Michael Novak*
Los pueblos alrededor del mundo, aceptarán la democracia sólo si se acompaña de progreso y mejores condiciones de vida. Nunca aceptarán un proceso que sólo significa la oportunidad de votar cada dos, cuatro o seis años. La gente no pide una utopía, pero sí quiere un entorno en el cual tenga la oportunidad de progresar a base de oportunidades y trabajo. Este es el mecanismo que hace del capitalismo un complemento especial de la democracia. El capitalismo es el medio de alcanzar las promesas que la democracia formula de lograr mejores condiciones de vida.
Un segundo servicio del capitalismo a la democracia, es menos comprendido. Los próceres de la independencia americana, lo llegaron a entender muy bien. Benjamín Franklin en Londres y Tomás Jefferson en París, investigaron, a través de la historia, las razones por las que otras repúblicas habían fracasado. La envidia resultó ser la más destructiva de las pasiones sociales. La envidia nunca actúa bajo su propio nombre, se esconde bajo algún disfraz atractivo, pero funciona como gas invisible y mortal. En repúblicas anteriores, había causado la feroz guerra de clases. Por tales razones, los fundadores de los EU se definieron en contra de las divisiones clasistas ("desunidos caeremos") y buscaron cómo neutralizarlas. A menos que una república venza la envidia, no perdurará.Para que el país perdurara y progresara, decidieron
construir una república que no se basara en una clase clerical, aristocrática,
ni militar, sino en base a una clase más humilde y típicamente despreciada.
Optaron por lo que llamarían una "república comercial". ¿Por qué escogieron una
actividad considerada por los grandes pensadores de la era como innoble?
Primero, porque cuando la gente en la república, especialmente los pobres, se
dieran cuenta que sus condiciones materiales mejoraban, empezarían a comparar
dónde están hoy y dónde quisieran estar mañana. Así, dejarían de compararse con
sus vecinos porque las ambiciones y metas son diferentes. Buscarían alcanzar
las suyas, a su propia velocidad y satisfacción.
Hay que recordar que en los regímenes monárquicos,
para la realeza y la aristocracia el trabajar, lo mismo que los negocios, era
denigrante. El Rey entregaba concesiones a los señores feudales para, por
ejemplo, ser el único proveedor de harina en Londres, y el señor feudal lo
llevaba a cabo a través de los siervos que trabajaban, mientras que ellos
recibían los beneficios. Los negociantes eran considerados como gente de clase
baja y despreciados. La iglesia católica llegó a consideran un grave pecado el
que el hombre buscara una ganancia.
Tocqueville,
durante su visita a Estados Unidos el siglo XIX, para su sorpresa encontró un
país ausente de envidias. En general, la gente admiraba el éxito de los demás
como señal que la prosperidad llegaba a su pueblo, a su estado y a su nación.
Un nuevo tipo de empresario nacía en el país para convertirse en el motor de la
nave, y era no solamente aceptado, sino admirado y emulado. A diferencia del
catolicismo, el calvinismo protestante de los EU consideraba la riqueza del
hombre, una señal de su cumplimiento con los preceptos del Señor.
La democracia
solo se consolida con una economía en crecimiento para que, al subir la marea,
suban todos los botes a través de oportunidades y realización personal. La
segunda razón por la cual escogieron los negocios como la fundación económica
de su nación, fue para vencer otra amenaza contra las instituciones
republicanas, la tiranía de la mayoría. La mayoría puede ser más tiránica y más
cruel que un dictador. Madison y Hamilton lo entendieron así, y apoyaron la
noción de Montesquieu y de Santo Tomás sobre la separación de los poderes en
todas las ramas de la sociedad, en especial los negocios, y ello solo se
lograría en lo que se llegara a conocer como el mercado libre, cargando consigo
la competencia.
Es en la naturaleza de los negocios donde los
intereses de la gente, en lo que Adam Smith identificara como división del
trabajo, toman muchas direcciones: finanzas, producción, mercadeo, mayoreo,
transporte, construcción, agricultura, ganadería, minería, pesca etc. En metas
y estructura, cada actividad difiere de
las demás. Por lo tanto, era muy poco probable se engendrara una sola mayoría
económica dominante pues, habiendo removido las barreras de la monarquía como
encomiendas y concesiones monopólicas, el campo de oportunidad se abría para
todos.
El mercado y los negocios son condición
necesaria para el éxito de un gobierno republicano, de "un gobierno del
pueblo, por el pueblo y para el pueblo," porque son el motor para lograr
economías en crecimiento y el medio para alcanzar el mayor bienestar para el
mayor número de gente. Neutraliza la envidia a través de de crecimiento
económico y oportunidades de progreso para todos. Evita la tiranía de las
mayorías al subdividir los intereses económicos entre infinidad de
alternativas.
Porque, después de todo, ¿qué es el capitalismo? La
mayoría de los diccionarios utilizan la definición de Marx: un sistema de
intercambio de mercado, propiedad privada y acumulación de ganancias. Pero
conociendo su animosidad hacia el capitalismo, ¿por qué aceptamos su definición
aún en contra de la evidencia empírica? Como lo expusiera Max Webber y otros
historiadores económicos: “Un nuevo sistema económico surgió a fines del siglo
XVIII. En ese sistema hay más que mercados, propiedad privada y utilidades” (lo
cual había existido desde los tiempos bíblicos).
Los economistas difirieron en cuanto a lo que era
nuevo de ese sistema. Según Schumpeter, Hayek y Kirzner, el capitalismo es el
sistema económico que, dependiendo de un sistema político apropiado, del apoyo
intelectual, cultural y moral de un gran número y variedad de instituciones,
abriendo las oportunidades para todos, fomenta la iniciativa y la actividad del
ser humano como: ingenio, invención, descubrimiento, iniciativa. Aporta apoyo
institucional al derecho inalienable de la iniciativa individual. La razón de
ser de tal sistema, es ayudar al ser humano a realizarse.
Se
trata de servir al individuo en toda la gama de la convivencia humana. El
imperio de la ley y la organización política, tiene prioridad sobre el orden
económico. El orden moral y cultural tiene prioridad sobre ambos. La economía
no es el todo, ni el único fin; es, más bien, un instrumento que produce
consecuencias de acuerdo a los pilares anteriores.
Pero,
¡qué instrumento! Se trata de anidar la esperanza para los pobres del Tercer
Mundo. Es una condición necesaria para que emerja la democracia. Si fracasa en
Europa Central, desde Polonia hasta Ucrania, Rusia y el norte de Asia, la
historia del siglo XXI será aún más sangrienta que la del siglo XX. La libertad
no llega garantizada. Su precio, nos lo recuerda Jefferson, es una eterna
vigilancia. En alguna forma la libertad es la menos estable de todos los
regímenes; depende de ideas claves y de fidelidad para con ellas. Cualquier
generación, en cualquier momento, puede ceder la libertad, darla por perdida.
Estamos ante la posibilidad que la libertad se esfume habiendo pasado como un cometa durante menos de 200 años, para luego dejarnos sólo oscuridad. Nuestro futuro puede ser sombrío. Tal destino, sin embargo, no depende de las estrellas. La mayor amenaza a la libertad está en el corazón humano. Si somos firmes escogiendo y transitando el buen camino, podemos lograr que la libertad prevalezca. Tenemos esa oportunidad, pero no se trata en ningún momento de una garantía, hay que luchar por ella pues como afirmara Jefferson: El árbol de la libertad hay que regarlo de cuando en cuando, con la sangre de los mártires….y de los tiranos.
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