El esquema del Estado Profundo (EP) y su filosofía no es único y nadie tiene registrada su patente puesto que sus actividades no están listadas como derechos especiales. Es más popular de lo que pensamos pues ha sido la lucha histórica del poder contra la libertad y, proporción guardada, tenemos EP tercermundistas que han operado en todo el globo, pero así, como cavernarios tercermundistas. El caso clásico es lo que Vargas Llosa, con su gran sabiduría, bautizara en México como la dictadura perfecta. Se refería al sistema político mexicano controlado por un solo partido donde la democracia, la república, los derechos naturales del hombre, y la ley jamás habían operado.
Un partido que naciera de la mente del
hombre que mejor haya representado ese aborto político, Plutarco Elias Calles
quien, al igual que Obregon, fuera miembro de la hegemonía sonorense. Y estructuraría
el partido a su imagen y conveniencia incluyendo el poder para heredar. Durante
muchos años sería la única voz del partido y del país decidiendo, entre otras
cosas, quienes ocuparían la presidencia, pero siempre manteniendo ese poder por
lo cual, todo y todos dependían de su persona. Cualquier decisión debía de ser
consultada y, a través de organizaciones políticas, controlaba todos los
segmentos del país. Es decir, un solo hombre era propietario de los tres
poderes, ejecutivo, legislativo y judicial.
Era un sistema similar a la dictadura de
Porfirio Diaz que reinara durante más de 30 años y contra el cual habían
combatido para derrocarlo. La única diferencia sería que el nuevo partido y su
propietario eran de una filiación que se orientaba al socialismo, y su
principal identificación era falta de respeto por la propiedad privada.
Podríamos afirmar que Calles había sido un buen dictador que, bajo su mando y
control, ante los ojos del mundo el país prosperaba y estaba en paz. Calles,
desde su aparición en política en Sonora, se identificaba como liberal y en
algo tenía razón, pues al igual que don Porfirio, tampoco creía en la
democracia pura especialmente para un pueblo analfabeta y afirmaba; “el país no
se debe dejar en manos de una chusma irresponsable e ignorante llena de odios y
rencores que databan de la colonia”. El mejor argumento que utilizaba era la
época post independencia cuando el país, durante 60 años, se sumiera en el caos
y perdiera la mitad de su territorio.
Él había formado el partido en 1928 después
de que con el asesinato de Obregon se resolviera su amenaza y, cuando fuera
expulsado del país en 1938, el poder que había monopolizado pasaba a ser
propiedad del presidente en turno. Y había dado la primera muestra de ese poder
cuando, él mismo al frente del ejército, derrotara la revolución liberal escobarista
que se había rebelado tomando las armas. Un poder absoluto sobre todas las
avenidas del país que, en pequeñas dosis, lo compartía con su grupo de incondicionales.
Poder sobre la economía, la sociedad y, en especial, sobre la educación para
formar siervos dependientes del partido y, siendo México un país agrario, a
través del ejido, conservando el estado la propiedad de la tierra, controlar
esa actividad.
A través de un sistema político tan singular,
el país, supuestamente, operaba en una libertad suigéneris con una combinación
de monarquía, dictadura, tribu política con miembros muy exclusivos. Pero, como
nunca operaría, fue en una democracia, tampoco como república donde la única
tiranía debía ser la tiranía de la ley. Así, el partido poco a poco emergía
como la representación de la tiranía, el absolutismo, concentración de poder,
similar a las monarquías. El partido evolucionaria, pero siempre hacia la
dirección equivocada. Así a México se le condenaba a la pobreza, injusticia, opresión,
crisis recurrentes. Sin embargo, a partir de los años 50 el esquema parecía
funcionar cuando se iniciaba una era conocida como “desarrollo estabilizador”.
Pero era una visión equivocada que nadie se
atrevía a señalar, un país que, entre la guerra de independencia, el caos que
la seguiría durante todo el sigla 19, y la revolución, habían destruido la poca
riqueza que se había creado en la colonia y la aplicación de las estadísticas a
un país que debía empezar de cero, cualquier crecimiento, por pequeño que
fuera, luciría espectacular. Y una sociedad acostumbrada a la crueldad de la
guerra, destrucción, pérdida, ante un reporte comparativo del horror de lo malo
contra el horror de lo menos malo o lo regular, obviamente el segundo lucia
bello y prometedor. Se modificaba tenuemente el estilo de gobernar con un poco
de paz, pero el esquema general permanecía inmovible en una mescolanza venenosa
que ahora bautizaban como economía mixta. Pero lo único que sería mixto era su
nombre pues el estado cada día apretaba más las cadenas expropiando la libertad
tan necesaria para la evolución y desarrollo del ser humano.
El estado se había convertido en propiedad
del partido y sus miembros se hacían adictos a esa clase de poder, el poder
absoluto, sin reglas para limitarlo, sin instituciones para distribuirlo, ni para
cuestionarlo. Y, si alguien se atrevía a retarlos, revivían las tácticas post
revolucionarias que eliminaran a Villa, Obregon etc. El gobierno crecía, pero
no las libertades.
Así navegaba nuestra nave en medio del océano de la mediocridad hasta que aparecieran los modernos revolucionarios para cambiar el rumbo. Abandonaba el océano de la mediocridad apuntando la proa hacia el mar de la destrucción. De nuevo se destruía la poca riqueza creada en el desarrollo estabilizador y de la mediocridad nos asomábamos al fracaso total cuando, embriagados por el petróleo, ignoramos las señales y en 1994, desesperados ante la posible pérdida de poder, sus propietarios desempolvaban las viejas tácticas asesinando a Colosio.
Así se formalizaba el Estado Profundo
tercermundista que, al igual que el original y el verdadero, tiene un solo
propósito, no perder el poder y ante la eventualidad de la tragedia de
perderlo, recuperarlo a costa de lo que fuera. Pero a diferencia del EP
primermundista, este no se formó por quienes son los propietarios profesionales
del verdadero poder, la “Alianza Ciudad de Londres-Washington”, con sus
sofisticados esquemas para saquear el mundo y un fondo de $40 trillones de
dólares. Este es Made in México y sus propietarios son tercermundistas y, por
más que hayan robado, no cuentan con un fondo similar al del verdadero que les
da el poder para enfrentar a Trump, pero, al como el original, es un grupo sin
escrúpulos, sin valores, sin integridad y, como ya lo han demostrado, listos
para la guerra sucia y no les importa destruir el país si ese es el precio que
se deba pagar.
¿Quiénes lo forman? Lo discutiremos en la próxima.
No comments:
Post a Comment