Ricardo Valenzuela
Habiendo
tenido la fortuna de que mi vida fuera moldeada por dos verdaderos liberales,
mi padre, quien fuera alumno de Hayek en el London School of Economics que, a
su vez, su vida en mucho fuera creación de su hermano Gilberto quien, siendo 20
años mayor, fuera su figura paternal pues el padre de ambos había muerto en la
fatal revolucion mexicana. Y el tío Gilberto era un liberal de los originales
no los ahora rondan por todo Mexico causando confusiones.
Y portando ese liberalismo verdadero cuando ya habia sido desterrado y casi desaparecido del estadio global, fiel a mis creencias, nunca he renegado de él. Ello siempre me crearía problemas, pero, nada que no pudiera manejar. En esa trayectoria me fui dando cuenta que el mundo, cortesía de un Karl Marx y quienes lo habían patrocinado, llegaba a un punto en que realmente parecía que el regreso de ese liberalismo sería imposible. Inclusive, la palabra que lo definía, liberalismo, habia sido tomada por socialistas. Y, sobre todo, en Mexico solo pensarlo era una aberración.
Sin
embargo, en mi peregrinar buscando algo similar leyendo al gran filosofo moral
del siglo 19, John Stuart Mill, llamaba mi atención cuando argumentaba que
debíamos de instituir la forma de gobierno que produjera los mejores
resultados. Aconsejaba examinar todas las consecuencias. Es decir, al preguntar
cuales gobiernos eran mejores monarquía, oligarquia, aristocracia etcétera,
debíamos enfocarnos no solo en las cosas mas obvias, como que tan bien las
diferentes formas respetan derechos liberales o logran crecimiento económico.
Mills pensaba que el gobierno podía ser buena influencia
También cómo
esos gobiernos afectan la intelectualidad y las virtudes morales de los
ciudadanos. Y, con asertividad afirmaba que algunas formas de gobierno nos
apendejaban y nos hacían pasivos, conformistas, irresponsables, mientras que
otros nos hacían agudos, ambiciosos, activos. En esos momentos nacían
estrategias que se desarrollarían durante los siguientes 200 años. Así, en
nuestro presente los resultados son negativos. Las formas de gobierno no fallaron
en educar o ennoblecer a la gente, sino que se han dedicado a embrutecernos y
corrompernos.
Pero, la
realidad actual es más cercana a la queja del gran economista Schumpeter que
afirmaba: El ciudadano típico siempre ha caido al nivel mas bajo de su conducta
mental tan pronto como entra al campo de la política. Argumentaba y analizaba de
un modo especial en el que rápidamente reconocería como infantil dentro de la esfera de los intereses reales del
hombre. Y así se convertiría en cavernario. Y si Schumpeter tuviera razón la
gran pregunta sería ¿Qué tanto en realidad queremos que la gente participe en
la política? O ¿Qué tanto deberíamos permitir que la gente participe?
En estos momentos
tenemos una evaluación muy certera. Los gobiernos no fallaron en educar ni
ennoblecer a la gente. Han sido muy exitosos al producir lo que han perseguido
a través de su fórmula hegeliana aplicada en la educación. Así, se decidía usar
las escuelas como el gran instrumento de transformación de la sociedad. La
educación sería la panacea para la política maligna y para todos los demás
males. Las escuelas se convertían en
instrumentos conscientes de reconstrucción social en donde los maestros serían
esos guerreros para construir ese diabólico control. Una sociedad apendejada.
Y este ha
sido un programa global que yo lo he comprobado en Mexico en el segmento que me
interesa. Ayer tuve una confrontación con uno de esos libertarios que rondan en
el país. El motivo fue algo que me ha llevado a sacar de mi empolvado baúl mis
guantes de box, la nueva avenida de Donald Trump. Porque estos seudo
libertarios nunca se han curado del síndrome Trumpista y ahora se les presenta
con un nivel de gravedad que, sus cerebros petrificados, al regreso de su némesis
le han agregado el de Gabino Barrera. Ese valiente que “no entendía razones
andando en la borrachera” que, en los seudo libertarios mexicanos, ahora su
trumpismo llega a nivel letal.
A ellos no
les importa el que Trump esté destapando algo que, para describirlo, la palabra
criminal es un halago muy merecido. No les importa el fraude de 2 trillones de
USAID. No les importa que informe de saqueos y fraudes que, con la misma receta
de los robos monumentales de Maduro en Venezuela, comparado con lo que ha
encontrado Trump, luciría como la travesura de un niño de parvulitos. Un robo
que aparentemente se asemejaría aun más al de Venezuela, cuando las tribus de
Musk tienen ya indicios que, como Maduro robara el oro de ese país, en el
famoso Fort Knox guardián del oro de EU, gran parte haya desaparecido.
Nunca se ha
permitido una auditoria de ese recinto, y ya le han negado el acceso a Musk y
su tribu de genios autistas. Esta es una situación muy grave puesto que, si lo
sospechado es cierto, de la forma que se maneje, puede ser causante de la peor
crisis económica, no solo de EU, sino de todo el mundo. Así como USAID ha sido
usado y saqueado para proyectos de Soros y de los demócratas ligados a él. Un
saqueo similar de Fort Knox podría provocar la madre de todas las tormentas
económicas mundiales
Si una auditoría revelara discrepancias en
las reservas de oro, el impacto en los mercados
financieros sería fatal. Pero, incluso
una pequeña diferencia en los registros podría desatar una crisis financiera global. La
última verificación, no auditoria, que se llevó a cabo de las reservas en Fort
Knox, cuyo valor se estima en unos 500 trillones de dólares, fue hace más de 45
años, lo que plantea interrogantes sobre esas reservas de oro. Y si nos
remontamos a la decisión de Nixon de retirar el dólar del manoseado patrón oro
que todavía existía, veremos que desde entonces el dólar ha perdido su valor en
un 60%.
Pero ese apendejamiento es el que permite los gobiernos continúen saqueando los paises, que toleren presidentes como Biden y Obama quienes, le causaron tan profundas heridas a EU, que provocaron el regreso del hombre que tanto odian. Schumpeter siempre navegaría con toda la razón, los miembros de las sociedades se han convertido en hombres de las cavernas que nacieron carnívoros, y jamás habrá fuerza alguna para hacerlos hervivoros.
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