Ricardo Valenzuela
El día de ayer sucedió algo muy interesante. Alguien que se supone es un pensador profundo y de educación superior, publicó una frase “sabiamente” interpretando los ataques a Iran como algo que es fácil de leer, la preparación para el establecimiento de una tiranía. Es decir, solo esa acción de Trump merece la calificación, pero la infinidad de ataques similares de los Bush, Clinton, Obama eran en defensa de ideales superiores. Eso me ha ratificado que, no solo hay opinadores pagados, hay algo mucho más grave representado por la programación de los “inteligentes.”
Sin embargo, antes de exhibir una de mis reacciones impulsivas ante tremenda idiotez, decidí acudir a mi nueva afición, los pensamientos de los grandes rebeldes de la filosofía. Y encontré algo en lo que todos ellos coinciden. A través de los tiempos el miedo ha sido la base y columna vertebral de las religiones. Spinoza habia llevado un análisis para interpretar los famosos sermones que dirigían todos los sacerdotes semanalmente. Se dio cuenta que su mensaje siempre era de acuerdo con las necesidades de la iglesia. Y existía un menú especial para la ferocidad del infierno, otros para el perdón etc.
Se dio cuenta que los hombres en paz, era algo que no le beneficiaba a la iglesia. Mientras que los hombres atormentados eran presas fáciles de atrapar y, si esas presas eran hombres de reputación especial, serían imanes poderosos para facilitar la conquista de mentes débiles. Pasaba luego a otro tipo de análisis para identificar quien se beneficiaba con estas pesadas cadenas. Y tendría claro que los receptores estaban en las altas esferas de la iglesia, la política y los negocios. Pero, todo eso era un sistema de gran sofisticación y debian estudiar la anatomía del alma.
Así habia nacido una técnica verdaderamente sofisticada para la gran reconfiguración del cerebro humano. Los instrumentos que la iglesia utilizaría debian tener una potencia especial para alterar la química del cerebro de forma masiva. Porque un rebaño cargando miedo e incertidumbre era fácil de controlar y someter. Mientras que un rebaño tranquilo portador de valores “malos” como individualidad, ambición, libertad, autonomía, era sumamente peligroso y se debía combatir al estilo militar, con prejuicio extremo. A ese punto de mi análisis me di cuenta era lo mismo que los gobiernos hacían para llevarlo hasta la actualidad.
Al inicio, la iglesia establecía como sus grandes enemigos esos rebeldes de la ciencia. Estos individuos valientes que desafiaran el statu quo y pagaron un precio alto por su búsqueda de la verdad y el progreso. Así, la primera identificación e inspiración habia sido Sócrates y se eliminaba. A Galileo lo declaraban apostata y sería también ejecutado. Bruno, un filósofo y astrónomo que sostuvo ideas revolucionarias, como la posible existencia de otros mundos habitados y un universo infinito. Su negativa a retractarse de estas ideas contrarias a los dogmas cristianos lo llevó a ser quemado en la hoguera en el Campo dei Fiori en Roma.
Llegaba entonces a mi mente la famosa expresión de Clinton. “Nunca hay que desperdiciar una buena crisis.” Porque en esas crisis es cuando se fortalece el monopolio de soluciones del gobierno. Pues la capacidad de la mente humana es infinita, puede elegir la verdad sobre el miedo, la libertad sobre la esclavitud. Por eso gobiernos e iglesias inventarían y establecerían el mecanismo para mantener la incertidumbre permanente. Con ello surgirían argumentos para justificar esas creencias de impotencia que, tradicionalmente, se ha traducido en capitulación, entrega para conformarse.
Así, claramente podemos comprobar cómo la Gran Depresión le diera vida al fatal New Deal, la segunda guerra mundial le diera vida a los Acuerdos de Bretton Woods, a la Union Europea, la ONU, la OTAN. Y cuando no hay ese material, se inventan. El más fatal de esos inventos ha sido el Fondo de la Reserva Federal y, después de haber rechazado tres veces durante el siglo 19. Así surgia y se consolidaba el gran monstruo que siempre ha pretendido devorar a la humanidad. Pero preocupados se preguntaban. ¿Qué peligro podría enfrentar a futuro su diabólico plan?
Y, el emperador Constantino en el siglo 4 lo entendería, el gran peligro para el poder emergente lo representaba Jesus. Ese ser espiritual con el poder de cimbrar multitudes para que lo siguieran. Y, además, hablaba de la liberación de los seres humanos con esa “verdad que los haría libres.” Él tenía esa naturaleza y la voluntad humana, pero él las dominaría y nunca pecó. Y, al haberlas vencido siendo un hombre como nosotros, esto significaba que también podríamos vivir la misma vida que Él vivió pues heredamos sus poderes. Y explotaba ese gran peligro con toda su dimensión.
Y desde los primeros siglos surgiría algo bastante desconocido, la emergencia de dos cristianismos en conflicto, el de Jesus, y el del apóstol Pablo. El de Jesus era el verdadero, el de la liberación, el de Pablo era el de la tiranía y opresión ordenado por Constantino. Y, por esa resistencia condenaran a Jesus porque ya era claro la gran amenaza del imperio. Jesus tenía el poder para transformar la humanidad con su mensaje de la divinidad de cada ser humano, lo que implicaba el otro gran peligro. El hombre no necesitaba intermediarios para forjar su verdadera relación con Dios. Explotaban los planes de una iglesia monopólica.
Y, el mas rebelde de esos filósofos, Spinoza, en medio de sus criticas surgia una luz que lo iluminaría. Un sacerdote también rebelde le hacia llegar evangelios que habían permanecido perdidos y le modificarían radicalmente su visión. La entrega incluía actas perdidas del Concilio de Licea, los de Tomas y, lo mas impresionante, los escritos por Maria Magdalena tirando todas las falsedades sobre las cuales se habia construido la iglesia. Jesus no habia muerto en la cruz, Maria Magdalena lo habia encontrado vivo en la tumba donde soldados romanos, de acuerdo, lo llevarían. Y llegaba con médicos sabios tan castigados en esa era, lo curarían con sus remedios durante 40 dias hasta recuperarse. Fue cuando viajaría al Tíbet y en el año 49 llegaría a la India en donde murió.
Pablo ya vendido a Constantino, continuaría con su falsedad y la extendería por el mundo. Del Concilio de Licea nacerían inventos como el rechazo a la mujer hacía categoría inferior, la divinidad de Jesus porque así neutralizaban la potencia del hombre para, imitando a Jesus que también era hombre, podría continuar su obra. Jesus fue un maestro celestial cuya figura ha sido manipulada.
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