El individuo informado

Ricardo Valenzuela


El desarrollo y conclusión de la elección presidencial en EU, nos ha enseñado varias lecciones entre las cuales, tal vez la más importante sea el papel y el poder del ciberespacio en esta nueva era de la información y el conocimiento. Desde los mensajes extraviados de Hillary, los poderosos envíos de Wikileaks, hasta los Twitts de Trump, fueron elementos vitales del proceso.

El autor de “La Tercer Ola”, Alvin Toffler, desde finales del siglo pasado nos enviaba un poderoso mensaje: En los últimos 500 años el poder ha sufrido una dramática transferencia. En la época medieval era monopolio de los guerreros a través de la fuerza de sus ejércitos, que luego los acomodaban como Reyes. Pero, durante el Siglo XIX se transfería a quienes acumularon el capital, producto de la avenida de la Revolución Industrial. Sin embargo, a partir de la creación espacio cibernético, ese poder ahora se está transfiriendo a los que tienen y usan la mejor información.

En el año 2001, tres americanos fueron los recipientes del premio Nobel de economía, por sus nuevas teorías que creaban controversia y algo de confusión. Los Profesores George Akerlof de Berkley, Michael Spence de Stanford, y Joseph Stiglitz de Columbia, eran galardonados por sus aportaciones a la ciencia económica, con lo que ahora conocemos como la información asimétrica. Su  mensaje llamaba a pensar que, a menos que todos los participantes en el mercado tengan la información “necesaria,” no se puede dar el famoso orden espontáneo de Adam Smith.

El pensamiento de los galardonados provocaba, por parte de los talibanes del colectivismo, una lectura y rechazo armado con la misma ferocidad que Obama rechaza la Biblia, y pasaban a gritar la injusticia para aquellos que no cuentan con esa información. Por eso, como siempre solicitaban la intervención de ese ser infalible al que llaman el Estado, para limar imperfecciones del mercado, tal vez creando una “Secretaría de la Justicia Informativa”, o mejor, la “Secretaria de la Función Desinformativa para los Informados,” y así hacer el taste más parejo.

Aun cuando estos economistas se quedaban cortos al afirmar el mercado tiene “imperfecciones,” habían ya creado confusión en cuanto a las posibles soluciones. Akernof, ex miembro del Consejo de Asesores Económicos de Nixon, afirmaba que los mecanismos de mercado, para ciertos problemas, sin duda serían garantías para resolverlos. Stiglitz, ex jefe de asesores económicos del presidente Clinton, no es secreto su gran confianza en la intervención gubernamental, pero luego caía en el mismo problema de infinidad de analistas mexicanos que, se dedican a criticar, pero no ofrecen soluciones.

Inmersos ya en el Siglo de la información, esto me ha llevado a repasar los conceptos de Hayek quien escribió extensamente sobre este tema. Hayek aseguraba que la información requerida para la buena marcha de los mercados, se encontraba descentralizada en las mentes de los millones de sus participantes. Esto fue su gran argumento cuando, en 1935, expuso el por qué el socialismo nunca podría funcionar. Él preguntaba ¿Cuál es el problema cuando tratamos de construir un orden económico racional? La respuesta debería ser muy simple. Si poseemos toda la información relevante, si tenemos un sistema de preferencias, y si controlamos el conocimiento ofertado por los medios disponibles, el problema remanente es de lógica pura.

Aquí sólo tenemos dos alternativas; la información libre y la información gubernamental. La primera es sumamente útil; la segunda es inútil y destructiva. En un sistema de mercados libres, cada persona puede usar la información que tiene, o, a la que tiene acceso, lo que Hayek llamaba “conocimientos especiales en el tiempo y en el espacio.” Los economistas Hayekianos la han bautizado este proceso como; “conocimiento local.” Por lo contrario, en la vieja Unión Soviética los compradores no podían comunicar sus necesidades a través del mercado, porque el mercado no existía, y los vendedores producían solo  para satisfacer a los encargados de la planeación central, no las necesidades del consumidor: Resultado; caos y pobreza extrema.

Uno de los principales problemas económicos que enfrenta la sociedad, es adaptarse a los cambios de sus condiciones particulares, por lo que, lógico sería aconsejar que sus miembros obtengan la información adecuada, finalmente disponible para todos,  para no actuar a ciegas. No podemos pensar que este problema lo resolveremos comunicando toda esta información a un comité central, el cual, luego de recibirlo, emita ordenes de acción. Sin embargo, el tener esa información no es la solución completa; Hay que distribuirla de una forma democrática y, más importante, que los participantes entiendan la importancia de esa información.

La solución llega a través de lo que llamamos; “La economía del cálculo.”—o de la lógica pura representada por el sistema de precios. El sistema de precios “libres”, es el mejor mecanismo para comunicar información. Lo más impactante del sistema de precios en libertad, es el conocimiento con la que opera y lo poco que los participantes necesitan saber para poder tomar las acciones adecuadas. “Libremente” funciona como un termómetro que reporta cambios, o un sistema de telecomunicaciones en el que los productores pueden observar sólo indicaciones básicas, como un ingeniero observa las manecillas de sus instrumentos, para luego ajustar sus actividades a los cambios que reporta el comportamiento de los precios.

Vivimos ya la era de la información abundante y democratizada. Esto ahora implica competencia en el ciberespacio, una nueva área no sujeta a monopolios puesto que el territorio ahí es inexistente. Es la información computarizada, no el trabajo manual o la producción en masa, lo que estará catapultando la economía mundial y la política, será la que gane guerras, e inclusive elecciones, como lo acabamos de atestiguar en EU. Esa información existe ya en el ciberespacio, esa nueva dimensión creada por una interminable reproducción y entrelazado de redes de computadoras, satélites, módems, bases de datos y, sobre todo, el gran  dominio popular del Internet.

Hace tiempo Jim Bennett produjo un artículo titulado; “La muerte del capitalismo y el triunfo del mercado.” Él afirma que en esta nueva economía de la información, por primera vez en la historia de la humanidad el trabajador es dueño de los medios de producción; la computadora. Entonces, la sociedad civil, que representa el mercado, a través del Internet tiene a su disposición toda la información necesaria para participar, sin desventajas, en esta nueva economía del Siglo XXI.

 

La revolución de la información estará liberando la sociedad civil como nunca antes, creando ese nuevo individuo soberano. Ese individuo liberado, en la figura de Ricardo Gomes, joven abogado libertario, lideró el movimiento cibernético para destituir a la presidenta de Brasil. Fue también quien le diera la victoria a Trump, porque nunca recibió la información de la media vendida y deshonesta.

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