Ricardo Valenzuela
Para este
ejercicio debemos de regresar a la famosa frase de Alexis de Tocqueville: “EU
es un país grande porque bueno y moral. Pero cuando los EU dejen de ser ese
país bueno y moral, también dejará de ser un país grande.” En estos momentos ya
no es bueno y mucho menos moral y la pregunta debería ser ¿Cómo fue posible que
la sentencia—advertencia de Tocqueville se hiciera realidad? Porque, repito, EU
hace mucho tiempo que dejó de ser aquel país en el que se presumiera su
constitución era para hombres morales.
Es decir, iniciando como la nación tan especial del mundo, tan admirada, tan justa y moral, para llegar a estos momentos que, al haberla entregado a esas fuerzas oscuras ha emergido ese país que, provocado por mentes enfermas como la de Obama, lo llevara con premeditación alevosía y ventaja a uno de sus episodios más vergonzosos de su historia. Un hombre que, ante la vista de todos, lo avanzara en esa ruta para regresar a la servidumbre sin perder oportunidad para describirlo como el gran paria de la humanidad y, para resolver todos esos problemas, aseguraba lo convertiría en un paraíso musulmán. Y luego instalara a Biden.
Pero, con la esperanza de llegar a entender esta cruel inmolación, debemos regresar hasta los inicios de la historia de un país cuyo capullo se formara y desarrollara en su era colonial. Una colonia con el sello de todas las que fueran bastiones del Imperio Británico pero que, se desarrollarían con diferentes recetas. En las colonias que, al arribar la fuerza imperial, tuvieran grandes poblaciones como fue el caso de la India y algunas ubicadas en Africa y el medio oriente, la estrategia era simplemente el establecimiento de una opresión total, de la cual solo se liberarían hasta el silgo 20.
En el caso
de EU, a diferencia de Mexico, encontraran poblaciones no integradas y
desparramadas por todo un gran territorio, así los inmigrantes establecían su
control del territorio. Y, otra diferencia especial, fue que esos pioneros
llegaban integrados a corporaciones como la Virginia Corporation, no como los
españoles que arribaban para trabajar en las encomiendas que la monarquía les
otorgaba a sus ciudadanos de clases altas. Además, a los colonos en America el
Imperio Británico les permitiera una autonomía que nunca tuvieron las españolas
que hasta un Virrey les instalaran, y nunca pudieran disfrutar de las grandes
riquezas minerales como las de Mexico o Perú, que convirtieran a España en una
gran potencia.
Fue cuando
surgieran dos tendencias totalmente diferentes que luego se enfrentarían. En
las colonias de Inglaterra sus pioneros tendrían, lo que siempre habían soñado,
derecho a la propiedad en un escenario en el que se desarrollaría un gran amor
por la libertad que ellos buscaban, sobre todo, la libertad para practicar su
religión lejos de las guerras en Inglaterra e Irlanda. La otra tendencia nacía
y se desarrollaba en su madre patria impulsada por las ideas de un hombre
especial, Cecil Rhodes, que con habilidad la pudo conjugar con los intereses de
la Monarquía y, sobre todo, con los de los oligarcas que él representaba como
el hombre más rico de Sudáfrica.
Y esa causa
provocara la utilización de ese poder conjunto para, de acuerdo con el
propósito de todos, organizarse de forma especial para tomar control de todo el
mundo por quienes se identificaban como los hombres superiores, para de esa
forma dirigir a los inferiores descerebrados. Pero, el cuartel general de su
movimiento no sería el palacio de la Monarquía, sino la ya establecida City of
London Corporation, una zona autónoma dentro del Londres conocido. Allí se
desarrollaría el paraíso más grande de libertad política y económica a nivel global.
Facilitaría mucho el proceso el que los Rothschild ya eran propietarios del
Bank of England y que sumaran al Vaticano.
Pero, en
las colonias americanas también surgían las ideas de libertad y tomaban forma,
especialmente cuando hombres como Jefferson, Franklin, Adams, llegaran a
conocer las obras de los grandes liberales que igualmente estaban tomando forma
especial. Un potaje que a las ideas de Sócrates le agregaran las de los curas
de Salamanca, las de Bastiat, las propias de Inglaterra como Richard Cobden,
las de John Locke en aspectos políticos con sus Dos Tratados de Gobierno y, de
forma especial, la ley natural. Hasta las de Adam Smith que, el mismo año del
nacimiento de EU, publicara su magna obra; La Riqueza de las Naciones.
Esas dos
ideologías iniciarían sus choques desde la época de la colonia, especialmente
cuando la Corona, cargando una estructura corrupta, super endeudada, con tintes
de estado socialista y manejada con despotismo. Hambrienta por dinero de las
colonias que, ante sus ojos, eran ciudadanos de segunda. Para pagar deudas con
los banqueros Holandeses y los de East India Company con los que tenían una
deuda de 140 millones de libras, debian conseguir dinero a la fuerza y así decidían
cargar onerosos impuestos y tarifas a su colonia. Los colonos sentían estar
gobernados por una tiranía de un gobierno en el extranjero al otro lado del Atlántico.
Jefferson
afirmaba. “Si la gente en America permiten que bancos privados controlen la
emisión de su moneda, primero por inflacion, luego por deflación, los bancos y
corporaciones formados a su alrededor privarán al pueblo de todas sus propiedades hasta que sus hijos despierten
sin hogar en el continente que sus padres conquistaron. Los bancos son más
peligrosos para nuestras libertades que los ejércitos invasores. El poder de
emitir se debe retirar de los bancos y regresarlo a la gente, a quien pertenece
por derecho propio.”
Con esa frase Jefferson
dibujaba el proceso a través del cual esos oligarcas destruirían la moralidad e
integridad de EU para abrir las puertas a sus verdugos. Ya con el inicio de la
revolucion industrial y aunque Holanda habia dominado la economía del siglo 17.
En los siguientes años, con ayuda de los oligarcas, Inglaterra usurparía todos
esos negocios a Holanda pues habían instalado sus bancos en toda Europa para
convertirla en el super poder del siglo 18. Pero, para la total subyugación de
EU, necesitaban un acontecimiento poderoso que lo ubicara a sus pies suplicando
por dinero, para, como primer paso, endeudarlo.
Y que mejor forma para destruir a esos aspirantes a la grandeza que llevarlos a una devastadora guerra civil en la que, como en las guerras napoleónicas en las que los Rothschild financiaran la de Waterloo con oro que contrabandearan desde España, también podían lucrar con una diabólica formula que ya preparaban los mismos Rothschild, puesto que ya conocían a Jefferson y Franklin.
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