Ricardo Valenzuela
La historia es el tema que más nos debería educar puesto que, llevando un análisis e interpretación de su lectura, es la gran oportunidad de aprender de las acciones que han provocado triunfos y fracasos para convertirse en experiencias de quienes la han vivido. Pero, aún más importante, analizar y conocer las conductas de sus protagonistas y llegar a conocer que fue lo que provocara que las asumieran. Porque éxito y fracaso siempre dejan profundas huellas para formar la historia. Y en esta excitante aventura que podemos vivir, es especialmente importante conocer a sus protagonistas, sus personalidades, sus ideas, su formación, sus influencias que en conjunto acudieran a formar sus estructuras, sus sueños, sus ambiciones que finalmente precipitaran esas conductas y sus resultados que han acudido a la configuración de ese importante elixir de la vida, la historia.
Los tiempos que estamos viviendo en los cuales claramente ya no estamos siguiendo las rutas que nos deberían de llevar a un mundo de paz, de libertad para desatar los tesoros interiores del ser humano y, con su trabajo, sus habilidades, provocar historias como la del siglo 19 en EU que fue en el cual el nuevo país le arrebatara a Inglaterra el liderazgo como el más rico y desarrollado del mundo. Hay muchos factores que han acudido para sabotear las acciones de las sociedades del mundo y han provocado los resultados que durante ya mucho tiempo hemos estado sufriendo. Pero, si me pidieran rotular los que más han aportado a esta bacanal, sin dudarlo yo señalaría dos que, en mi opinión, han sido verdaderamente fatales; la democracia y la corrupción de la ley.
La democracia es la que nos ha surtido los mandatarios que en estos momentos tienen el timón de todo el continente americano. En Canadá ese horripilante retoño de uno de sus peores lideres; Pierre Trudeau, su creación Justin Trudeau. En EU, uno de los clásicos dinosaurios políticos de la radical izquierda americana, un hombre que ha estado incrustado en la burocracia durante 50 años y uno de los políticos más corruptos que han desfilado en el escenario de EU. En México un López Obrador quien solo puede presentar credenciales de experto en provocar los ataques de masas no para construir, sino para destruir. Un hombre sin preparación profesional, lleno de odios, resentimientos y complejos que, en manos de hombres en el poder, se convierten en letales armas para arruinar países.
Y la misma alarma podemos activar si recorremos el resto de América Latina y solo unos cuantos ejemplos son Venezuela, Argentina, Colombia, Perú, ahora hasta el ex milagro de Chile, Honduras con su nueva presidenta esposa del bandido chavista que hace solo unos años depusieran. Una América Latina controlada por el narco, la violencia, y líderes políticos que pareciera han sido entrenados en los campamentos del medio oriente en los cuales se fabrican lo que es su gran orgullo; los orates suicidas que van por el mundo detonando sus poderosos chalecos cuajados de bombas para la destrucción. La diferencia, es que esos “mártires” del Islam, lo hacen por la recompensa que les han asegurado obtendrán en el paraíso. Mientras que los nuestros, por más que exploramos para entender su motivación, la única explicación es que son pendejos.
Y es porque la democracia es gemela de ese socialismo que ha surtido todos estos lideres que arropan ya todo el continente. Son la negación de lo que Platón y Aristóteles llamaba Epistocracia, el mandato de los más sabios, los más preparados, honestos y morales. Sin embargo, a Platón le preocupaba profundamente el que los votantes, siendo irracionales, ignorantes, portadores de coeficientes intelectuales muy bajos, decidieran quien y como se debían gobernar los países siempre han terminado siendo explotados por tiranos.
Aristóteles respondía que en gran parte estaba de acuerdo, pero, entre la población no había ese material requerido con inteligencia, sabiduría, preparación profesional, sentido de justicia y, en todo caso, se debían de entrenar para una tarea tan importante. Además, recalcaba que el gobernar de esa manera era una tarea imposible para un solo hombre y, el dar ese poder a una sola oficina, de inmediato atraería a la gente errónea tratando de tomar ese poder solo para su beneficio y el de sus amigos. Estos dos hombres, considerados como los pensadores más importantes en la configuración del mundo occidental, debatían sus ideas tratando de encontrar un mecanismo inteligente de gobierno y, definitivamente, coincidían no era la democracia.
Pero en el nuevo continente americano se cocinaba algo que inicialmente produjera dos perfiles de seres humanos alrededor del mundo, por el oro y plata encontrados en todas las colonias españolas, nacía la codicia, pero la libertad con la que se manejaban las colonias del Imperio Británico, en los círculos monárquicos de Europa provocaba un gran temor. La configuración de las sociedades en las colonias inglesas era un interesante cultivo de algo no previsto. A diferencia de España, las conquistas de los británicos se habían llevado a cabo mediante corporaciones privadas que, por supuesto, perseguían el lograr beneficios para lo cual deberían producir bienes que tuvieran demanda, operando grupos que trabajaran con eficiencia, disciplina y responsabilidad.
Para los colonos eso sería una gran educación puesto que en esta libertad en que se manejaban, tenían derecho a ser propietarios y mantener todo el fruto de su trabajo, algo desconocido para ellos. Muchos de ellos con la experiencia ganada se convertían en agricultores exitosos y dueños de sus medios de producción. En esa época fue cuando se archivara el ancestral idea que la riqueza era algo estático y lo que alguien ganaba, otro lo perdía. Estos colones habían encontrado el secreto de la creación de valor y de capital para aumentar los niveles de la riqueza de las naciones. Cuando se iniciara la guerra de independencia, habían ya sembrado en todas las colonias escuelas, universidades, bibliotecas todo por iniciativa privada.
Después que con la experiencia acumulada en todo el mundo y con un experimento fracasado en la revolución francesa. A finales del siglo 18 ese naciente país en América encontraba el mágico elixir buscado durante tantos siglos. Los colonos de Inglaterra se independizaban para formar un novedoso concepto de Republica, pero, con un gobierno limitado a la protección del país de invasiones foráneas y, especialmente, la protección de los derechos individuales de la gente. La estructura incluía el concepto de federalismo para darle poder a los estados en la operación diaria y natural, con un gobierno federal de servicio para los estados. Con ese nuevo esquema se desataba todo el potencial de una sociedad civil que transformaría al país.
En 1910 llegaría al nuevo país Alexis de Tocqueville, un oficial francés que viajaba para estudiar el sistema carcelario de EU. Pero, fue tal su impresión con lo que sucedía en el país, que su estancia se prolongó por más de un año. Regresaría a su patria para publicar su famosa obra; Democracia en América, en donde hacía la predicción que el nuevo país, al arribo del siglo 20, se habría ya convertido en el más rico y poderoso del mundo. Con el título del libro de este hombre, Tocqueville, se inició el uso de la palabra democracia para describir el sistema político de los EU, que solo utiliza el sufragio como una pieza de la gran maquinaria de esta novedosa república.
En los documentos que le dieran vida al nuevo país claramente se identificaban como una estructura republicana para archivar la monarquía. Un país que lo definían como nación comercial y de negocios, sin aristocracia ni títulos de nobleza, rechazaban el mercantilismo europeo, los monopolios, las iglesias ricas, poderosas y únicas, sin ejército gigantesco belicoso siempre en busca de nuevas guerras. Y, como afirmara uno de los miembros de su congreso continental: “Un gobierno que casi, casi, no lo fuera”. Esa era la visión básicamente de dos hombres; Thomas Jefferson y James Madison a quien también se la considera el padre de su Constitución. Ambos después serían presidentes del país que ellos mismos habían creado.
Declaraban su independencia de la siguiente manera: “Mantenemos estas verdades como autoevidentes, el que todos los hombres son creados iguales, que ellos han sido favorecidos por su creador con ciertos derechos inalienables. Derechos entre los cuales están a la vida, libertad y su persecución de la felicidad. Y para asegurar estos derechos, entre los hombres se ha instituido el gobierno, derivando sus poderes justos del consenso de los gobernados. Y cuando cualquier forma de gobierno se torne destructivo de estos principios, la gente “tiene el derecho de alterarlo o abolirlo”.
Así los temas y conceptos del liberalismo original del siglo 18, ante la curiosidad y expectación de unos y preocupación de muchos, iniciaron su aplicación en este nuevo país. Lo primero era dejar claro que el poder dado al gobierno tiende siempre a ser diabólico y quizás era una necesidad, pero tan diabólica que puede ser la puerta de una infinita corrupción y, por eso, debe ser controlado, limitado de cualquier forma compatible con un mínimo orden civil. La Constitución, la separación de poderes, la declaración de los derechos individuales, los límites establecidos para el ejecutivo, legislativo y judicial, grandes restricciones en la involucración de guerras. Todo esto expresaba una clara desconfianza en el poder y se anidaba en el corazón ideológico de la revolución americana y que por algún tiempo permaneció como lo que debía ser un legado permanente.
No se estableció una monarquía como quería Hamilton, tampoco una democracia pura e ilimitada, es más, en ninguno de los documentos que le dieran vida se mencionó la palabra “democracia”, tampoco un gobierno poderoso manejado por políticos igualmente poderosos, y así los EU navegaron por el siglo 19 para convertirse en el milagro americano y el país más rico y poderoso del mundo, desplazando al Imperio Británico que le había tomado mil años el alcanzar esa hazaña. La Constitución de EU nació de las ideas grabadas en la Declaración de Independencia para el establecimiento de un gobierno especial para gente libre, no siervos. Y fue basada en la idea que los individuos tienen derechos naturales establecidos antes que los gobiernos, y que todo el poder del gobierno es delegado por los individuos para la protección de esos derechos.
La declaración de los “Derechos del Hombre” fue, como lo afirmara Madison, para que no hubiera duda, confusión y tener esa seguridad. Después, para enumerar derechos específicos incluyeron las primeras ocho enmiendas de la Constitución, aclarando que ciertos derechos no constituían el negar otros retenidos por la gente. Y con la enmienda #10 claramente indicaban que poderes no delegados al gobierno federal de EU por la Constitución, no prohibidos a los estados, respectivamente son reservados para esos estado o para la gente. La gente tiene derechos anteriores a los gobiernos y debe siempre retener todos los derechos que expresamente no han sido delegados al gobierno, el gobierno nacional no tiene poderes que específicamente no hayan obtenido ni estén listados por mandato de la Constitución.
Pero, a pesar de todos esos sabios esquemas para evitar la concentración de poder que se convierte en tiranía, EU habiéndose convertido en el primer foco de libertad del mundo, los enemigos de la libertad deberían buscar fórmulas para irlos derribando. Y uno de sus objetivos primordiales era evitar que esas ideas se propagaran y al inicio del siglo, en 1814, con urgencia llevarían a cabo el Congreso de Viena para que las potencias vencedoras de la guerra de la Sexta Coalición, mantuvieran un equilibrio de poder en Europa y previnieran que las ideas de la Revolución americana cobraran impulso y generasen revueltas y conflictos en el continente europeo, por lo cual las decisiones del Congreso estarían marcadas por un firme conservadurismo político que favorecía la restauración inmediata de gobiernos absolutistas de los reyes y sus príncipes.
Para esto, Metternich y Castlereagh estaban decididos a invocar exigiendo que los reyes europeos actuaran como "garantes personales" del equilibrio político en la "Europa de la Restauración", sofocando todo atisbo de liberalismo que amenazara a las monarquías, implicando que la paz del continente solo podría lograrse mediante la mutua solidaridad de los monarcas absolutistas y la erradicación del liberalismo en todos los países del continente.
Pero aun así requerían de llevar a cabo otro evento para apretar las cadenas. En 1822, el llamado era a la famosa reunión del Congreso de Verona. España tenía una monarquía constitucional dirigida por un gobierno liberal. Tras escapar del yugo napoleónico, los españoles apostaron por redactar su propia constitución en 1812, a la que bautizaron como “la Pepa”. Decidieron poner fin a su relación con el absolutismo, pero no con la monarquía. Llamaron a Fernando VII, que pasaría a ser conocido como “el Deseado”, para que actuase como jefe del estado y jurase la constitución.
El monarca, en cambio, estaba en desacuerdo con los valores liberales que regían el país y se dirigió a la Santa Alianza con la petición de que restauraran su poder absoluto. Así, en el Congreso de Verona, los aliados deciden escuchar las peticiones de Fernando VII. En enero de 1823, todos, a excepción de Gran Bretaña, envían una misiva para pedir un cambio en la orientación política del Gobierno. Obviamente, esa nota fue ignorada por los mandatarios liberales, lo que provocó que el 7 de abril de 1823 la Santa Alianza convocara a los “Cien Mil Hijos de San Luis” para restaurar la monarquía absoluta en España.
Este ejército, encabezado por el duque de Angulema, era muy superior a la defensa que pudo plantar el Gobierno español, por lo que consiguieron su objetivo de devolverle el trono absoluto a Fernando VII. Aunque el objetivo del congreso se cumplió, fue el final de la Europa diseñada por Metternich en el Congreso de Viena y se iniciaba la Europa controlada por el naciente Grupo de Elites Internacionales, ya penetrado por los Rothschild que ya habían tirado un ancla en Londres. También, habían establecido a su agente, Alexander Hamilton, en el nuevo país de EU, hacia donde concentrarían y apuntarían toda la metralla de sus grandes cañones y, si no pudieran tomar su control político de nuevo, tomar el control económico.
En los años siguientes los Globalistas, representados por Hamilton, librarían una batalla contra los padres fundadores y su liberalismo, tratando de establecer un banco central para EU cuyo objetivo era establecer un burdo sistema para el saqueo del país y del mundo que pretendían llevar a cabo. El primero se establecía desde 1791 llamado The First Bank of the United States y cancelado en 1811 básicamente por presión de Jefferson. El Segundo sería en 1816 llamado The Second Bank of the United States y sería cancelado en 1836 por Andrew Jackson ya como presidente.
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