Ricardo Valenzuela
“Qué vano es sentarse a pensar y escribir cuando no te has levantado para
vivir y luchar”.
Henry David Thoreau
Creo que
pocos sentirán me deben rebatir lo siguiente. El mundo está viviendo una de las
eras más dramáticas de la historia y, desgraciadamente, no encontramos una
solución. Anoche veía un video tratando el tema del alcoholismo en Hollywood
que ha costado la vida a grandes como Peter 0’ Toole, Richard Burton etcétera,
en lo que se considera una temprana edad. Una de las explicaciones ofrecidas,
es que hay tanto sufrimiento en ese lugar, que se acude al alcohol para
narcotizar ese insoportable sufrir.
Yo pienso, proporción guardada, que en nuestros paises sucede algo similar. La gente ansiosamente busca un paliativo y ser capaces de transitar por sus vidas definidas por Henry David Thoreau, como “el caminar una silenciosa desesperación”. La gente entonces acude a las telenovelas, el futbol, muchos abandonan las escuelas. Eso ha provocado un grave subdesarrollo intelectual de la mayoría de paises de America Latina, que nunca siguieron el ejemplo de la reina Isabel de España en su tarea para que los españoles desarrollaran ese intelecto.
Surgen muchos intelectuales del marxismo que si apoyaran algunos gobiernos. Pero, en el liberalismo que ha sido probado y comprobado, han surgido también algunos pensadores que lo escriben, luego lo recitan, lo discuten en sus círculos, pero la mayoría no lo aplican en sus vidas y, en lugar de promover panoramas como el de la reina de España, promueven fórmulas para allegarse fondos públicos vistiendo el uniforme acorde, y eso les permite vivir bien practicando sus experimentos con los que logran solo confundir a mucha gente.
Es algo similar a la lucha contra la pobreza que se ha convertido en gran negocio para gobiernos, burócratas y, de forma especial, empresarios estatistas. Y cuando se dan cuenta que terminar con la pobreza sería un suicidio para quienes tanto han lucrado, los pobres siguen aumentando en proporción mayor que sus esfuerzos y sus ganancias aumentan al parejo que los pobres.
Ante esto, es importante enterarnos cómo fue que el mundo cayó en esta ignorancia que ha facilitado la toma por asalto de los oligarcas globales, mientras nosotros, como los esclavos en EU después de la guerra civil, se ofrecían a sus antiguos dueños porque no sabían qué hacer con su libertad y eso les provocaba pánico. Y ante una ausencia ciudadana, los gobiernos exitosamente han logrado que la gente los identifique como los únicos que pueden salvar la humanidad y todos los ciudadanos son ineptos.
Aquel gobierno Jacksoniano hace mucho falleció porque para los políticos nunca fue atractivo solo ser responsables de la protección de vida, libertad y propiedad, puesto que, según ellos, la gente era imbécil, irresponsable, perezosa, y solos jamás podrían hacer frente a las vicisitudes que la vida “presentaba”. Entonces, requerían quien los educara, los curara, les ofreciera trabajo. Que no tuvieran que pensar, ni preocuparse ante el horroroso futuro, no tendrían que aprender a ser productivos, trabajadores, autónomos. No querían enfrentar la vida ellos solos y necesitaban alguien sabio, generoso, que los tomara de la mano desde su nacimiento hasta la tumba ante los horrores de su libertad.
Pero luego surgieron los inconformes y empezaran a destruir lo poco construido por las monarquías, se sentirían nulos ante el abandono y la inmensidad del bosque de la libertad lleno de tantos peligros y ellos no sabían defenderse. Ante tal pánico se presentarían los nuevos redentores con sus guadañas afiladas, pero pensarían era para defenderlos no para de nuevo esclavizarlos. Y después de escuchar las ofertas, dócilmente se entregaban a quienes sustituían a las monarquías cayendo en su diabólica trampa que los ha condenado durante siglos.
Los originales pensadores liberales fueron pioneros al afirmar, “no era cierto que los reyes tenían mandatos divinos, porque, antes que el rey estaba la ley natural, el verdadero mandato de dios”. Pero, ante los renovados poderes de la nueva fuerza del dinero, unos decidieron permanecer como criticólogos profesionales, pero les arrancarían su ponzoña y fueran inofensivos. Otros, la jugarían “más inteligente” sumándose a los ejércitos de los nuevos amos. Para poder participar modificarían sus esquemas liberales a su conveniencia. Así, los aspirantes a dueños del mundo, con su magia le mojarían la pólvora al verdadero liberalismo y lo archivaban.
Así nacía el liberalismo social, movimientos y partidos usando la palabra cristiano, la tercera vía, el neoliberalismo, el humanismo, el engaño más grande de los últimos siglos. En esos momentos la palabra liberalismo ha sido tan manoseada que la dejaron inservible. Los partidos de oposición, creados por los mismo piratas, llegaban para incrementar la confusión y así fingir tener una parte de la sociedad como los verdaderos redentores abrazando el marxismo violento, que su aportación solo ha sido destruir.
Los verdaderos liberales que no fueran reclutados continúan gritando sus ideas, sus valores, pero, desgraciadamente, en competencia con esos nuevos “libertarios” que, al parecer, lo único que les interesa es lograr sus fotos en los diarios, en videos y, ante la clara ignorancia de la sociedad, hacen declaraciones que provocan que Jefferson, Smith, Bastiat etcétera, se retuerzan en sus tumbas ante lo barbárico de sus palabras. Pareciera que lo único que les atrae del liberalismo, es ese nuevo agregado libertinaje y, haciendo a un lado la moralidad, elevar sus argumentos a favor del matrimonio homosexual, el aborto sin límites, legalización de las drogas sin haber leído los consejos de Milton Freedman.
Finalmente, hay un pequeño segmento que mantienen la pureza de sus ideas e ideales, mantienen su playa y nunca se han sumado a los cantos de los primeros. Ellos siguen luchando en sus trincheras, pero, desgraciadamente, en algo similar a la gota de agua que cae en el desierto de la gente engañada. A unos los etiquetan de locos y les asignan su grado de locura de acuerdo con sus admirables esfuerzos. No se entiende no sean motivados por dinero, ni el poder, los aplausos. Porque ellos brillan más que las falsas lentejuelas, que los cantos de las sirenas, porque, antes que nada, son los verdaderos liberales. Y, lo más importante, nunca han renunciado a la moralidad del liberalismo original.
Ellos son los apóstoles de la libertad, el oasis en medio del desierto, el refugio ante una tempestad. Son los que gritan, “el capitán está dormido, despiértenlo para que tome el timón”. Calma es poder, acciones con grandes propósitos son las que salvaran al mundo. Esos son los verdaderos liberales.
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