¿CÚANDO ERRÁMOS EL CAMINO?

 Ricardo Valenzuela

Laissez faire: Definition & Meaning | StudySmarter 

A finales de los años 80 la caída del comunismo y la destrucción de la Unión Soviética presagiaban finalmente el final del socialismo y el triunfo del mercado. Y de inmediato un respetado científico político, Francis Fukuyama, publicaba un libro de filosofía política titulado: El Fin de la Historia y el Último Hombre, en el cual concluía la humanidad había alcanzado, no solo el paso de un periodo de historia, sino el final de la historia como tal. El punto final de la evolución ideológica de la humanidad y la universalidad de la democracia liberal occidental como la forma final de gobierno.

Era la época de Reagan con su optimismo que nos aseguraba el llegar a la bella brillante ciudad en la colina. Y se iniciaba la transformación final del mundo y hasta en América Latina surgían los líderes pro libre mercado con sus novedosas reformas, todos renegando del estado interventor. Han transcurrido más de 30 años de aquellos históricos eventos y preguntamos ¿Qué fue lo que sucedió? Y más importante ¿Qué es lo que va a suceder?

Analizando los eventos políticos sucedidos en EUA los últimos 4 años, creo podremos encontrar algunas respuestas. Nos daremos cuenta qué, con la caída del comunismo sus más convencidos profetas, lejos de abrazar la modernidad de la razón, se ocultaron en sus cuevas planeando su regreso y ahora emergen a la superficie. Hemos atestiguado que ese toxico sistema de creencias con pasos de felino se han estado solidificando entre los actores políticos y, especialmente, han tomado uno de los partidos y, lo más grave, han seducido a una generacion. De nuevo han incrustado su malicioso entender que la raíz de todos los males que padece la sociedad, desigualdad, ambición desmedida, es el capitalismo.

Y, ahora, esa escuela de pensamiento han conseguido arraigarla con tal profundidad que ya no se puede combatir solo con calificativos como extremista, violenta, enemiga del estado de derecho. Y, es que, habiendo dejado sus raíces vivas, metódicamente ha sido regadas, cultivadas, inoculadas y servidas a la esfera pública sin oposición alguna. Es un hecho que se ha venido promoviendo en las escuelas, universidades, alimentada por una prensa y redes sociales controladas que les han entregado un manual de estrategias con fuerte aroma a socialismo. Y después acudan a la ayuda de quienes quieren lograr más poder y avanzar sus ideas en la política. Es decir, operan como almacenes donde se vende ese poder.

Las críticas al capitalismo no es algo nuevo. Adam Smith publicó su magna obra, La Riqueza de las Naciones en 1776, el mismo año del nacimiento de la novedosa república de los EUA. Smith era un filósofo moral y sus observaciones de la mano invisible de los mercados y del comercio, modificarían el entendimiento mundial de la actividad económica que cimbraría países y monarquías. De inmediato se iniciaban feroces ataques en su contra, pero ninguno más prolífico e intenso que el de Karl Marx quien, en 1848, casi 70 años de la magna obra de Smith, publicaba y diseminaba El Manifiesto Comunista en sociedad con uno de los capitalistas de esa, Friedrich Engels

Con modernos coqueteos con el socialismo o de algo similar pero más fácil de tragar, algunos grupos de prueba iniciaron el enfoque de lo que llamaron Socialismo Democrático, conscientes que la democracia es solo un paso al socialismo sin adornos. Su principal bandera era la defensa de los derechos de los trabajadores que, irónicamente, eran opuestos a los derechos naturales del hombre, y la siguiente bandera que izarían fue la de la desigualdad que emanaba del capitalismo. Un objetivo loable y valido al que se aproximaban con una perspectiva simplista e irreal.

Lo que la realidad nos enseña claramente en la práctica, es que solo el capitalismo ofrece las herramientas para lograr un balance entre las necesidades de los trabajadores con innovación y la generacion de ganancias con la diferencia al premiar a los participantes de acuerdo a sus aportaciones. En otras palabras, el capitalismo en su ruda esencia entrega a las masas con una alternativa para decidir y la oportunidad para alcanzar su potencial. Y lo que la rabiosa izquierda odia es que esa oportunidad forzada establezca precedente sobre un resultado forzoso

La izquierda confunde el innato deseo humano de autointerés con el egoísmo. El autointerés es lo que canaliza a la productividad y la innovación. El egoísmo desbocado es lo que provoca voracidad que en todas las sociedades existirá sin importar su sistema de mercado o su estructura política. Es preferible para todos el tener actores económicos en el sector privado que sean voraces, pero respeten la ley, que todo el sistema de un gobierno nacional que se ha tomado el poder para escoger ganadores y perdedores. Es más fácil llamar a cuentas a esos voraces empresarios que un gobierno que actúa como si su grupo fuera propietario del país y la ley es para proteger sus acciones.

Para evitar esa clase de gobierno, los padres fundadores le daban un tinte especial combinando tres formas, la monarquía, en donde el presidente tendría fisonomía monárquica, el senado la de una oligarquía aristócrata, y la casa de representantes pinceladas de cierta democracia. Pero, ninguna rama con el poder de hacer lo que fuera clásico en las democracias puras, oprimir, ignorar o eliminar a quienes no aceptaran sus ofertas, puesto que la intención era que se coordinaran. El problema en estos momentos es que los demócratas, ahora marxistas, se han adueñado de las tres ramas de gobierno y, con ese poder sin balances, se disponen a transformar la estructura económica y política que han tenido los EUA durante más de 2000 años para establecer el socialismo.           

Pero, he aquí el problema:

Washington DC no forma parte de EUA. El Distrito de Columbia está ubicado en una superficie de 10 millas cuadradas. DC tiene su propia bandera y su constitución independiente. Esta constitución opera bajo la tiránica ley romana conocida como Lex Fori. La constitución de DC no tiene nada que ver con la Constitución estadounidense. La Ley de 1871 el Congreso aprobó la creación de una corporación conocida como ESTADOS UNIDOS y también el gobierno para el Distrito de Columbia. Por lo tanto, DC actúa como una Corporación a través de la Ley romana con accionistas extranjeros.

La ciudad de Londres está literalmente controlada por una corporación offshore conocida como La Corona. Este modelo ha sido utilizado para controlar gran parte del mundo por el imperio británico invisible. Sin duda, el papel de la monarquía y la Corona van de la mano. La Commonwealth parece controlar países como Canadá, Nueva Zelanda, partes de India y Australia, expandiendo el poder del imperio británico a través de las fuerzas armadas y la expansión de su sistema legal por todo el mundo. Se estima que estas sociedades controlan el 80% de la riqueza mundial.

Contra eso pelea Trump.

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