Ricardo Valenzuela
Ningún presidente de los EU había tenido las agallas para enfrentarse a China como lo está haciendo Trump. Es el único en los últimos 30 años que desafía las prácticas comerciales desleales de Beijing a través de acciones en lugar de las palabras que provocan gritos de reproche, más no la apertura de sus mercados.
El proteccionismo es verdaderamente peligroso. La idea de buscar la protección del Estado contra la competencia es tan vieja como la civilización. Es el lado oscuro de la humanidad. Es un impulso universal, lo observamos en los niños cuando buscan que sus padres los favorezcan ante sus hermanos, que los recompensen a expensas de los otros. Y es aquí donde los acuerdos comerciales toman direcciones equivocadas cuando la visible mano del Estado y las elites deciden a quien proteger y a quien no.
La realidad es que en el mundo no existen acuerdos de libre comercio, sino acuerdos entre miembros del estado profundo mundial para su beneficio y, por eso, surgen las disputas y el coro de comunicadores que han vendido su alma al demonio. La cobertura de los medios de comunicación sobre las tarifas y la llamada "guerra comercial" con China, es verdaderamente vergonzoso. Ningún presidente de los EU había tenido las agallas para enfrentarse a China como lo está haciendo Trump. Es el único en los últimos 30 años que desafía las prácticas comerciales desleales de Beijing a través de acciones en lugar de las palabras que provocan gritos de reproche, más no la apertura de sus mercados.
Casi nadie ha oído de la Sección 301 de la Ley de Comercio de 1974. Es la ley que le da al presidente de EU libertad absoluta para, sin acudir al Congreso, castigar a cualquier país que manipule las normas comerciales de los EU. Donald Trump hizo historia al ordenar al Representante de Comercio abrir una Investigación Comercial de la Sección 301, sobre la violación por parte de China de los derechos de propiedad intelectual de los EU y rehusarse a la apertura de sus mercados como había sido pactado. Los medios socialistas están felices con la conducta del mercado de valores ante este enfrentamiento y les gustaría ver que se hundiera aún más. Están convencidos de que aseguraría el que Trump no fuera reelegido en 2020, abriendo la puerta para que los demócratas llegaran de nuevo al poder con sus propuestas de más impuestos, más regulaciones, más gobierno, más ilegales penetrando el país y votando, más impresión de dinero fiat, más gasto. La caída del mercado de valores del lunes pareciera ser lo que el doctor les había recetado.
Hay mucha gente que añora la política de antaño regida con ciertos límites y compromisos que los demócratas ya no respetan, y mucho menos los medios vendidos a su partido. Antes la política no era tan sucia y se respetaban criterios de honorabilidad en donde permeaba cierta ética. Pero se han perdido ante la soberbia de los opositores de Trump que, con tal de destruirlo, no les importa destruir el país. Así, la mayor parte de lo que se le ha dicho al público sobre estas tarifas, es una celestial mentira adornada con listones de los medios con los que manipulan a la gente. Veamos.
No hace mucho, medios y demócratas se quejaban porque Trump estaba recortando impuestos. Ahora lo acusan de estarlos creando. ¿Confundido? Yo también, aunque no debería estarlo pues conozco bien la forma irreverente con la que operan los demócratas. Ej. A Mueller antes de finalizar su reporte lo idolatraban. Al terminarlo y notificar que Trump no había coludido y tampoco había interferido, Mueller se convirtió en su demonio. Lo mismo sucedió con el procurador William Barr a quien ahora pretenden desaforar.
Sí, las tarifas son "costos". Pero no van a tomar nuestros dólares para quemarlos en una gran pila. Las tarifas son impuestos federales. Nada más. Los costos adicionales pagados por importadores y consumidores van al Tío Sam para distribuirlos según lo considere conveniente, incluidos, por ejemplo, los subsidios de Obamacare o el mantener ilegales detenidos. Trump acaba de aumentar los aranceles del 10% al 25% en alrededor de $200 mil millones de importaciones chinas. En otras palabras, aumentó los impuestos en $30 mil millones al año. El monto total que pagamos en impuestos el año pasado, federal, estatal y local, fue de $5.51 trillones. Este incremento de tarifas ha causado una histeria colectiva innecesaria y no deberían de espantarse. Las tarifas vengadoras de China solo representan el 0.3% del PIB de EU.
Mientras tanto, la pérdida del mercado de valores durante el pánico del lunes 3 fue de alrededor de $700 mil millones. Ello representa más de 20 años de las nuevas tarifas. Incluso, si Trump decidiera aplicar impuestos del 25% a todas las importaciones chinas, se produciría un aumento de impuestos de $135 mil millones al año. El PIB de Estados Unidos el año pasado fue de $21.5 billones. Así es que la supuestamente aterradora "escalada" en esta "guerra comercial", elevaría nuestra factura fiscal de un 26.9% del PIB hasta el 27.2%.
Trump es el único presidente que ha leído de la A hasta la Z el plan de industrialización Chino llamado; “Made in China 2025”. Al finalizar su lectura, alarmado veía cómo la estrategia China era un atentado contra la economía y la seguridad nacional de EU y del mundo. Él afirma que su plan puede ser doloroso en el corto plazo, pero el largo plazo es de logros y grandes oportunidades. Se molesta cuando alguien lo tacha de proteccionista y acude a su metáfora: “Esto es una pelea de box y nos damos cuenta de que nuestro oponente tiene fierro escondido en sus guantes, ¿Qué hacemos?”
Ante las acciones de los enemigos de Trump, estamos ignorando un panorama mucho más grande. Las tarifas son simplemente un medio para un fin. Es la estrategia para lograr que China verdaderamente abra sus mercados y los negocios americanos vendan más de sus productos. Sabe que China, la segunda economía del mundo, responde más a los incentivos que a palabras. Estas tarifas, sin duda, le dan a China un incentivo para abrirse y lo saben. Esto es transitorio.
La reacción de China fue tomar represalias. No importa. Esto en los mercados internacionales se conoce como posicionarse. Durante mucho tiempo las exportaciones de EU a China han sido menores que lo que exporta al conjunto de Japón, Corea del Sur y Singapur. Ese es el verdadero problema y al mismo tiempo la gran oportunidad. La histeria por el efecto de los nuevos aranceles a China es una exageración sin fondo. Incluso si China prohibiera todas las importaciones de los EE. UU., eso equivaldría a solo el 0.6% del PIB. Y vendería esos productos en otros lugares. China tiene mucho más que perder que los EU.
Cuando se firmaba en Argentina el nuevo acuerdo EU-México-Canadá en el cual abundaron las quejas contra China, Jorge Guajardo, ex embajador de México en China afirmaba: “Algo que los chinos deben entender es que éste no es un tema de Trump; es un tema mundial. La comunidad internacional está harta de la forma en que China manipula el sistema comercial del mundo, y hace promesas que nunca cumple”. Agregaba; “Yo pienso que Trump está haciendo lo correcto y hay gran confianza en David Malpass, un gran economista liberal a cargo de esas negociaciones”.
El lograr que China abra sus mercados representaría un aumento en exportaciones de unos 350 billones de dólares, millones de empleos, mayores ingresos. Trump simplemente está exigiendo se cumpla lo pactado, para que China abra esa oportunidad a los exportadores de EU. No se trata de establecer un comercio administrado como lo hizo Japón durante muchos años, es exigir la pactada reciprocidad que siempre ha existido en los mercados internacionales. Esto debería ser bueno, incluso para los que más histéricamente reclaman.
Y ¿México? Hace unos días México, en la figura del secretario de relaciones exteriores firmó un acuerdo de la ONU para promover y permitir la inmigración (ilegal) mundial que es un “derecho” legalizando la invasión de EU por las olas de ilegales. Ahora tiene que atenerse a lo que viene.
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