EL GRAN CONCILIO DE NICEA Y ESPINOZA

Ricardo Valenzuela

 Cristianos Gays » El Consejo Mundial de las Iglesias (CMI) celebrará el  1700 aniversario del Concilio de Nicea

Mi padre, habiendo sido un hombre muy diferente a lo que siempre definiera al clásico sonorense de su era, solo se podría comprender conociendo la primera etapa de su vida. Habia dejado su pueblo en la sierra de Sonora a sus 12 años, para trasladarse a la ciudad de México bajo la tutela de su hermano Gilberto—más de 20 años mayor—y continuar sus estudios. Pero casi de inmediato partía a Europa donde su hermano fungiría como embajador en Bélgica y él iniciaba una educación que lo moldeara así, de forma diferente.

Transitaría por el Real Ateneo de Bruselas, la Universidad Libre de Bruselas y, finalmente, en el London School of Economics cuando su hermano fuera embajador de Mexico en Inglaterra. En aquella Europa todavía liberal, se había formado con esas ideas liberatorias. Después de 12 años en Europa, regresaba al México de Elias Calles el gran enemigo de su hermano quien, habiéndose rebelado ante el asesinato de Obregon, perseguido se encontraba radicando en EU.

Pero, le sucedía algo que lo dejaría marcado. A su regreso, al penetrar su país a través de la frontera de Agua Prieta, cuando el supervisor de la aduana preguntaba quién era ese chamaco tan elegante, le decían, “es hermano de los traidores”, refiriéndose a sus otros hermanos, Federico y Arturo, también exiliados y perseguidos por el mismo motivo, la furia de Calles quien ya se habia adueñado del pais estableciendo la dictadura perfecta. En las muy contadas ocasiones en que hablaba de aquellas experiencias, yo lo había escuchado hablar de filósofos como Espinoza, Nietzsche, Locke y, sobre todo, de su profesor en el LSE el gran Hayek.

Pero, la historia que me parecía fascinante fue cuando él y su hermano recibían a Calles en el puerto de Hamburgo a donde llegaba para iniciar una gira por Europa como presidente electo. Describía cómo, al encontrarse con Calles, su hermano lo presentaba diciéndole, “este es mi hermanito quien estudia aquí en Europa”. Calles le tocaría la cabeza diciéndole, “estudia mucho mijito, que México necesitará mucha calidad intelectual”. Impresionado describía su visita a Paris y de una cena que se ofrecería a Calles, donde se tocaría la guerra entre los dos paises. Y la respuesta magistral que diera Calles preparada por su hermano que impresionaría a los franceses.

A veces mi padre se refería a lo que Calles le habia dicho acerca de la necesidad de Mexico por calidad intelectual, para luego arremeter afirmando Calles, admirador de Espinoza, combatía la iglesia con un celo para destruir ese poder que de forma genial habia descrito el filósofo. Pero, no para disponer fuera para la gente, sino concentrarlo en su persona. Solo años después, a través de mis investigaciones, entendería cómo habia surgido esa sociedad Estado-Iglesia para siempre monopolizar ese omnipotente poder, que en Mexico lo concentrara Calles con su partido. Y eso sería una de las grandes frustraciones de mi padre.

Esa inquietud me llevaría a conocer realidades de la forma en que se estructuraría esa diabólica sociedad. Pues la ancestral lucha entre el poder y la libertad que podríamos atestiguar a través de la historia, a finales del Imperio Romano tomaría una fisonomía diferente. La aparición de Jesucristo iniciaría, entre muchas otras cosas, el surgimiento de una ideología liberatoria que amenazaría como una potencia para competir por el poder de los emperadores. Pero, esa religión no sería estructurada por Jesucristo. Tardaría tres siglos en que sus enseñanzas mutaran en una sociedad Estado—Iglesia cuando el emperador Constantino reconociera ese poder.

Después de esos tres siglos, promovida por Constantino, se llevaría a cabo una gran convocatoria para consolidar la iglesia y esa sociedad con el Imperio. El Concilio de Nicea en el año 325 DC sería la concentración de todos los aspirantes con el supuesto objetivo de lograr la definición del concepto de Dios, pero con el ingrediente del emperador y su intención de moldear políticamente lo que debería ser sagrado. Constantino, supuestamente, se había convertido al cristianismo y era el inventor de esa nueva sociedad para decretar el cristianismo como la religión monopólica del Imperio. Ese gran monopolio espiritual estatal y de esa forma usar la religión para siempre legitimar el poder.

Con la elección del Papa Leon XIV, por algún motivo, ha renacido mi interés en estos temas tan importantes. Por eso he regresado a quien, durante casi 4 siglos, ha retado las bases tradicionales del cristianismo y de todas las religiones, el odiado Espinoza que desde el siglo 16 ha sido piedra en el zapato de muchos. Ha retado desde el concepto de dios, pasando por la afirmación de la iglesia de ser el único puente para llegar a él, hasta acusar a la mayoría de las religiones de haber limitado el potencial de los seres humanos y, en especial, su libertad coartando nuestro potencial, preciado regalo de ese Dios natural.

He regresado a investigar las acciones de los jesuitas que siempre me han parecido venenosas pues las manejan de formas muy diferentes, no chocando, sino ejerciendo influencias bien estudiadas y ejecutadas penetrando universidades, centros de ideas, sus organizaciones de espionaje. Ellos han sido los precursores de la ingeniería de la conciencia para modificar los patrones de pensamiento. Sus famosos ejercicios espirituales que no son más que psicología conductual de programación. Son parte de esos grupos que han surgido en sociedades secretas perversas como el Illuminati, cuyo fundador era jesuita. Esas organizaciones que nada tienen de espiritual y, tomando las ideas de Espinoza, las modifican para convertirlas en sus armas silenciosas de control.

Son las que utilizaran los nazis con el demente objetivo de rediseñar las estructuras mentales. Los que están fusionando filosofía, psicología, tecnología, ciencia, matemáticas, hasta llegar a controlar la percepción de la realidad a base de algoritmos, programas científicos, hasta el comportamiento de los mercados. Son los que pretenden cambiar sexos, modificar la moral. Los que para ellos nada es bueno ni el malo, todo es relativo. Son lo que han aprovechado la religión, no para liberar, sino controlar y rediseñar el futuro de la humanidad a su conveniencia.

Son los que se están adueñando del mundo a través de sus instituciones globales y gobiernos que ya controlan. Y alguien debe detenerlos. Y tengo el presentimiento que Leon XIV será una gran aliado.                  

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