría durante todo el sigla 19, y la revolución, habían destruido la poca riqueza que se había creado en la colonia y la aplicación de las estadísticas a un país que debía empezar de cero, cualquier crecimiento, por pequeño que fuera, luciría espectacular. Y una sociedad acostumbrada a la crueldad de la guerra, destrucción, pérdida, ante un reporte comparativo del horror de lo malo contra el horror de lo menos malo o lo regular, obviamente el segundo lucia bello y prometedor. Se modificaba tenuemente el estilo de gobernar con un poco de paz, pero el esquema general permanecía inmovible en una mescolanza venenosa que ahora bautizaban como economía mixta. Pero lo único que sería mixto era su nombre pues el estado cada día apretaba más las cadenas expropiando la libertad tan necesaria para la evolución y desarrollo del ser humano.

El estado se había convertido en propiedad del partido y sus miembros se hacían adictos a esa clase de poder, el poder absoluto, sin reglas para limitarlo, sin instituciones para distribuirlo, ni para cuestionarlo. Y, si alguien se atrevía a retarlos, revivían las tácticas post revolucionarias que eliminaran a Villa, Obregon etc. El gobierno crecía, pero no las libertades.

Así navegaba nuestra nave en medio del océano de la mediocridad hasta que aparecieran los modernos revolucionarios para cambiar el rumbo. Abandonaba el océano de la mediocridad apuntando la proa hacia el mar de la destrucción. De nuevo se destruía la poca riqueza creada en el desarrollo estabilizador y de la mediocridad nos asomábamos al fracaso total cuando, embriagados por el petróleo, ignoramos las señales y en 1994, desesperados ante la posible pérdida de poder, sus propietarios desempolvaban las viejas tácticas asesinando a Colosio.

Así se formalizaba el Estado Profundo tercermundista que, al igual que el original y el verdadero, tiene un solo propósito, no perder el poder y ante la eventualidad de la tragedia de perderlo, recuperarlo a costa de lo que fuera. Pero a diferencia del EP primermundista, este no se formó por quienes son los propietarios profesionales del verdadero poder, la “Alianza Ciudad de Londres-Washington”, con sus sofisticados esquemas para saquear el mundo y un fondo de $40 trillones de dólares. Este es Made in México y sus propietarios son tercermundistas y, por más que hayan robado, no cuentan con un fondo similar al del verdadero que les da el poder para enfrentar a Trump, pero, al como el original, es un grupo sin escrúpulos, sin valores, sin integridad y, como ya lo han demostrado, listos para la guerra sucia y no les importa destruir el país si ese es el precio que se deba pagar.

¿Quiénes lo forman? Lo discutiremos en la próxima.            

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