LA NUEVA REVOLUCION DE TRUMP III

Ricardo Valenzuela

Comically Incorrect: USA Prognosis - exploreClarion

En estos momentos todo mundo se rasca la cabeza sin entender cómo fue posible la victoria de Trump, pero una victoria por paliza recuperando estados que habían desertado a los republicanos. El estrecho margen con el que perdiera en los estados bastiones de los demócratas. Yo fui testigo de su victoria en Arizona confirmando que finalmente un candidato republicano habia ganado en los siete Estados bisagra que iban a definir la elección. Y ante esta avalancha los eternos odiadores de Trump no saben cómo agredirlo, insultarlo, y es cuando tienen que acudir a expresiones de hechos alterados por su frustración para colgarle los pecados que, en su deshonestidad, ellos mismos deforman, aunque, como en un rompecabezas, las piezas no coincidan.

Pero hay un periodista que nos muestra claramente las raíces de esa confusión. Y exhibiendo una ignorancia descarriada, describe la hazaña de Trump como “el triunfo de un político demagogo y populista, pero carismático, y esto garantiza la explosión de un terremoto para Estados Unidos y para el mundo abriendo una etapa de incertidumbre”. Pero, no es ceguera, es una ignorancia total de los temas que irresponsablemente se atreven a tocar. Una cobardía similar a la del supuesto escritor, Jaime Bayly, quien, con tal de encontrar la fórmula para insultarlo, tiene que estirar sus narraciones de una forma que se eleva hasta lo ridículo proyectando una imagen similar a la de una novia engañada.

 

Porque, señores periodistas, de hecho, hay dos clases de populismo. Ambos se originaron en tiempos clásicos y en el mundo occidental hoy día permanecen vigentes. En la antigüedad uno de ellos era conocido como el populismo base, y estaba representado por aquella salvaje plebe urbana que los Atenienses bautizaron como “achlos” y los romanos los llamaban la “Turba”. Esos movimientos destructivos se popularizaron y fueron expandidos por los llamados demagogis (lideres de la gente) y en tiempos de Roma por los tribunos más radicales.  

 

La versión buena de ese populismo radical fue creada por historiadores conservadores y se considera el populismo productivo de la antigüedad—y es lo que la media hoy día ataca ferozmente y lo califica de infame: “la rebelión de los pequeños propietarios y las clases medias contra el poder opresivo del gobierno, contra impuestos abusivos, el internacionalismo, contra el imperialismo, las guerras foráneas, ellos preferían la libertad no la igualdad por mandato y forzada. Es comparar la revolución americana con la francesa, el Tea Party en lugar de Antifa, en los hermanos Gracchi durante el segundo siglo AC, en lugar del pan y circo de Juvenal en tiempos de los romanos”. Es decir, el populismo depredador contra el populismo creador, rebelde, el de la libertad y autonomía.      

 

La fundación de los EU tuvo origen populista puesto que era el rechazo a la monarquía, al monopolio religioso, a la aristocracia, al estado feudal, al clasismo, a los países guerreros. Y al conseguir su independencia se estructuraban como una “república comercial” con un gobierno pequeño que emanaba del consenso de sus gobernados. República Comercial, como un claro rechazo a la aristocracia que en Europa se distinguían porque no trabajaban, puesto que el trabajo para ellos era degradante y el comercio era la actividad más baja en el escalafón social. Pero la distinción más importante entre los colonos de EU y los comunes de Europa fue que los colonos eran propietarios de su tierra y de la riqueza que creaban, mientras que los comunes trabajaban la tierra de los nobles pagándoles un tributo.  

 

Si embargo, esa filosofía se abandonaba a mediados del siglo 20. Roosevelt “aprovechó” la crisis en camino hacia la gran depresión para consolidar ese movimiento. El no identificaba sus acciones como ideología, al contrario, las disfrazaban como su respuesta a la grave situación que confrontaba. Pero la realidad es que el New Deal tuvo sus orígenes en un socialismo que ya estaba en las mentes de los radicales americanos y los reformadores que estructuraran todos los programas. Pero hubo otras fuerzas que acudieron al nacimiento del New Deal. Roosevelt era inflacionista y esta inclinación tenía sus orígenes en el populismo malo que surgiera en EU. Fue cuando las ideas populistas malas empezaron a invadir el partido Demócrata en 1896 con la candidatura de William Jennings Bryan. Esos populistas favorecían el papel moneda como un instrumento para inflación y así han seguido.  

 

Trump es el mismo hombre que fuera descrito como un solucionador de problemas, presumido, bocón, nacionalista, héroe de muchas cosas. Aunque la palabra héroe junto al nombre Donald Trump aterraba a la mitad del país como lo hacen los términos nacionalista y populista. Sin embargo, una forma para entender las conductas personales de Trump y su atracción en los estados rojos fue precisamente el no ser presidencial, y pudo haber sido el gran secreto para lograr cambios de posiciones ancestrales en política doméstica e internacional—redescubriendo la clase media “populista” oculta frente a la nariz del partido republicano que la ignoraba. Es el primer presidente republicano de la historia que ha penetrado el monopolio de los demócratas de las clases medias.  

 

El rudo billonario pudo conectarse con los votantes rojos y purpuras en una forma que los candidatos republicanos del pasado jamás habían podido—y no solo en términos de su firma y su ortodoxia en la atención de temas como comercio, globalización, o inmigración ilegal. Su persona tiene la misma importancia. A través de sus injurias enviaba un gran número de mensajes subliminales e implícitos que pocos entendieron. Pero sería la gran atracción de ese hombre olvidado que representa tanto en la historia de EU.

 

Trump fue ese némesis que agredía la arrogancia de la cultura costeña. Cuando reataba las noticias falsas, cuando en sus twits atacaba a la media corrupta, cuando atacaba a la mala globalización, cuando se burlaba de los políticos de Washington, despotricaba sin detenerse gritando con crudeza—gran parte del país sintió que finalmente tenían un aliado dispuesto a pelear y ganar con rudeza, en lugar de, en el caso de McCain y Romney, perder noblemente y dar las gracias para retirarse con la cola entre las patas. Trump quería ganar y aquí está de vuelta.

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