El México que yo veo
Ricardo Valenzuela
“Veo un México que sufrió por la concentración del poder en el ejecutivo y pensamos esa aberración estaba desterrada.”
Alguien me reclama que solo escriba de historia, asuntos internacionales y no de lo que está sucediendo en México. Pero, me asomo a mi país, y lo que veo es la celebración de un carnaval semejante a los ataques de los apaches en mi tierra a principios del siglo 20 cuando, embrutecidos con whisky robado en Arizona, sembraran muerte y destrucción en toda la geografía de Sonora. El mensaje no me sorprende pues no es la primera vez que me reclaman el referirme tan seguido a la historia, tal vez sin conocer la frase de Schiller: “La historia siempre ha sido el veredicto del mundo”.
Tampoco me sorprende su desinterés por eventos internacionales cuando el mismo presidente, decide no asistir a las convocatorias de los principales líderes políticos del mundo. Encuentros para analizar conflictos y oportunidades en una economía globalizada y una tecnología que cada día lo encoje haciéndolo más pequeño. Por ello las relaciones internacionales tienen gran importancia en asuntos domésticos. Es vital porque los organismos mundiales son los que producen la música que todos debemos bailar. Y ellos no tocan precisamente para que bailemos la quebradita, mambo o chachachá.
Ante tal sugerencia yo respondí; “no me gusta escribir historias de horror”. Porque esto es un sombrío episodio en el que cada día las esperanzas de los mexicanos transitan de un sabroso desayuno, para llegar a una cena de frijoles fríos y rancios. Además, es tanto lo que a diario publican los medios que podemos caer en una repetición sin fin. Aunque lo que está sucediendo es precisamente la repetición de nuestra historia, ahora cuajada de esteroides, que podemos describir con la frase de Einstein definiendo la idiotez; “Hacer lo mismo una y otra vez esperando resultados diferentes”.
Es cuando el placer de escribir se convierte en una pesadilla peor que una cruda de bacanora. Porque repasando nuestra historia encontramos esa necia idiotez en todos sus capítulos. El presente de México solo inspira a escribir guiones de cintas cómicas que, por más divertidas que sean, siempre terminan en tragedias.
Me horroriza darme cuenta cómo, las acciones de estos gobiernos a través del futbol, telenovelas y mala educación han creado una sociedad ignorante, indisciplinada, distraída, una juventud que las universidades, impregnadas de marxistas, se las entrega listas para sumarse a la manada. Y esta es la jauría que, haciendo uso de su derecho democrático, eligió al Atila moderno con su gavilla de cínicos criminales armados con una mezcla de resentimiento, soberbia e ignorancia.
Yo veo un México diferente al que vio mi paisano y amigo Colosio, porque el de ahora es una verdadera historia de horror en el cual, como el dios Cronus, amenaza con devorar a sus hijos. Veo un México que partiendo de la mediocridad se dirige a su juicio final. Veo un México en el que sus empresarios, en lugar de ser oposición, se convierten en aliados de este grupo de bandoleros. Veo un México en el cual el presidente del Grupo Monterrey, el diablo Fernández, levantando la bandera blanca entrega al Peje la espada del derrotado y se somete. El grupo que fundara don Eugenio Garza Sada y un funcionario de este gobierno, hace días insultara su memoria describiendo a sus asesinos como jóvenes valientes.
Es doloroso recordar el evento donde Milton Friedman condenaba a México a una mediocridad eterna. Porque tengo que refutar al maestro puesto que, esa mediocridad se ha convertido en el punto de partida hacia una oscura y tenebrosa noche, más triste y sombría que la noche de Hernán Cortés cuando, bajo el famoso árbol, llorara su derrota y la destrucción de su sueño.
Veo un México que sufrió por la concentración del poder en el ejecutivo y pensamos esa aberración estaba desterrada. Pero emerge de nuevo ahora en manos de quien, con la estrategia marxista de persistencia eterna, provocaciones constantes de caos y violencia, le redituara arribar al poder en esta democracia tercermundista. Veo un México donde surge una cuarta rama de gobierno en una media domesticada, entregada y esperando las órdenes del sicario mayor. Y, al parecer, ahora la única fuerza para controlar al ejecutivo es el Sindicato de Maestros, temido hasta por los narcos ya dueños de grandes regiones. El fatal instrumento rescatado para de nuevo entregarles el futuro del país.
Veo un México que alguna vez coqueteara con la libertad económica, pero ahora se afianzan los monopolios, los acuerdos bajo la mesa con los mismos empresarios estatistas jugando con cartas marcadas. Empresarios que celebraron la cancelación del aeropuerto y ahora se pelean por los contratos para darle vida a la locura del presidente. Veo de nuevo operando a toda su capacidad y como regla, las antesalas en espera de ser incluidos en esa red de complicidades, y de cabilderos profesionales representando a los aspirantes. El México de los precios de garantía, control de precios, la economía manejada en la oficina del Mesías, del nuevo mercantilismo, del narco, de los huachicoleros, de los secuestros. Un México en que el salir a la calle es más peligroso que nadar en un rio hirviendo de pirañas.
Veo un México en manos de un pandillero con la afición de quemar pozos petroleros, gestor de huelgas, plantones de masas comandadas por sus sicarios, del porro que ha cometido todos los delitos listados en el código penal y nunca castigado, el de sus relaciones amorosas con Cuba y Venezuela. Veo un país en el cual suplicábamos por democracia y nos ha surtido este sicario que, destruyendo a unos y elevando a otros, cincela la composición de su nuevo feudo llamado México, en un abrazo mortal de control absoluto y sin contrapesos. Veo un México cuya cuarta transformación se asemeja más a la tercera caída de Jesucristo cargando la cruz hacia su crucifixión. Y ante algo que amenace sus intenciones acude al chantaje, la emboscada, difamación y la violencia.
Veo un México con un congreso invadido de criminales alcanforados, un muestrario que avala la teoría del Public Choice describiendo estos pandilleros profesionales ante quienes, la Mara Salvatrucha luce como la cruz roja, Y lejos de servir a la gente se sirven ellos y a quien los ha elevado y los mantiene en ese paraíso de perversión. Un recinto que, en lugar de legislar, se ha convertido en el comando de la destrucción, de lenones políticos, un mercado en donde se compran y se venden todo tipo de favores, una guarida de cazadores de recompensas. Una pandilla que, con sus irracionales acciones siempre bendecidas, parece tener como objetivo la destrucción del país.
Este es el México que veo y del que me piden escribir, un país que le refriegan en la cara la grandeza de otros que hace solo unos años despreciábamos, pero ahora nos hacen lucir como cavernarios. Un país que, como en la Uganda de Idi Amin, se construyen elefantes blancos por capricho. Un país con un gobierno integrado por la lista del FBI de los más buscados, de gente sin futuro amontonada en la frontera con EU suplicando la oportunidad que aquí se les negó. Es el México del que me piden escribir, pero lo siento, porque con lo que veo, solo puedo escribir historias de horror más espeluznante que las que vio Luis Donaldo Colosio.
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