Ricardo Valenzuela
El Papa
Francisco ha muerto y de inmediato se abre un nuevo campo de batalla por el
control de una suculenta organización que cuenta con una membrecía de 1,500
millones de seres humanos, con todo lo que ello representa. Una organización que,
a través de los siglos, ha sufrido una serie de metamorfosis que la convierten
en una institución verdaderamente única e interesante. La iglesia católica, después
de haber jugado un neurálgico papel para la humanidad durante los primeros mil
años de la era cristiana, especialmente en Europa, habia sido el árbitro del
mundo y responsable de dar fin a la barbarie de esa era para iniciar una nueva,
pero pasaba la suya.
Porque era obvio que la iglesia habia envejecido y se convertía en una carga muy pesada para las sociedades. Y hacia mediados del siglo iniciaba la pérdida de su poder absoluto que, durante esos mil años, ubicaba al Papa como la celestial figura que todos los monarcas de Europa aceptaban, no solo como la guía espiritual, sino como ese representante de Dios al que hasta los monarcas acudían para ayudarlos a solucionar sus problemas. Además, el Vaticano habia sufrido de la corrupción que desembocara el la reforma de Martin Lutero con la iglesia dividida y debilitada.
Con el descubrimiento de America, especialmente con el soporte de las regiones españolas y portuguesas, tomaría un nuevo aire aunque no solo impulsado por el rescate de almas. En el nuevo mundo encontraba la oportunidad para de nuevo mostrar una grandeza semejante a su época de gloria. De hecho, España y Portugal llamaban directamente el Testamento de Adán al Tratado de Tordesillas. Un acuerdo entre ambos países, mediado por el Papa Alejandro VI, delimitando todos los territorios descubiertos en 1492. Todo un continente repartido entre las dos grandes potencias imperiales de su tiempo, y a la iglesia le redituaría ampliamente.Pero, en el
transcurso ya del renacimiento, a pesar de las riquezas a las que España y
Portugal les dieran acceso participando en minería de las regiones ya
conquistadas, la iglesia no podía recuperar la gloria de tiempos pasados. Además,
con decisiones como el inicio de la Sagrada Inquisición, se creaba una imagen
de crueldad lo que permitía el avance del cristianismo protestante que, en
Europa, ya se habia incrustado en todo el norte. Enrique VIII, rey de
Inglaterra, le perdía el respeto al Papa y decidida formar su propia iglesia
Anglicana. Y la revolucion de Lutero le daba vida a una gran variedad del nuevo
Cristianismo, entre los cuales, el Calvinismo se incrustaba profundamente en
sus colonias americanas.
Durante el
resto del renacimiento la iglesia navegaría lentamente hasta que, por infinidad
de motivos, se enfrentara a una gran crisis financiera que amenazaba su
supervivencia. Fue cuando se tomara una decisión que la afectaría, para bien o
para mal, durante los últimos tres siglos. Ante la gravedad del problema, la
iglesia acudía por consejo al gran Mayer Rothschild quien ya habia penetrado
paises como Inglaterra, Francia, España, Italia con su oficina matriz en
Alemania. Ya mostraba impresionantes credenciales como haber financiado a
Inglaterra para derrotar a Napoleón, además, mostraban un punto clave, ya eran los
banqueros de la monarquía Inglesa.
Los
Rothschild con su magia rescataban a la iglesia de su grave amenaza de quiebra,
para sumarla a la sociedad ya establecida con la monarquía Inglesa, Cecil Rhodes
y otros oligarcas ingleses. A través de esa sociedad fue que adquirieron el Distrito
de Columbia de EU cuando, al finalizar la guerra civil, EU estaba también a
punto de la quiebra. Ayudaría que, casi al final de la guerra de independencia,
los Rothschild les otorgaran un préstamo cuando estaban a punto de perderla. El
trato había sido directo con Washington, Jefferson y Adams, con dos
condiciones: control total del sistema bancario y su sello debería aparecer en
los billetes del dólar.
Así, la
iglesia se diversificaba debutando en ese tipo de negocios siempre de la mano
de los Rothschild, que ya les habia redituado la propiedad del Banco de
Inglaterra. La iglesia de repente debutaba en las colonias españolas y
portuguesas como propietaria de bancos, gran inversionista en bienes raíces, minería,
agricultura y el monopolio de la educación. Además, aportaría la fuerza del
tamaño de su organización, como un arma especial para los controles políticos que
ya operaba la llamada sociedad de Los Elegidos, creación de Cecil Rhodes, en
esos momentos, el hombre más rico del mundo.
Al inicio
de la segunda guerra mundial la iglesia ya era un apetitoso plato para las
fuerzas económico-políticas que ya surgían con una clara intención de conquista
global. Y al final de la guerra, con los Rothschild que apostaban a ambos
bandos, la iglesia establecía su propio banco pues su portafolio de inversiones
se habia multiplicado, y debutaba como inversionista global siempre con los
Rothschild. Y como la oligarquia decidía impulsar el comunismo, pues es el
mejor vehículo de control, la iglesia debía hacer su parte. Después de los
sustos que provocaran Juan Pablo I, Juan Pablo II y Benedicto XVI, debían seleccionar
muy bien y, eureka, Francisco I fue la solución.
La invasión
de masones en el Vaticano que descubriera Juan Pablo I lo llevaría a su muerte,
le harían una advertencia a Juan Pablo II con un balazo en la panza, pasaban luego
a retirar a Benedicto XVI. Le abrían las puertas del Vaticano a una versión Obama
espiritual, Francisco I. Y, por ningún motivo permitirán la versión Trump en el
trono de San Pedro, tampoco la versión Biden que causara el regreso de Trump.
Ellos deben de asegurar no llegue alguien a borrar todas sus herejías que tanto
les han costado. Y así como habían planeado Hillary fuera el tiro de gracia de
la labor de Obama, jamás van a permitir aparezca un Trump que de nuevo haga
llover en su festejo.
Así es que, me sumo a la predicción de Nostradamus afirmando el nuevo Papa llegará de una isla del tercer mundo para marcar el comienzo de un cataclismo espiritual y del Juicio Final. El nuevo Papa será el cardenal de las Filipinas Luis Antonio Tagle. Solo se le conocen tres referencias muy representativas, es el Papa con el que sueñan las tribus LGTBQ, es de filiación marxista como Francisco. Y, por supuesto, el candidato WOKE. Y en los corredores del Vaticano se afirma era el candidato de Francisco. So I raise my case.
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