Ricardo Valenzuela
Llama la atención el silencio del campamento de los piratas que, obviamente, no salen con fanfarrias a celebrar las sabias órdenes ejecutivas de su monigote. Y, ante las primeras consecuencias como es el aumento del precio de la gasolina y petróleo, también lentos, pero constantes, flujos de capitales hacia tierras más hospitalarias, no ha faltado la opinión de sabios afirmando; “no se preocupen, el precio del petróleo siempre ha fluctuado de forma natural, no por las políticas del gobierno”, habría que enviarlo a platicar con Jimmy Carter. EU esta sufriendo el doloroso trauma de las victimas de secuestros que sienten ser recipientes de la ofensa más injusta y dolorosa como es el perder su libertad, no por legislaciones gubernamentales, sino por imposición de sus verdugos.
Un país no puede continuar su tránsito hacia mejores condiciones que sean el primer paso hacia su grandeza cuando la gente, además de explotada, se sienten traicionados por esos criminales que usurparon el timón de su nave. Porque la gente en ese estado de animo no puede operar a toda su capacidad en un ambiente tan negativo. Además, después de casi 200 años de una programación constante de parte del gobierno, mucha gente sienten no tener el poder para solucionar problemas cada día más graves y complicados. Eso provoca que, hasta los radicales, sientan necesitar un líder que, como los padres al llevar a sus hijos a la cama, les aseguren que el día siguiente todo va a estar bien, estarán seguros y protegidos, tendrán el desayuno sobre la mesa, para que con esa tranquilidad vayan a cumplir con el deber de educarse. Y, terminando su educación, los estará esperando un mundo de oportunidades.
Sin embargo, en estos momentos, después de que su líder los rescatara del olvido y los contagiaba de entusiasmo con verdades, no promesas, señalaba la claridad de la ruta que estarían caminando, lo han perdido por las acciones criminales de quienes ahora tienen el timón de la nave. Ellos se sienten frustrados, desprotegidos, pues no saben hacia donde apuntarán la barca en poder de quienes hace años los enviaran al precipicio. Y ¡cuidado! Pues hay que recordar las enseñanzas de Keynes cuando hablaba de las olas de optimismo y pesimismo que invaden a las sociedades. Y, como el gran libro de Mises,” La Acción Humana”, con su sabiduría nos hizo entender esa acción humana de la sociedad es el factor más importante en el éxito o fracaso de las naciones.
Y, para entender la magnitud de este elemento, basta analizar dos administraciones muy diferentes. La de Jimmy Carter que solo al verlo provocaba inseguridad y, como alguien afirmara; “si lo enviamos al centro del carnaval de Rio de Janeiro, de inmediato lo convertiría en un funeral”. Con su estilo, los americanos fueron invadidos por un desanimo colectivo que, como también lo explicaba Buchanan en su teoría de las “Expectativas Racionales”, la gente provoca lo que tanto teme. Carter consolidaba ese sentimiento con un mensaje a la nación en 1970 conocido como Malease, en el cual le decía a sus ciudadanos que la época dorada de EU se había terminado y se debían preparar para el Valle de Lágrimas que los aguardaba, como una afilada espada de Damocles. La economía se derrumbaba, el desempleo se ubicaba en dos cifras, la inflación igual, los intereses alcanzaban el 21%.
Pero, lo sustituía en la presidencia el gran optimista, Ronald Reagan, con frases como “si crees que puedes, o, si crees que no puedes, de las dos formas estás bien”. Su primera tarea sería levantar la negra nube de la derrota que cubría el país. Pasaba luego a invitarlos a la radiante y hermosa ciudad incrustada en la colina. Y, haciendo algo que no fuera su costumbre, citaba a FDR cuando afirmó al inicio de la guerra; “a lo único que debemos de temer, es al temor mismo”. En esos momentos se iniciaba el rescate más importante. Ese hombre, al igual que hiciera Trump, rescataba el optimismo, la esperanza y la fe en el futuro de su gente.
Reagan iniciaba lo que se conocería como los ocho años de vacas gordas, al frente de una sociedad que, para sacarla del oscuro pozo a donde los enviara Carter, los hizo de nuevo confiar en su ilimitada capacidad que ahora deberían utilizar sin interferencia de ese gobierno que ya se había convertido en una pesada ancla atada al cuello de todos y cada uno de los ciudadanos. Y, también, como Trump tuve que enfrentar los acosos del EP, pero, no serían tan agresivos puesto que tenían en el vicepresidente, George Bush I, uno de sus soldados más fieles y comprometidos quien, en su momento, podría corregir todos los desvíos de la ruta provocados por Reagan. Y lo pensaban con gran confianza pues Bush era su socio desde que el EP tomaba control del negocio del narcotráfico utilizando las plataformas petroleras en el golfo de México, propiedad de Zapata Oil, propiedad de Bush.
Ello les daría la oportunidad de continuar destrozando la sociedad civil de EU, y sus logros los podemos observar estos momentos con la legislación para el matrimonio homosexual, legislación para dar protección especial a Transexuales, Bisexuales y todos los ales en el diccionario, a los pedófilos, aborto de niños ya nacidos buenos y sanos. Un horripilante hombre vestido de mujer como Secretario de Salud, un hombre que, como secretario de transporte, después de haber hecho su juramento, le daba un largo y apasionado beso a su esposo. El derrumbe de las estatuas que representan un pasado histórico, la toma y destrucción de ciudades en todo el país sin consecuencias. La Pelosi posando para una foto donde luce la cruz en su frente del miércoles de ceniza, después de haber celebrado la aprobación del asesinato de esos niños nacidos perfectamente sanos.
Y, lo más grave, pareciera que la profecía de Carter de la destrucción de la democracia se ha cumplido. Con el robo de la elección que estos criminales llevaron a cabo, la democracia ha muerto, ahora solo falta que le hagan un elegante funeral.
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