Ricardo Valenzuela
Cuando el
mundo inicia a temblar por todos sus rincones y se escuchan los vientos de
guerra, es porque quienes se apropiaron del timón de esta nave se dan cuenta
que la han llevado al centro de una tormenta huracanada y hay pocas
alternativas. Una muy popular siempre ha sido la guerra. Y como sabiamente
afirmara Thomas Jefferson: “Siempre que un país se involucra en la guerra,
cuando se disipa el humo de la metralla, claramente vemos un gobierno
agigantado y una sociedad civil que perdió gran parte de libertad”. Por eso están
soplando los vientos de guerra. Pero, de las guerras grandes no escaramuzas
estilo Vietnam.
En estos momentos la Kabal ha sido invadida por el pánico provocado por dos motivos. El primero es el muy posible regreso de Trump a la presidencia para, una vez más, encontrarlos en el campo de batalla y combatir la instalación de su Agenda 2030 que representa la entrega total del mundo entero al nuevo paraíso de los globalistas. El otro es Rusia, un país que lo han estado atacando desde la caída de la URSS y en estos momentos a través de su guerra en Ucrania, siempre echando por enfrente a Putin que le han fabricado la imagen del peor demonio que ha pisado la superficie de la tierra. La realidad es que no han podido controlarlo ni hacerlo recular.