Compro a 10, vendo a 20. Con ese 10% me hago rico

Ricardo Valenzuela

Cuáles son las características de un buen vendedor - Impulsa blog

Uno de los hombres más sabios que yo tanto admirara, mi abuelo materno, siempre afirmaba que, en las alegatas, mientras más pendejadas se digieran, para algunos, no muchos, podría ser una gran fuente de aprendizaje. Yo le preguntara ¿Cómo? Y me respondía, porque con un poquito de sentido común, distinguirlas así cada pendejada siempre se puede convertir en la mejor receta de cómo no hacer algo. Y, vaya que Trump pareciera tener el objetivo de liberar las mentes de tanto pendejo, tal vez en una competencia mundial.

Aunque siempre acostumbrado a recibir todo tipo de agresiones por mis ideas tradicionalmente retadoras, en estos momentos ha estado emergiendo una especial que me ha hecho recordar la lectura de un excelente libro de Buchanan titulado ¿Qué deberían hacer los economistas? Que inicia con una cita de Lord Acton: “No es el movimiento popular, sino el viaje de las mentes de los hombres que se ubican en el asiento de Adam Smith lo que es realmente serio y digno de toda atención. No el de aquellos que tratan de pontificar ignorancia".

Las agresiones especiales ahora me llegan de los “libertarios,” al parecer contagiados con la rabia de los coyotes con el mal ya muy adelantado. Ante tal locura, trataré de responder con una interesante anécdota popular en los salones del IPADE, el prestigiado instituto para la formación de líderes y, sobre todo, para la edificación de mentes a través de sus programas inusuales. Programas no para abarrotar sus almacenes memorizando estadísticas, escritos, artículos, citas de libros, para luego repetirlos como pericos.

El objetivo es desarrollar mentes de gran amplitud, mentes que no se encajonen con reglas inflexibles muy populares entre aquellos que abrazan todo con soberbia. Sino mentes prácticas, abiertas, elásticas, creativas, curiosas y hasta artísticas. Esas que definía el gran Mark Twain afirmando: “Yo tuve una gran educación hasta que llegué a la escuela.” Porque esas que se montan su burro y no hay nada ni nadie que las baje, son mentes soberbias, son mentes cuadradas y en su geometría no cabe nadie más.

Carlos Llano platicaba una curiosa historia de tres grandes amigos quienes, al graduarse de la preparatoria ya para iniciar otra etapa de sus vidas, hacen el compromiso de reunirse de nuevo al cumplirse el aniversario 20 de su graduación. Era claro que los caminos que tomarían hacía casi imposible se volvieran a encontrar antes de ese aniversario. Pasaron los años y llegaba la fecha del encuentro. Dos de ellos habían llegado desde el extranjero habiendo residido en diferentes paises, y estaban ya en el lugar. Su apariencia develaba dos tipos tradicionales con indumentarias simples. El tercero había permanecido en el país y era el último en llegar.

De repente ven una larga y elegante limosina de la cual, después que un chofer uniformado abriera una puerta, sale el tercero de ellos portando un elegante traje de marca, en su muñeca un Rolex de oro, zapatos italianos también de marca. Así los tres se funden en fuerte abrazo y se sientan para iniciar su ceremonia. Después de agotar sus manifestaciones de afecto, dedicarse algunos chistes, uno afirma. “Bueno, el motivo que elegimos hace años era informar el resultado de nuestras vidas y yo inicio.”

Al terminar la prepa conseguí una gran beca para asistir al MIT en donde estudié ingeniería, después logré una maestría y el doctorado en física cuántica y en mecánica nuclear. Inicié trabajando en un gran laboratorio en Alemania en donde pude construir una nueva teoría de física gravitacional que me valió el premio Nobel. El tercero pregunta ¿lograste asegurarte construyendo fortuna? Responde, realmente no, pero he vivido bien.

Continuaba el segundo. Yo también logré una beca para estudiar economía en Stanford, después maestría y doctorado en el London School of Economics, en donde pude crear una nueva teoría de una coordinación cibernética de las fuerzas que conforman estos nuevos mercados y el poder de sus estimulantes tecnológicos. He estado en la lista de premios Nobel varias veces. Y surge la misma pregunta del tercero ¿has logrado hacer fortuna? Responde, no, pero he tenido infinidad de satisfacciones profesionales.

Llega el turno del tercero luciendo rebosante de prosperidad. Yo no pude continuar mis estudios pues mi familia sufría de grandes privaciones y no tuve alternativa mas que trabajar. Decidí dedicarme al comercio y, me imagino están enterados, me convertí en uno de los hombres mas ricos del país. Y, mi secreto ha sido muy sencillo, me dediqué a comprar a 10 y a vender a 20, y con ese 10% fue como logré acumular mi fortuna. El auditorio explota con una gran carcajada ante la ignorancia matemática del hombre.

Carlos Llano gritando dice. El hombre no sabía que su margen no era del 10% sino 100%, pero, lo que sí sabía era comprar a 10 y vender a 20 y eso es algo que no se aprende en universidades. El no se había convertido en uno de esos farsantes que todas sus afirmaciones las llevan a cabo teniendo en sus manos un libro de donde han sacado la frase, porque ellos no tienen ideas propias. Tampoco en un tecnócrata que, cuando alguna de sus ecuaciones no los lleva al cielo, explotan. El sufrió la transformación para, a base de sentido común, detectar carencias en los mercados y leer los posibles precios a los que podría vender sin abusar que eso nunca reditúa.

Descubrió la mejor forma de satisfacer esa carencia, que él había sufrido, ofreciendo lo que la competencia no ofrecía. Aprendió a nunca combatir la competencia, sino amar ese juego para así encontrar la genialidad. Aprendió, no solo viendo lo que se hacía bien, sino también lo que se hacia mal o no se hacía. El no esperó alguien le diera el mapa. Aprendió que esa genialidad requiere, antes de caer, llegar al combate en gran forma física y con el verdadero mapa que marca la ruta consecuencia de su comportamiento. Y siempre mantener la humildad que abre las mentes. Porque solo cavando y cavando hasta lo profundo se encuentra el oro y los diamantes.

Entonces, le doy gracias a Trump porque, en el batarete de opiniones que ha provocado, ha sido un gran alimento para mi mente.           

 

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