Ricardo Valenzuela
El
sistema es manejado y supervisado estrechamente por los carteles sindicados
alrededor de los bancos centrales y promociones de guerras que operan en todo
el mundo siguiendo estas fases:
.) Primera-quebrar: Los sindicatos privados ganan dinero destruyendo un lugar utilizando el crimen organizado, operaciones encubiertas, guerra o la combinación de todas;
.) Segunda-comprarlo: Las ganancias generadas al quebrarlo son usadas para tomar el control legal con un buen descuento
.) Tercera-componerlo. Con fondos gubernamentales, crédito y subsidios son “curados” mientras cosechan los activos remanentes, incluyendo tráfico de narcóticos, esclavitud sexual y cualquier forma para liquidar el capital humano, intelectual y físico.
.) Cuarta-declarar victoria. Con flujos de grants de fundaciones y académicos financiados por las ganancias generadas por el “quiébralo y componlo”, exprimirlos al límite. Documentación para que los participantes fueran admirados por avanzar la civilización.
El mundo estaba experimentando un saqueo global: el capital había sido succionado alrededor del mundo. Pero esto no estaba sucediendo solo en mercados emergentes. También estaba sucediendo en EU y, por supuesto, sucedería en México.
Cuando me llegaba esta información finalmente entendí lo que había sucedido en mi país que antes fuera mi gran interrogación.Siendo Director General de Banpacífico, en uno de mis viajes al DF me esperaba en mi hotel Jose Madariaga, en esos días dueño de una pequeña oficina de inversiones en sociedad con Alfredo Harp, para proponerme algún tipo de asociación pues ellos la identificaban como una gran oportunidad. Años después me enteraba que, en el proceso de privatizaciones, habían comprado Banamex, el banco más grande de América Latina, pagando cientos de millones de dólares lo que me dejaba con una tremenda interrogación y el deseo de investigar. ¿Cómo sucedió? Ahora entiendo.
Siguiendo las 4 fases de la Sra. Fitts. Primero Echeverria y Lopez Portillo habían quebrado el país y el gobierno expropiaba los bancos para provocar su gravedad. En la segunda, los “representantes” de los saqueadores adquirían los bancos con financiamiento arreglado por los “representados” con los fondos ya succionados en otros países. Tercera fase era la del arreglo de lo adquirido usando maquillaje financiero y dar una imagen brillante. En la cuarta declarar victoria y los “representados” gestionar una operación que les permitiera cosechar el “fruto de su trabajo”.
Pasaban entonces a vender Banamex a Citigroup por unos $15,000 millones de dólares. Sospechosamente en el consejo de administración del comprador participan el ex secretario del Tesoro Robert Rubin (arquitecto del plan de rescate de México tras la devaluación del peso y principal inventor del sistema de saqueo) y William Rhodes, quien fue el principal interlocutor estadounidense en las negociaciones para la reestructuración de la deuda iberoamericana que se produjo durante la década de los ochenta.
El nuevo grupo financiero resultante de la fusión de Citigroup con Banamex-Accival se colocaba muy cerca del BBVA Bancomer, el primer banco mexicano. Y aumentaba la distancia que le separaba del tercer grupo del país, el Santander Serfin, del BSCH. Ambos bancos habían caminado el mismo sendero que siguió Banamex también focos del saqueo del Coup d’etat global. Otros bancos seguirían a estos para que el 90% de los activos bancarios mexicanos terminaron en manos del Estado Profundo mundial.
Pero para entender la involucración del estado profundo internacional en México, hay que analizar con lupa el caso de Teléfonos de México. En la década de los 80s emergía en los mercados financieros un esquema que vendría a revolucionar el mundo de los negocios y las finanzas. Mike Milken, inspirado por uno de sus profesores en la Universidad de Pensilvania, B Hickman, ex presidente del FED de Cleveland, lo inspiraba para inventar un nuevo instrumento que bautizaba como bonos de alto rendimiento, pero, de inmediato, la frustrada competencia le daba otro nombre, yunk bonds (bonos basura).
Milken había sentado su base en Drexel Burnham Lambert, un banco de inversión en donde, los últimos 4 años en la empresa, le habían producido $1.5 billones de dólares sentando un récord. Sin duda un genio a quien se llegara a referir como el financiero más poderosos desde JP Morgan, utilizando sus instrumentos empezó a financiar una variedad de nuevas operaciones. Pero sus dos especialidades eran lo que se llegó a conocer como las “tomas por asalto” y “compras apalancadas”. Las comprar apalancadas consistían en adquirir empresas financiando la operación con sus mismos activos. Milken emitía bonos para la compra con garantía de sus acciones, obviamente empresas muy subvaluadas por su mala situación financiera, pero con un gran potencial.
Las tomas por asalto consistía en sigilosamente adquirir acciones del objetivo en operaciones sumamente sofisticadas, utilizando instrumentos de la gran variedad que listaban los derivativos. Posiciones largas y cortas, swaps, futuros para, sin invertir un dólar, tomar control y, con el aumento del valor de sus derivativos, pagar el monto de sus instrumentos al mismo tiempo que les producían ganancias de billones de dólares.
La operación más grande que financió Milken fue la adquisición de Nabisco combinando la toma por asalto y adquisición apalancada, en la cual se pagaron $25 billones totalmente financiados con deuda representada por los bonos de Milken. Solamente el tamaño de los honorarios de los participantes desafiaban la imaginación. Abogados y consultores recibían $1.2 billones. Lo más interesante de estas “reestructuraciones” fue la creación de gran riqueza a la sociedad. Durante la década de los 80s, el Dow Jones triplicaba su valor y el valor de las empresas cotizadas se doblaba de $1.4 a $3 trillones. Los inversionistas de las empresas adquiridas recibían ganancias de $750 billones (a valores de dólares de 1992). También habían creado millones de empleos.
Milken había cometido un gran pecado. Negar al estado profundo el tomar control de ese nuevo mercado asociado con los equipos del alto mando corporativo que veían a Milken como una grave amenaza. Se enfrentaban con la decisión de manejar bien sus empresas o ser retirados por las tomas por asalto de este genio financiero. Ante su negativa, iniciaban una guerra santa enviando como perro de presa contra él a un joven y ambicioso fiscal llamado Rudy Giuliani, y no cesarían hasta enviarlo a la cárcel. En esos momentos Milken había preparado una presentación para Miguel de la Madrid con el objetivo de reducir y reestructurar la deuda de México que lo ubicaba en el filo del precipicio.
Vetado de los mercados de EU, Milken apuntaba su nave a lo que el identificaba como la oportunidad del siglo; México ante una nueva administración que portaba el mismo deseo de Milken de revivir enfermos a punto de sucumbir. Solamente la privatización que se planeaba era una mina de oro en donde sus enemigos habían decidido participar por los medios que fueran necesarios. Se salivaban de forma especial con dos objetivos en su mira: Teléfonos de México y Pemex. Y lo mas interesante era que en este caso no se requería un enfrentamiento como el de Nabisco. Seria un saqueo en sociedad con el gobierno mexicano
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