Ricardo Valenzuela
En 1972 el
mundo asombrado atestiguaba algo verdaderamente histórico, la visita a China
del presidente de los EU Richard Nixon. Nadie hubiera imaginado la
trascendencia de este evento que le daría una nueva fisonomía al mundo. Los
enemigos más feroces durante el siglo 20 se daban la mano ante el asombro
internacional, que, 51 años después, serían causantes y protagonistas de
eventos en lo que luce como una tragedia de Shakespeare en manos de malos
actores.
En el atentado contra la vida de Trump han surgido evidencias claras de un plan con raíces profundas hacia el gobierno. Esto aporta a la ya clara idea de que el gobierno de EU está en manos criminales. Un grupo que parece haber adoptado el conocido sistema de administración de riesgo de los Clinton. Además, la gente ya se ha dado cuenta de la gran barrabasada de esos criminales, al haber instalado en la presidencia a un hombre que, ellos sabían perfectamente, ya estaba incapacitado ya no digamos para ser presidente, sino incapaz de valerse por sí mismo en sus necesidades personales básicas, algo verdaderamente cruel.
Robert Kennedy Jr quien tenía conocimiento desde el inicio de esa presidencia, afirma que Biden ya estaba enfermo y portaba una grave incapacidad y, sobre todo, que su condición era progresiva y estaría empeorando velozmente. Y, la primera pregunta sería, que clase de gente le entrega los destinos de un pais a un hombre cuya capacidad se podría comparar con la de un niño pequeño. Como es posible que este hombre haya transitado cuatro años con el famoso portafolios que contiene el control de las armas nucleares. Como es posible que hayan permitido que causara ese infierno dando entrada a no menos de 20 millones de migrantes ilegales.
Como es posible que la chequera de EU haya permanecido en manos de un hombre que agregara casi $9 trillones de dolares a la deuda del pais que representa un aumento casi un 30%. Que haya abierto la barra libre a un vividor como Zelensky, supuestamente presidente de Ucrania, sin nunca haber entendido la realidad de ese pais. Es decir, la silla que ocuparan hombres como Jefferson, Adams, Jackson, Lincoln y otros héroes, durante 4 años ha estado ocupada por un hombre enfermo e incapacitado. Y, debo repetir, ellos lo sabían y aun así lo hicieron. No es que se hubieran equivocado o hubieran cometido un error, no, lo hicieron sabiendo el hombre estaba enfermo.
Y, lo más grave e increíble, que hubieran coqueteado con la posibilidad de mantenerlo allí por otros 4 años, pues su efectiva herramienta de fraude ya estaba lista. Y surge otra pregunta, que motivos tan diabólicos tendrían para sostener esa farsa tan peligrosa e inhumana. Una farsa que hubieran podido mantener si la enfermedad de Biden no se hubiera agravado y se manifestara ante el mundo durante el debate con Trump. Porque eso era lo que ellos querían, un hombre incapacitado, indefenso, para seguir actuando sin cuestionamientos.
Pero, si se quiere encontrar al verdadero culpable, solo hay que recordar el mensaje del Dr. Charles Krauthammer advirtiendo a EU del gran peligro que representaba ese hombre, Barak Obama, y describía la forma en que transformaría el pais y al final un gran consejo: “El Sr Obama es intelectual, un hombre seductor. Pero no lo subestimen. Es un hombre frio que nunca muestra emociones. Tiene las habilidades políticas de Reagan, pero, en su búsqueda de poder, puede ser muy cruel y sin escrúpulos. El viene a desmantelar el sistema de libertad de EU, aunque nunca lo expresa. Tiene mano dura y es autócrata. Es un progresista con aroma de marxista. Y para lograr lo que quiere no se conformará con nada, no lo pierdan de vista”.
Y, una estafa tan cruel e inhumana como la de Biden, solo pudo ser concebida por una mente diabólica como la de Obama después de medir a Biden durante los 8 años de vicepresidente, y pudo elaborar un plan maquiavélico para mantener el poder. Y, como a los niños dejó que Biden jugara a ser presidente y le sirvió. Solo habia que invadirlo de esteroides para jugar otros 4 años, pues en los primeros habia podido manejarlo para dar marcha atrás a las políticas de Trump. Y Obama con esa gran inteligencia entendió claro el peligro de un regreso de Trump.
En su presidencia el habia continuado la política de elevar a China para que ocupara el lugar de EU. Ese plan que se habia iniciado desde la visita de Nixon a China en 1972 que caminaría lento hasta la llegada de Bush I, volaría con Clinton, con Bush II, con especial velocidad con Obama y China ya era una gran Tecnocracia pues la habían tratado como el hijo consentido de los globalistas. No importaba hubieran hundido a la clase media de EU, era solo el precio que se debía pagar para apuntar hacia el Nuevo Orden Mundial.
El buque globalista navegaba en mares tranquilos y con viento de cola, ese viento suave los acariciaba con su melodiosos sonidos y ya todos esperaban ver la tierra prometida en cualquier momento. Pero, se les presentaba el huracán que con fuerza celestial amenazaba su ruta, sus furiosas olas golpeaban a su nave por todas partes. El huracán se identificaba como Trump, que los desplazaba de sus posiciones conquistadas durante todos esos años. Tratarían por todos los medios a su disposición de expulsarlo de la nave que estaba reconstruyendo. Durante 4 años lo atacaban y el respondía con una fuerza desconocida y los rechazaba. Y, lo más grave, se enfrentaba a China, su consentida, que luego una China fuerte amenazaba a los criminales.
Finalmente,
con sus estrategias deshonestas lo expulsaban de la nave. Estaban de nuevo en
control y el timón en el pobrecito Biden que no sabía ni donde estaba. Durante
4 años continuaron el colapso planificado de EU y haciendo buenos negocios con
China. Ya nada ni nadie los podría detener. Pero de nuevo emergia aquel huracán
que casi los hiciera naufragar. Trump estaba de regreso pues no lo habían
podido detener. Lo arroparon con demandas, trataron de que le prohibieran ser
candidato, una persecución vil y cobarde, pero nada les funcionaria y los
hiciera pensar ya nunca podían vencerlo en el campo abierto.
Y así cobardemente decidían asesinarlo sin dar la cara.
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