TALIBERTARIOS PERFUMADOS

Ricardo Valenzuela

 Biografia de George Patton

Desde mi descubrimiento de la existencia de estos especímenes de la tribu Mau Mau libertaria, he tenido algunas experiencias desagradables que he llegado a pensar son más peligrosos que los acalorados marxistas. Recientemente me di cuenta de que muchos de ellos son miembros de una novedosa sagrada inquisición de sus locuras, donde tanto gritan y nada positivo ejecutan. Hace dias, comprobé de que sí hay acciones que llevan a cabo cuando recibí una tanda de insultos de alguien que pareciera una mula bronca lazada de las verijas de apellido Marte o algo así. Y decidí ubicarlos mejor.

Estos talibanes no son parte de los valientes soldados que siempre van al frente de las batallas defendiendo la libertad, otras veces invadiendo infiernos de explotación para liberarlos. Tampoco son parte de la retaguardia responsable de consolidar lo que se ha avanzado. No, ellos son parte de un contingente de porristas especiales que ellos mismos inventaron. Un contingente que se mueve por los flancos del ejercito real solo para, según sus medidas, evaluar sí los soldados en medio de la batalla están utilizando las armas adecuadas, los fusiles que ellos consideran los mejores. Y asegurarse los comandantes ejecuten sus mejores estrategias y tácticas.

 

Así se mueven por todo el campo de batalla, pero sin empuñar un arma, sin disparar un solo tiro hacia el campo enemigo. No, ellos lo que disparan son críticas e insultos por las malas estrategias de los generales, de la forma errónea que los soldados usan sus armas, de cómo mal gastan sus municiones, de sus bayonetas sin filo, de los uniformes fuera de moda. Lo mal planeado de la batalla en sus comandos estratégicos, la fórmula sin sentido en que se usan los tanques. Una fuerza aérea haciendo el ridículo con aviones obsoletos. Y, por supuesto, mantienen esos coros criticólogos lejos de la metralla apuntando hacia quienes si están recibiendo las balas del enemigo.

 

Porque ellos son tan inteligentes y preparados que, su ilimitado capital intelectual, nunca se debe arriesgar. Ellos se consideran la realeza militar talibán del mundo y no se deben mezclar con esos soldados rasos. Ellos se consideran los ideólogos de todas las guerras (que siempre se pierden porque burócratas inútiles no les hacen caso). Son los salvadores del mundo porque aseguran ser descendientes de los Annunaki que les heredaron todos esos poderes sobrehumanos con los que piensan controlar el mundo. Pero un mundo ya depurado de los ignorantes de su magia y religión. La religión de los elegidos y bautizados en la catedral de Santa Ayn Rand.  

 

No son como aquel general tan ordinario llamado Patton quien, en su locura, marchaba al frente de sus soldados con su famosa pistola de concha nácar en la mano. No, ellos son los revisionistas de la guerra las que, por supuesto, sin su asesoría todas se ejecutan con total ineptitud. Mas bien, ellos son como el Gral Eisenhower quien, enviado a West Point por sus padrinos reales, después sería el secretario de MacArthur credencial suficiente para liderar la segunda guerra mundial desde elegante oficina en Londres.

 

Pero, para el trabajo sucio tenían a Patton, aquel salvaje que, sin un poco de humanidad, establecía récords en sus avances ganando todas sus batallas. Un barbaján que desobedecía ordenes de Ike y de Montgomery, porque sabía bien eran las de la Kabal que ya habia penetrado el Washington de Roosevelt y sus asesores marxistas como el economista White. Ese salvaje que, en una celebración de victoria en Paris, un Gral ruso se le acercara y, a través de su interprete, lo invitara a brindar por la victoria. Patton le respondía con rotundo no para decirle él lo consideraba un despreciable comunista hijo de puta. El Gral ruso le respondía que él también lo consideraba un capitalista hijo de puta. Y fue entonces que brindaron. 

 

Aquel troglodita militar que habia sido testigo de infinidad de decisiones tomadas, nunca emanadas del alto consejo militar, sino de oficinas de los talibertaros de guerras reales. Aquel general que más batallas habia ganado, en tiempo récord y con la menor número de bajas, y lo detendrían para permitir que los rusos entraran primero a Berlin. El Gral que aseguraba la guerra se podía haber evitado y, segundo, que se podía haber terminado un par de años antes salvando millones de vidas. El Gral que afirmara el verdadero enemigo del mundo no era Alemania, sino Rusia. El Gral envidiado por Montgomery y muy temido por Stalin, que un día antes de su regreso a EU fue asesinado pues él iba a exhibir la corrupción de esa guerra.

 

Porque Patton, cuando no estaba de acuerdo con la maldad, actuaba, no simplemente gritaba histérico desde la tribuna o pasaba algún memo de queja. Y como lo describiera Ike: Era una fuerza imparable de valor, inteligencia, y de un liderazgo celestial. George era el gran enemigo de la alta burocracia de Washington que tanto estaban lucrando con la guerra. Los generales de escritorio sabían con él no se podía blofear.

 

Si los modernos talibanes de la libertad liderados por su Torquemada de nombre Marty, hubieran aparecido en las batallas de Patton para, desde la galería gritarle todo lo que estaba haciendo mal: Que no empujara a sus soldados a esas marchas inhumanas, que no fuera tan complaciente con los derrotados alemanes. Y, sobre todo, no fuera tan agresivo y exagerado criticando a Stalin y a Rusia pues sería el nuevo socio de EU. Que detuviera sus críticas a Washington y, en especial a Mellon secretario de la Tesorería, aun cuando proponía regresar Alemania a la época de las cavernas.  

 

Yo estoy seguro de que, si en algunas ocasiones hubiera asumido la personalidad de Pancho Villa enfurecido con tantos traicioneros y bocones. Los que habia bautizado como perfumados que, si no abrían la boca para decir pendejadas, no se hubiera sabido de su existencia y harto de sus gritos procedería: Gral Fierro, fusíleme a estos catrines perfumados. Patton podría haber regresado a su casa.   

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