Ricardo Valenzuela
Una
de las lecciones más importantes que debemos de haber aprendido en toda América
Latina, es cómo nuestros sistemas estatistas, antidemocráticos, autócratas y
mercantilistas nos produjeron lo que yo he llamado el siglo perdido cuando me
refiero al Siglo XX. Sin embargo, hay pensadores que se refieren a “los siglos
perdidos,” pues en su opinión, desde que todos los países latinoamericanos
lograron su independencia de España, iniciaron un torbellino de errores en la
conducción de sus políticas que nos sitúan en estos momentos como una de las
regiones del vergonzoso tercer mundo.
Uno de los participantes más activos en este proceso ha sido el que los autores Apuyelo, Vargas Llosa y Montaner bautizaron como el perfecto idiota latinoamericano. Este venerado sujeto no es producto de la generación espontánea, sino de una larga gestación que tiene casi dos siglos de historia. Todo se inició cuando las colonias hispanoamericanas rompieron los lazos que las unían a Madrid, y enseguida los padres de la patria formularon la inevitable pregunta: ¿por qué a nuestras republicas—que de inmediato entraron en un período de caos y empobrecimiento—les va peor que a los vecinos norteamericanos? que en esos momentos eran solo trece colonias.