Ricardo Valenzuela
Ha sido decepcionante atestiguar mentes supuestamente paladines de la libertad que, al caer el oropel que con hipocresía los había cubierto, se esfuma el liberal puro para aparecer el recalcitrante estatista convenenciero venteando el dinero. Es cuando los muy pocos que verdaderamente luchamos por esa libertad, nos damos cuenta de que, como Patton durante la guerra, este mundo es solo un baile de disfraces y nosotros olvidamos ponernos la máscara y pagamos por ese gran pecado. Pero lo pagamos llenos de idealismo y satisfechos con el compromiso que tenemos por la libertad en un mundo en el que durante tanto tiempo hemos desarrollado con la siembra de ideas, creando valor, riqueza y prosperidad.
Cuando finalmente el fiscal Mueller, asignado con la función de liquidar a Trump, presionado por los talibanes demócratas apareció ante el congreso con lo que esperaban descubrir elementos que, según ellos, permanecían ocultos y habría evidencia suficiente para desaforar al presidente Trump. Pero, al parecer el fiscal no se había aprendido el script que le entregaron y emanaba la verdad. Nos dimos cuenta de que Mueller solo había prestado su nombre y su reputación, pero la investigación la habían llevado a cabo 30 abogados demócratas liderados por Andrew Weissmann, uno de los invitados a celebrar la frustrada victoria de Hillary el día de su igualmente frustrada elección. Uno de los congresistas republicanos, ante el reclamo de los talibanes de no saber el contenido del reporte, les reviraba: “Pues aquí hemos interrogado a alguien que sabe menos que ustedes, el fiscal Mueller”. Finalmente el reporte de Mueller exculpaba al presidente ante la desesperación de la barbárica bancada de los piratas demócratas llenos de frustración.
El Tsunami de Trump continuaba su destrucción iniciada desde su primer día en la casa blanca. Pero una destrucción creativa y por ello, sin pecar ante la historia, le podemos colgar la etiqueta de la teoría de Schumpeter conocida como “la creativa destrucción de los mercados”. La historia de Schumpeter fue similar a la de Trump cuando, debutando en política, tuvo el reto de sanear la economía de Austria aplicando sus ideas liberales y, en medio de un nido de marxistas, se convirtiera en el hombre más odiado de su patria. Pero nunca abandonó sus ideales y, al fracasar ante las agresiones de un gobierno invadido de marxistas, Austria caía en manos de Hitler.
Schumpeter expresaba la necesidad de sacudir el árbol para que los frutos podridos cayeran junto con árboles de raíces enfermas y, rehabilitando el campo, se produjeran mejores cosechas. Uno de esos árboles con raíces podridas que durante mucho tiempo ha estado produciendo frutos venenosos, es el partido demócrata que con el control de Obama, avanzaba su putrefacción de forma agresiva. Con las sacudidas de Trump abandonaban sus madrigueras quienes finalmente exhiben su verdadera fisonomía. Un socialismo demente que amenaza con su destrucción y, más grave, la destrucción del país, todo en preparación para su toma final de parte de las elites globales.
La sacudida también ha provocado que otros actores abandonen sus guaridas esgrimiendo sus deformadas ideas que permanecían en la clandestinidad. Ahora salen del closet para engrosar las filas demócratas, marxistas, guerrilleros urbanos, aspirantes al infanticidio. Los abanderados del nuevo orden sexual para borrar la línea de género y arribar al estadio en donde el teatro de la sexología se cubra con una pesada bruma presagiando la perversidad. Una cortina de humo donde emerja el nuevo individuo neutro y eliminar del lenguaje palabras como él y ella y caminar entre multitudes sin saber quiénes son hombres o mujeres. Salen también quienes, con intenciones tenebrosas, quieren borrar las fronteras del país y, con sus mensajes de bienvenida, ya han provocado las multitudes se estacionen en la frontera esperando cruzarla.
Una hiedra que ha sufrido la más violenta sacudida ha sido la comunidad de inteligencia responsable de la seguridad y protección de los ciudadanos. Los pestilentes frutos que han ido surgiendo de esta guarida de la tenebrosidad, nos dibujan un tétrico panorama de una rama judicial enferma; Una madriguera habitada por bandoleros convertidos en lo que deberían combatir; “el crimen organizado”. De esas cuevas surgieron mentiras, traiciones, intrigas de un grupo de forajidos que pretendieron decidir una elección presidencial en un claro acto de traición a la patria. Y, ante su fracaso, trataron de remover un presidente elegido constitucionalmente. Y más grave, las sociedades establecidas con las agencias de inteligencia de Inglaterra, Italia, Australia, para subcontratar la operación de sus villanías. Ahora entiendo la forma en que el Dr Paul define a la CIA, “el cartel criminal mas poderoso del mundo”.
Pero el Tsunami no ignoraría republicanos y se iniciaba una estampida donde abandonaran el closet los falsos profetas de la libertad, de la legalidad, del jeffersionismo para, de forma patética, en un acto de falta de integridad, formar su grupo de sabotaje que bautizaran “Never Trump”. Ahí surgían los inútiles y fracasados candidatos republicanos de las últimas dos elecciones negándole su apoyo al igual que toda la familia Bush, lo que apuntaló su campaña y lo llevara a la victoria. Trump exhibió al verdadero partido republicano en su enanismo intelectual y su hipocresía cuando, vistiendo un ropaje conservador, ha resultado ser más falso que el Dossier pagado por Hillary Clinton, el gran currículo y el acta de nacimiento de Obama, o las calificaciones de Biden que presumía haber alcanzado en la Universidad de excelencia.
La sacudida llevaba dedicatoria especial para Obama y su escudera. La podredumbre chorreando de ese jardín es algo que, sin el zarandeo, jamás nos hubiéramos enterado. Nunca habríamos conocido el macabro plan para establecer un socialismo tropical estilo la Nicaragua, Cuba, Venezuela, en una operación que opacara el establecimiento de “The Commission” de Lucky Luciano. Jamás hubiéramos sabido de la conversión del Departamento de Estado en un mercado en donde se cotizaban todo tipo de productos y servicios, desde uranio, contratos, hasta las armas más sofisticadas del mundo, con cargo al cliente y abono a la Fundación Clinton que ingresaba cerca de $500 millones en el paso de Hillary por ese Departamento de Estado.
En este carnaval de frutos venenosos merecen especial nominación la media como CNN, NBC, MSNBC, ABC, New York Times, Washington Post. Hollywood, Google, Facebook, Twitter que activamente han operado en contra del presidente cuando, en su descarada intención de establecer una tiranía virtual, apoyan la podredumbre del socialismo exhibiéndose cómo los grandes enemigos del país y de la libertad de expresión. Los nuevos billonarios cuyos padres son aquellos hippies de los años 60 quienes, al no lograr ellos sus objetivos marxistas, le pasaron la estafeta a sus retoños que, siendo comunistas de corazon, sienten una gran culpa de ser tan ricos.
Pero el terremoto Trump ha tenido un efecto particularmente importante cuando, al igual que a los republicanos light, se les despojara de sus máscaras y pasaban a mostrar el verdadero material de su constitución. La identificación de los republicanos verdaderamente socialistas que emergieron con una ferocidad comparable a la de los soldados de ISIS, portando un odio que ha segado su capacidad para cotejar hechos con la realidad, y los ha provocado una transformación similar a la de alguien poseído por un demonio que requiere un exorcismo. Tal vez sus representantes más patéticos hayan sido George Will, John Kasich, Mitt Romney, John McCain, con mención especial para algunos liberales latinoamericanos que se desgarraron sus gargantas insultando a Trump y gritando vivas a Biden.
Ellos jamás protestaron durante los 8 años del vía crucis surtido por Obama cuando desarrollaba una cruzada similar a la del personaje en la cinta El Manchuriano Candidate, programado por el comunismo para destruir los EU. Jamás alzaron su voz cuando abría las compuertas a la migración musulmana que ha penetrado el Congreso con talibanes del medio oriente. Cuando utilizó el IRS para agredir a conservadores, ni en las operaciones ilegales del Departamento de Justicia en manos de Eric Holder y de Loretta Lynch, como el tráfico de armas hacia México. Las empresas de sus amigos que cubrió con millones del erario para que fracasaran. Tampoco por el negocio montado por la Hillary en el Departamento de Estado siempre levantando pedidos. Y, especialmente, ante su abandono a quienes murieron en Mogadishu incluyendo el embajador.
Y debo repetir que ha sido decepcionante atestiguar mentes supuestamente paladines de la libertad que, al caer la pintura del disfraz que los había cubierto, se esfuma la figura que trataran de representar para aparecer el recalcitrante estatista a los que mi buen amigo Alex Chafuen ha diagnosticado como contagiados con TDS (Trump Derangement Syndrome) —algo similar a los liberales científicos de la era de Porfirio Díaz. Eso que en las mañanas gritan viva la libertad y en las tardes proceden a ordeñar las bóvedas estatales con sus proyectos de “servicios para el supremo gobierno”, o jugosos contratos de obras con el que se han estado hinchando sus bolsas.
Pero aún más decepcionante ha sido la forma en que agreden a quienes han cometido el pecado de creer en la propuesta de Trump. Un genial malabarista que, al mismo tiempo que rescata la economía provocando un boom, sacude el árbol de donde brotan las ideas oxidadas de un socialismo destructor, los acuerdos secretos, las nebulosas cofradías contra las cuales alzaran su voz Eisenhower y Kennedy quienes, con visión profética, pronosticaron y sonaron aquella voz de alarma de lo que describieran ayer, y hoy ha tomado forma como el Estado Profundo y sus cómplices incrustados en la política. En estos momentos ya se preparan los guerreros para la batalla final por el futuro.
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